Julio Hernández López
PROTECCIÓN ANTE POSIBLES MANIFESTACIONES. Elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, granaderos y patrullas montaron anoche una operación de vigilancia en la calle Sierra Gorda, a la altura del número 150, en la colonia Lomas de Chapultepec, inmueble que presuntamente es propiedad de Angélica Rivera, esposa del presidente Enrique Peña Nieto Foto Carlos Ramos Mamahua
E
l jefe del Gobierno capitalino y el rector de la UNAM deben explicar con claridad y precisión lo que está sucediendo en Ciudad Universitaria y sus alrededores, donde se han producido extrañas incursiones a mano armada, con saldo de un estudiante herido, vigilancia exterior excesiva y una serie de actos de autoridad que parecieran provocaciones ante una comunidad que es fundamental en la movilización y denuncia de la masacre de Iguala y a la que pareciera que se le pretende frenar y amedrentar en el contexto de la protesta nacional creciente.
Miguel Ángel Mancera debe informar qué busca en ese campus (¿jefes del crimen organizado, células guerrilleras, delincuentes comunes, incendiarios infiltrados, líderes y grupos estudiantiles volcados en el activismo?), pues de otra manera su conducta parecería estar nuevamente puesta al servicio de las maquinaciones del gobierno federal, que está en proceso de dar por terminada su temporada dialogante y pasar al ejercicio de lo que considera el ‘‘uso legítimo de la fuerza del Estado’’.
Miguel Ángel Mancera será recordado como el jefe de Gobierno de una ciudad mayoritariamente progresista en la que hubo golpes y detenciones contra ciudadanos sin mayor culpa que ser partícipes o testigos de protestas públicas. Dedicado a un ejercicio somero de la autoridad, más dispuesto a los placeres de la farándula política que a la fatiga del ejercicio puntilloso de la responsabilidad, Mancera ha dejado manos libres al secretario de Gobierno, Héctor Serrano, y ahora, con los problemas de salud que le llevaron al quirófano y a terapia intensiva, los hilos del poder chilango han sido cedidos al vaivén de las circunstancias políticas, entre ellas las correspondientes a las necesidades del peñismo que pretende acallar, aislar o aplastar la disidencia universitaria capitalina, la del Instituto Politécnico Nacional, desde luego, pero especialmente la de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde hay un rechazo abierto de los grupos más politizados a la gestión de José Narro y su camarilla política, quien al igual que Mancera ha puesto sus haberes políticos al servicio del gobierno federal (el más reciente pago político a ese grupo ha sido la designación en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos del ex abogado general de la UNAM, Luis Raúl González Pérez (quien consolidó, como último fiscal de la serie, la tesis del ‘‘asesino solitario’’ en el caso Colosio).
Cierto es que el Fabulador General de la República, Jesús Murillo Karam, ha ido dando lustre a la cultivada tradición peñista de presentar al respetable público desconcertantes libretos con desarrollos y desenlaces totalmente increíbles, ajenos a toda lógica, enemigos del sentido común, desde el prodigio literario mexiquense, no hidalguense, de la niña Paulette y el colchón asesino, pasando por el montaje murillista de los siderales gases acumulados que habrían hecho explosión en uno de los edificios centrales de oficinas de Pemex, hasta llegar a la marquesina actual con la confirmación de que oficialmente aún no se confirma si los 43 están vivos, muertos o desaparecidos. Cierto, pues, que hay una vocación fabuladora irrefrenable en las élites políticas hoy en jaque pero, ¿todo lo que se ha visto en estos días en CU, ha sido sólo por un teléfono celular robado?
Ha de decirse con todas sus letras que nunca antes un teléfono móvil, o celular, había sido buscado con tan especial ahínco y tanta coordinación entre autoridades de la ciudad de México y de la UNAM, y tampoco una búsqueda de ese tipo había desembocado en acciones policiacas tan desproporcionadas y provocadoras como las desplegadas en estos días en pleno campus puma y sus alrededores.
Acoso abierto a la máxima casa de estudios del país, siempre en la mira de los gobiernos impopulares, en el contexto de los preparativos peñistas para la imposición de la mano dura. Ejercicios de fuerza para ir cercando al ‘‘enemigo’’ juvenil, con el mariscal de campo, Miguel Ángel Mancera, aportando los contingentes policiacos (a fin de cuentas, todo se ‘‘arregla’’ con el formulismo de alguna ‘‘disculpa’’ protocolaria) y el rector universitario, José Narro Robles, emitiendo ‘‘posicionamientos’’ ligeros, tibios, permisivos a fin de cuentas.
En el PRD se libra una guerra por cargos y posiciones. A Carlos Navarrete le están cobrando las maniobras y engaños con que Los Chuchos lograron imponer a otro de los suyos al hilo. Controladores indudables de la estructura decisoria del sol azteca, los dirigentes de Nueva Izquierda (NI) decidieron valerse de su mayoría aritmética para instalar al guanajuatense Navarrete, haciendo alianza no con las tendencias o corrientes más notables y ruidosas (las encabezadas por René Bejarano, Marcelo Ebrard y Cuauhtémoc Cárdenas), sino con Alternativa Democrática Nacional (ADN), dirigida por el mexiquense Héctor Bautista, quien quedó como secretario general del comité perredista en lugar de Dolores Padierna.
Ahora, en la coyuntura de los sucesos de Iguala, esas mismas corrientes apabulladas por Los Chuchos y sus aliados de ADN se levantan en contra de la presidencia del maltrecho Navarrete, quien quedó tocado políticamente apenas había tomado posesión del cargo, pues no pudo desmarcarse a tiempo y de manera convincente de los factores quemantes apellidados Abarca y Aguirre.
Navarrete no ha podido tomar posesión política de su condición directiva, inmerso en la crisis guerrerense, y ahora, en un lance sin firmeza, con tufo a marrullería simplona, ha transferido al consejo nacional la solicitud de Cárdenas de que deje la presidencia partidista. En ese consejo, NI y ADN tienen la misma mayoría numérica que aplastó a los opositores hoy reanimados e impuso a Navarrete. A fin de cuentas, jaloneos internos, lucha por cargos y futuras candidaturas, bajo la apariencia noble de la defensa de los principios y el diagnóstico crítico, en un partido declinante, acaso agónico.
Y, mientras Ferguson, Misuri y EU en general reaccionan ante el fallo de un jurado respecto del agente que asesinó al joven afroestadunidense Michael Brown, el pasado 9 de agosto, lo que provocó el peor motín racial desde 1991, cuando fue muerto Rodney King, ¡hasta mañana!
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