Napoleón Gómez Urrutia
E
ntre los días 3 y 6 de mayo se realizó la 40 Convención General Ordinaria del Sindicato Nacional de Mineros. Este encuentro es emblemático de lo que siempre ha vivido la gran organización sindical, para orgullo y dignidad de sus miles de miembros. En esta reunión, que es la máxima autoridad del organismo obrero, se percibió que el espíritu de los trabajadores mineros está más vivo y actuante que nunca.
A lo largo de sus 8 décadas de existencia, nuestro gremio siempre ha mostrado
músculo y garrasin límites, en la defensa de los principios de la clase obrera mexicana y los de sus propios afiliados, al grado que es el organismo sindical mexicano más sólido, el que en medio de las persecuciones y a pesar de ellas, obtiene los más altos índices de incremento a los ingresos de sus integrantes.
De no ser esto verdad, no obtendríamos los aumentos anuales de ingresos que mantenemos, las compañías del ramo minero-metalúrgico nos habrían dado la espalda y el Sindicato Minero estaría ya dejando de existir. Nuestra 40 Convención General Ordinaria es la respuesta más vigorosa a toda esa invención calumniosa enemiga: nuestra organización está más sólida y vigorosa que nunca antes.
La gran prestancia obtenida por el Sindicato Minero tanto a nivel nacional como internacional, se debe a esta singularidad, donde nuestro gremio asume cada vez con más vigor los preceptos de la solidaridad mundial avanzada y supera los niveles del atraso que en esta materia viene arrastrando, lamentablemente, el mundo sindical de México. O sea, estamos dejando atrás para siempre las prácticas que llegaron a prevalecer en décadas anteriores en amplias zonas del mundo, como resultado de las agresiones de la Guerra Fría contra los sindicatos y de la imposición del sistema económico neoliberal, enemigo de las organizaciones obreras. De ahí el apoyo que los mineros internacionalmente recibimos de los 200 millones de afiliados a las organizaciones de trabajadores.
Por eso algunos empresarios y políticos de México se revuelven de incomodidad y enemistad profundas contra la imagen íntegra y la forma democrática con la que se conduce el Sindicato Minero, que me honro en dirigir como su presidente y secretario general. Y por eso arman campañas de agresión contra los mineros mexicanos, sus luchas y sus líderes, impulsados por empresarios como Germán Feliciano Larrea Mota Velasco, Alberto Baillères, Alonso Ancira Elizondo y Julio Villarreal Guajardo, que son arremetidas mediante las cuales someten con prácticas inconfesables a sus charros sindicales, a no pocos medios de comunicación social y a periodistas, como hoy se advierte en la andanada de ataques con motivo de mi candidatura plurinominal al Senado de la República por el partido Morena, cuyo candidato a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, contra viento y marea encabeza firmemente las preferencias populares.
Por las razones anteriores, esos mismos empresarios y otros en estos días han querido transmitir, en comunicados a sus empleados, su pavor y cobardía ante todo lo que los saque de la comodidad en la que viven, o sea, ante los cambios que en México se avecinan. Pero no será nada raro que sus empleados ya no se dejen atemorizar y voten según se los dicte su conciencia, pues ya están cansados e inconformes con las actitudes déspotas de sus patrones y de las desigualdades en que viven.
Para nuestro beneficio, la solidez en la estructura del Sindicato Minero se reafirma también en la apertura de sus filas a las mujeres mineras, que se hizo evidente en nuestra 40 Convención, a las que hemos bautizado como Mujeres de Acero, ya que no sólo se ocupan en las funciones administrativas o secundarias, sino en las de la producción, trabajando dentro de las minas y plantas en las duras condiciones en que laboran los varones, como sus iguales. Esta es una genuina revolución dentro del sindicato minero, que nos fortalece y nos alienta.
Además de nuestra firmeza, esta importante incorporación femenil nos ayuda a alejarnos de la persecución que desde hace 12 años los empresarios y los políticos enemigos de la democracia emprendieron de manera obcecada, perniciosa y tonta, contra nuestra agrupación sindical y contra mi persona como su dirigente máximo. Los mineros de México, según ellos, somos un mal ejemplo para todos los obreros de nuestro país, que muchos de esos empresarios odian y desprecian. Sin embargo, no les ha sido posible doblegar esta voluntad democrática de los mineros de México. Y menos lo conseguirán teniendo a nuestro lado a las mujeres mineras.
A la 40 Convención asistieron muchos líderes internacionales, quienes registraron que las diatribas de los otros candidatos presidenciales opositores al partido Morena son incapaces de torcer la voluntad de nuestros agremiados de reformar a fondo la estrategia económica de México.
De esta misma convención surgió inequívoca la visión de los participantes mineros, sindicales, sociales y académicos, tanto de México como del extranjero, de que nuestro país se aproxima a unas elecciones cruciales para el destino nacional. Misma imagen que los mexicanos debemos aportar con nuestros votos al cambio de modelo económico, para transformar de raíz la situación donde sólo un puñado de privilegiados maneja la economía en perjuicio del pueblo, y para que se instaure un nuevo régimen que favorezca a la mayoría de los mexicanos, dándole así un vuelco a la política nacional.
Estos fueron los mensajes significativos que dejó la 40 Convención General Ordinaria del Sindicato Minero, para bien de México y de los mexicanos. Lo cual significa que nunca jamás nos podrán detener en este esfuerzo de avance y dignidad permanentes. En tal sentido, la convención fue una plataforma de lanzamiento de la nueva política social y económica de nuestra nación.
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