a Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se va a ver en aprietos para desechar las dos peticiones de consulta popular formuladas por el Presidente de la República y por un amplio grupo de ciudadanos para decidir si se investiga o no a los cinco ex presidentes del periodo neoliberal. Más allá de los laberintos jurídicos del asunto, es indiscutible que ambas demandas expresan un sentir nacional abrumadoramente mayoritario, tal y como se manifiesta en las encuestas realizadas: entre tres cuartas partes y 90 por ciento de la ciudadanía piensa que Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña deben ser llevados ante un tribunal para que respondan por lo que le hicieron al país en sus respectivos periodos.
La primera de las peticiones generó escepticismo en las filas propias y total incredulidad en las ajenas: sería imposible reunir en dos semanas los casi 2 millones de firmas necesarias para presentar al Legislativo una solicitud de consulta popular como iniciativa ciudadana. En un principio pareció, además, que las dos convocatorias –la que impulsó un grupo de ciudadanas y ciudadanos y la que planteó el diputado Gerardo Fernández Noroña– podrían colisionar y dividir esfuerzos. Pero la organización para el trabajo hormiga aprendida en lustros de resistencia contra el régimen neoliberal no se había olvidado, la colaboración solidaria fluyó y decenas de miles de ciudadanos la pusieron en práctica en todos los rumbos del país; con tesón, sin desanimarse por resultados magros, sin dinero ni recursos, se consagraron a colocar mesas receptoras, a difundir e incluso a visitar casa por casa. No había forma de saber de antemano, es decir, antes de las 48 horas previas a la fecha límite, cómo íbamos
.
Como solía hacerlo cuando tenía el poder presidencial, la reacción oligárquica no prestó atención al enorme esfuerzo que se desplegaba en el territorio nacional. De ahí su sorpresa cuando, al filo del reloj, se presentaron en el Senado más de 2 millones y medio de firmas respaldando la consulta. Algunos medios y comentaristas incluso deslizaron con mala entraña que las adhesiones a la petición habían sido fabricadas en un día. Sólo vieron, si acaso, la parte final del proceso: la hazaña de clasificar y foliar y empacar los formatos, cada uno de los cuales contenía entre ocho y 10 firmas, lo cual significó ordenar algo más de un cuarto de millón de hojas de papel. Un dato de contraste: a lo largo de un año, con todo y el apoyo de aportaciones monetarias oscuras, Felipe Calderón y Margarita Zavala sudaron para reunir las casi 250 mil firmas que eran requisito previo para el registro de México Libre
que a última hora fue denegado por el INE, precisamente por las aportaciones turbias.
El trabajo colectivo acabó con la frustración de los partidarios de la Cuarta Transformación (4T), quienes durante alrededor de dos años habían debido permanecer ayunos de movilizaciones, reactivó al movimiento y llevó aire fresco a Morena, cuyos liderazgos inter-nos confluyeron en una tarea mucho más importante que la de disputarse los puestos directivos.
El 15 en la mañana, el Presidente anunció que enviaría al Legislativo su propia petición de consulta, lo que refrendó y fortaleció el carácter popular del Ejecutivo federal y sus lazos con el movimiento. En la ceremonia del Grito, el Zócalo se quedó vacío por obvias razones sanitarias, pero cada uno de los millones de firmantes vivió el festejo como propio y presencial.
La otra victoria fue el sorteo de la Lotería Nacional por el equivalente al costo del avión presidencial. En forma insólita e insospechada, la aversión de la sociedad por la frivolidad y el despilfarro de los gobiernos corruptos se manifestó en la compra masiva de cachitos de lotería, y también contra los pronósticos de los críticos, la operación distó mucho de ser ruinosa. Pero lo importante del sorteo no fue sólo lo recaudado en términos netos (que no fue poco) para dotar de recursos a los hospitales públicos, sino que los 4 millones 700 mil cachitos vendidos (casi 80 por ciento del total de boletos emitidos) representan otros tantos votos de confianza al gobierno de la 4T. No es exagerada la comparación entre esta rifa y las donaciones populares que se desbordaron tras la expropiación petrolera en solidaridad con la presidencia del general Cárdenas. Por añadidura, se le dio una nueva imagen a la Lotería Nacional, una institución entrañable que fue impregnada por el desprestigo del régimen oligárquico. No sobra el dato: para muchos de los compradores, fue su primera vez como jugadores de lotería y se contribuyó a mover dinero
en una economía urgida de dinamismo.
Las oposiciones siguen sin asomarse al fondo de los procesos y tienen, por ello, el entendimiento anémico. No percibirán, desde luego, que en este mes patrio el movimiento que se llama Cuarta Transformación se alzó con dos grandes triunfos.
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