Ticketmaster: monopolio abusivo
os múltiples problemas que los seguidores del cantante Bad Bunny encontraron para acceder a los conciertos ofrecidos por el puertorriqueño en el Estadio Azteca el fin de semana pasado reabrieron el debate en torno al monopolio ejercido por la trasnacional Ticketmaster en la comercialización de boletos para todo tipo de espectáculos.
El viernes se produjo un caos tal en los accesos al recinto que el concierto inició con 90 minutos de retraso y amplios huecos en las gradas, pese a que las entradas se habían agotado desde meses atrás. Quienes hacían fila, desesperados por no poder ingresar, achacaron las complicaciones a las malas prácticas de Ticketmaster, mientras la empresa se justificó aduciendo la presentación de un número sin precedentes de boletos falsos, lo que provocó aglomeración de personas fuera de lo normal y una operación intermitente
de su sistema. La propia compañía reconoce que a algunos
boletos legítimos les fue negada la entrada, lo que llevó a conatos de violencia en los alrededores del estadio.
El sábado, Ticketmaster ofreció disculpas a los seguidores del músico, así como un rembolso total a quienes hayan adquirido boletos legítimos en canales oficiales y que, conforme al registro electrónico, no hayan podido acceder al concierto
, mientras la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) informó que el reintegro deberá acompañarse de una indemnización no menor a 20 por ciento del costo de la entrada. Aunque obligadas, estas acciones son claramente insuficientes, tanto porque no cubren los costos en que incurrieron los asistentes que llegaron desde otras entidades o incluso desde otros países, como porque el quebranto causado a quienes se dejó fuera de un espectáculo tan anhelado rebasa al mero factor económico.
El concierto de Bad Bunny fue un caso fuera de lo corriente por el enorme entusiasmo que genera el reguetonero entre las jóvenes generaciones, a tal punto que los boletos alcanzaron un precio de hasta 300 mil pesos en la reventa ilegal. Asimismo, puede suponerse que la inusual demanda estimuló la comisión de delitos como la clonación y falsificación de boletos, aunque un asistente al show del viernes preguntó con ironía dónde estaban los portadores de pases clonados, dados los vacíos observados en el interior del Azteca.
Sin embargo, estas peculiaridades no pueden encubrir el fondo del asunto: las distorsiones generadas por el monopolio de Ticketmaster y la inoperancia del organismo que debiera evitarlas, la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece). Como denunció ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador, los consumidores se encuentran en la indefensión debido a la indolencia del ente autónomo encargado de impedir la concentración excesiva de poder de mercado en uno o pocos agentes.
Si la Cofece no hace nada por acotar el acaparamiento y los cobros abusivos de Ticketmaster, parece pertinente plantear la creación de una empresa, ya sea pública o de propiedad mixta, con presencia a nivel nacional y capacidades para gestionar eventos de cualquier índole y dimensiones en condiciones de plena competencia con el actual dominador del mercado.
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