os congresistas republicanos que exigen que los carteles mexicanos de la droga sean declarados terroristas no han entendido el problema. No estamos ante una oferta de droga que haya generado una enorme demanda en Estados Unidos. Es al revés. La combinación entre una industria farmacéutica inescrupulosa y la desesperanza, particularmente de hombres menores de 50 años con un pico entre 35 a 44 años, ha creado una creciente demanda de narcóticos para la ganancia y el olvido de la triste cotidianidad. Tan es así que la esperanza de vida promedio ha disminuido en aquel país desde 2015 y se redujo todavía más con la pandemia de covid-19.
La historia del gran negocio farmacéutico se condensa en el Purdue Pharma de la familia Sackler, que introdujo el analgésico opioide OxyContin (clorhidrato de oxicodona) al mercado en 1996. La empresa sostenía que este analgésico opioide no generaba adicción y promovió agresivamente esta creencia entre los médicos, que lo prescribieron generosamente a sus pacientes. La situación se hizo tan crítica que el entonces presidente Donald Trump declaró una emergencia médica en 2017, pero sin tomar mayores medidas ni adjudicar fondos para resolver el problema, a pesar de que un artículo en la American Journal of Public Health (www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/ articles/PMC2622774/#bib1) demostró en 2009 esta relación y alertó sobre la agresiva campaña comercial de OxyCotin. La llegada del covid-19 en 2018 desvió la atención del problema de las adicciones.
Por otra parte, desde 2007 empezaron las demandas contra Purdue y varios de sus gerentes. Desde entonces han sido sentenciados en varios juicios y han pagado multimillonarias multas. El último juicio se emitió en 2019 a raíz de que se declarara en quiebra la empresa Purdue. Es de señalar que no sólo han demandado los individuos, sino también estados y condados por los enormes costos públicos que la adicción a este medicamento ha causado. Finalmente, después de acogerse a la ley de quiebras en 2021 la empresa fue condenada a pagar unos 4 mil 500 millones de dólares a 3 mil demandantes. Adicionalmente, el fallo garantizó la inmunidad legal de la familia Sackler ante futuras querellas. Este fallo puede resultar innecesario, ya que los Sackler habían sacado su dinero de Estados Unidos escondiéndolo en varios bancos en diferentes países. La estimación de muertes por sobredosis de los opioides en ese país durante las últimas dos décadas es alrededor de medio millón de personas.
El fentanilo es otro de los opioides sintéticos que actualmente está de moda en el mercado de Estados Unidos. Dadas las enormes ganancias que se sacan en su trasiego y venta ilegal, combatirlo no resuelve el problema, ya que el mercado inmenso provocado por la demanda en un entorno social y económico adverso impulsó una oferta creciente, que nada tiene que ver con el uso médico del fentanilo.
No es técnicamente muy difícil de sintetizar los opioides y la aparición de más y más variantes dan testimonio de que sigue siendo un gran negocio, ahora ilegal. Es decir, se combate uno y se sintetiza o inventa
otro, incluso a veces más tóxico. Visto en este panorama, la pretensión de los republicanos ultraconservadores de invadir a México para combatir los carteles es una flagrante violación de nuestra soberanía como lo es también amenazar a China por supuestamente exportar la materia prima, acusación negada contundentemente por su gobierno.
Proponer resolver complejos problemas socio-sicológicos con la represión no tiene ninguna base objetiva. Se requiere de un proceso que vaya construyendo condiciones de vida más dignas y sin tanto sufrimiento. Propuestas como la de la Comisión Global de Política de Drogas, integrada por ex presidentes latinoamericanos y otros líderes mundiales, y desarrollada por el presidente Gustavo Petro en un esfuerzo del gobierno de Colombia por dar un giro a la fracasada guerra contra el narcotráfico, planteando la regulación legal de todas las drogas
. Esta propuesta es igualmente urgente para México, donde hemos sufrido millones de muertos y desaparecidos en esta guerra.
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