No se aflijan
Pedagogía sangrienta
Civismo distorsionado
Televisa-Gobierno
Julio Hernández López
Pedagogía sangrienta
Civismo distorsionado
Televisa-Gobierno
Julio Hernández López
Si los niños y jóvenes de la patria necesitaran más razones para reconsiderar su futuro podrían bastarles las dos estampas tristes que ayer en un acto de filantropía les regalaron dos personajes de gran poder. El principal de ellos, un hombre ensombrecido, de mirada y talante acerados bajo fallidas pretensiones de buen humor y amabilidad escenográfica, que ensimismado en el diario discurso de la muerte, relator incansable de detenciones, apodos y combates, se concedió licencia para hablar de la guerra” en curso ante quienes recibían becas escolares. No se aflijan, pidió para afligirlos. No se preocupen, dijo al preocuparlos.
Ganaremos, aseguró ante ese público controlado, de aplauso previsible, aunque la victoria se llevará tiempo y no será tan fácil. Ustedes, a lo suyo, a estudiar, que nosotros, los adultos, los gobernantes, habremos de cuidar que no les alcance la desgracia, sería la traducción rápida del discurso del panista trágico en cuyo saldo histórico quedarán, entre otras cosas, la pedagogía sangrienta, el canto de la profesora regiomontana evocando gotas de lluvia que podrían ser de chocolate, los ejercicios de protección civil con los pequeños aprendiendo el pecho a tierra y el atrincheramiento entre butacas, la muerte como daño colateral para ellos y sus padres, el narcotraficante como modelo de ascenso social y poder, la falta de oportunidades reales, y los políticos y las autoridades como malos cuentos de final infeliz.
Pero no fue todo. Los receptores de las becas Generación Bicentenario Nacional Monte de Piedad escucharon a Felipe Calderón utilizar la tribuna institucional para felicitar al secretario de Educación Pública por una decisión partidista, educando en la distorsión con el ejemplo. En un acto oficial, Calderón, el panista, elogió a Lujambio, el panista, por haber declinado horas antes a la lucha interna en el PAN por conseguir la candidatura presidencial, declinación que provino de una jugada palaciega que en lugar de dar lustre al civismo lo empaña pues, a pesar de tener mejores condiciones para pelear tal postulación que, por ejemplo, el pequeño Cordero, Lujambio cedió el paso a la consigna de organigrama solamente para satisfacer el interés del mismo jefe partidista que ayer, como en episodio de novela mafiosa, felicitaba al engominado panista por haberse dejado encajar sin protesta el cuchillo predeterminado a cambio de posteriores pagos políticos menores.
En tales clases de civismo práctico, los educandos también tuvieron oportunidad de escuchar extrañas declaraciones de autosatisfacción de la jefa de jefas de la mafia sindical mexicana, mejor conocida como La profesora. Tropezando prosódica y conceptualmente, como ya es costumbre en sus alocuciones públicas, la presidenta del sindicato nacional de maestros comenzó por escribir en el pizarrón imaginario la frase que quisiera que los mexicanos escribieran muchas veces: “El país, lo que necesita son buenas noticias”. Luego compartió un presunto diagnóstico personal: “Ha habido muy pocos momentos en mi vida en los que me haya sentido mejor de lo que me siento hoy”.
El presidente Felipe Calderón Hinojosa, ayer, durante la entrega de las becas Generación Bicentenario en el patio del Museo Nacional de Antropología. Lo acompañan el presidente del Patronato del Nacional Monte de Piedad, Arturo Limón; la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo y el secretario de Educacion Pública, Alonso Lujambio Foto Francisco Olvera
Ante los alumnos que recibirán apoyo económico de Televisión Azteca, el Nacional Monte de Piedad, Inmobiliaria Homex y el SNTE para que terminen sus carreras profesionales si no bajan de nueve en sus calificaciones, Elba Esther Gordillo se puso poética: “Sean ustedes quienes devuelvan con esfuerzo la luz, frente a las nubes; el blanco sobre el negro, sean el sol frente a la oscuridad”, y se incluyó en la historia: “somos millones quienes apuntamos a la luz con el resultado de nuestro trabajo”. Hubo otro párrafo enigmático: “Pero por sobre todas las cosas, vean que forma de niños y de niñas, en forma de inteligencia y de esfuerzo, el Ángel de nuestra Independencia, de nuestra libertad, vuela más alto de lo que voló durante el primer centenario, y nuestro Palacio de Bellas Artes tiene ahora la mejor obra jamás hecha” (transcripciones tomadas de la página oficial de Los Pinos, http://j.mp/pVBhUM).
Mientras tales rituales de la nueva pedagogía maca-bra se realizaban en foros oficiales, en otros, televisivos, se consumaba la demostración pública del sometimiento de la elite política a los designios del verdadero poder nacional rector, el de la televisión, específicamente Televisa. Día a día va quedando demostrado que el móvil del ataque a un casino de Monterrey no puede ser encajado en el casillero del terrorismo más que pretendiendo utilizar el incidente para propósitos gubernamentales específicos (más miedo colectivo como forma de control social y, sobre todo, el impulso a las reformas a la Ley de Seguridad Nacional), pero Televisa y sus principales conductores de programas noticiosos realizaron una inequívoca campaña de apoyo a las propuestas calderonistas de “unidad nacional” y de facultades legales para decretar estado de sitio mediante la argucia que ahora le llama “afectación a la seguridad interior”.
Televisa confirmó su condición de centro de manejo de la percepción nacional y de instrumento de presión insalvable para políticos y autoridades que concurrieron a los micrófonos de la empresa gobernante para alinearse con el discurso propuesto y allanar el paso a las pretensiones autoritarias del calderonismo en su fase final, en busca de impedir cualquier asomo de insurrección cívica o protesta organizada que pueda alterar el curso “normalizado” de la transferencia de poder entre elites que en la programación televisiva se contempla transmitir sin incidentes el año venidero.
Con esa cargada electrónica a favor de FC, se confirma la utilización tramposa de lo sucedido en el casino Royale para dar una vuelta más a las tuercas sociales. El felipismo, con irresponsabilidad propia del terrorismo oficial, habló instantáneamente no de actos de terror sino de “terrorismo”, tratando de escalar los planos de la violencia pública a partir de un acto más, aunque numéricamente excepcional, de los que cotidianamente suceden en un país de diario luto.
¡Hasta mañana, con Beltrones tratando de contrastarse por Internet con el copete congelado!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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