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viernes, 30 de marzo de 2012
México SA
La pobreza de Calderón
Hechos y discurso oficial
Pitágoras: ¿mentiroso?
Carlos Fernández-Vega
Doce millones adicionales de pobres, y 3 millones más en perspectiva, difícilmente pueden ocultarse en el clóset. Imposible esconderlos bajo la alfombra o echarlos al baúl de los olvidos. Sin embargo, Felipe Calderón cree que descubrió la fórmula mágica para erradicarlos del espeluznante mapa social de México. ¿Cómo? Fácil: desmentir categóricamente que la pobreza ha crecido” durante su estancia en Los Pinos, e incluso ir más allá: “la proporción de mexicanos en pobreza alimentaria, según el censo (2010) se redujo 23 por ciento, entre el año 2000 y 2010” (ojo: su sexenio comenzó en diciembre de 2006).
Todo cabe en un discurso oficial aunque no sepa acomodarse, y qué mejor si se lee ante el atronador aplauso de 10 mil burócratas acarreados (en realidad 9 mil 999, porque ya una respetable señora notificó a este espacio que su asistencia al Auditorio Nacional fue de motu propio). Dijo el nada convincente inquilino de Los Pinos: “a pesar de la severidad de ambas crisis internacionales (la de los precios de los alimentos y la financiera), la proporción de mexicanos en pobreza alimentaria, según el censo, se redujo 23 por ciento, entre el año 2000 y el año 2010. Por eso, categóricamente afirmo que mienten quienes afirman que ha crecido la pobreza en México en este periodo”.
Así es: sarta de mentirosos que osan llevarle la contraria al susodicho. Miente la realidad; mienten los especialistas en medición de la pobreza; mienten las instituciones académicas dedicadas a documentar la triste realidad nacional; mienten las organizaciones sociales que denuncian el constante deterioro del bienestar social de los mexicanos; mienten los periódicos y periodistas que se animan a publicar información sobre el particular; mienten los propios pobres, quienes de plano se niegan a aceptar que en realidad son clasemedieros (Cordero dixit) y no quieren asumir su nueva condición socioeconómica, producto del eficientísimo calderonato; y, en fin, mienten hasta los propios organismos gubernamentales. Bola de mentirosos.
Para no ir más lejos, uno de esos embusteros es el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que mide la pobreza en México y evalúa los programas y políticas sociales del gobierno federal. Esta institución se presenta como “un organismo público descentralizado de la administración pública federal, con autonomía y capacidad técnica para generar información objetiva sobre la situación de la política social y la medición de la pobreza en México, que permita mejorar la toma de decisiones en la materia”. Es su obligación legal “establecer los lineamientos y criterios para la definición, identificación y medición de la pobreza, garantizando la transparencia, objetividad y rigor técnico en dicha actividad”.
Sin embargo, el inquilino de Los Pinos “categóricamente” lo califica como mentiroso. ¿Qué mentiras ha documentado el Coneval? Algunas que recurrentemente desmoronan el discurso oficial y provocan severos ataques hepáticos al ocupante de la residencia oficial. Por ejemplo: que cuando Felipe Calderón se instaló en el puesto que ocupa, el primero de diciembre de 2006 (no de 2000) el número de mexicanos en pobreza de ingresos ascendía a 45.5 millones, y que cuatro años después (cierre de 2010) esa cifra se había incrementado a 57.7 millones, es decir, un aumento de 27 por ciento. En el mismo periodo el número de mexicanos en pobreza alimentaria pasó de 14.7 millones a 21.2 millones, es decir, un incremento de 44 por ciento, y el número de mexicanos en pobreza de capacidades creció de 22 millones a 30 millones, o lo que es lo mismo, un aumento de 50 por ciento. Sin duda, una “mentira” de ese tamaño nada bien cae en Los Pinos.
Las cifras anteriores son oficiales y provienen de un organismo público, aunque no sean del agrado del inquilino de Los Pinos. El mismo resultado se obtiene si el manejo de los números se hace por la vía proporcional: cuando Calderón se instaló en la residencia oficial, 42.7 de los mexicanos daba cuerpo al ejército de pobreza patrimonial; cuatro años después, el volumen se incrementó a 51.3 por ciento. En el caso de la pobreza alimentaria, el crecimiento fue de 13.8 a 18.8 por ciento, y en el de la pobreza de capacidades, de 20.7 a 26.7 por ciento.
Para facilitar la comprensión de los términos utilizados por el Coneval, van las definiciones del propio organismo: pobreza alimentaria es la “insuficiencia del ingreso para adquirir la canasta básica alimentaria, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar exclusivamente para la adquisición de estos bienes”; pobreza de capacidades, es la “insuficiencia del ingreso para adquirir la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud y educación, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios”, y pobreza de patrimonio es la “insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud, educación, vestido, vivienda y transporte, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios”.
Lo llamativo del caso es que el propio Coneval precisa que sus estimaciones para medir la pobreza de los años 2006, 2008 y 2010 “utilizan los factores de expansión ajustados a los resultados definitivos del Censo de Población y Vivienda 2010, estimados por el Inegi”, es decir, la misma fuente de información y documentación que Felipe Calderón citó en su discurso en el Auditorio Nacional y que, según él, arrojan cifras tan positivas que le permiten “categóricamente” calificar de mentirosos a “quienes afirman que ha crecido la pobreza en México…”.
Todas las cifras referidas corresponden al periodo comprendido entre el cierre de 2006 y final de 2010, es decir, cuatro años de gobierno calderonista. En el primer bienio –es decir, cuando no había crisis, según el discurso oficial– alrededor de 6 millones de mexicanos obligadamente se sumaron al ejército de pobres; en el segundo bienio –cuando el “catarrito” carstesiano degeneró en la peor crisis de las últimas ocho décadas– otros 6 millones engrosaron tales filas, y para el último bienio del calderonato la estimación es que 3 millones más terminarán en tan precaria situación.
Las rebanadas del pastel
Entonces, si Pitágoras no está en el inventario de mentirosos, el sexenio (“para vivir mejor”) de Felipe Calderón arrancó, oficialmente, con 45.5 millones de mexicanos en pobreza, y concluirá en 60 millones, con lo que “categóricamente” se confirma la validez del brillante discurso del inquilino de Los Pinos en el Auditorio Nacional.
cfvmexico_sa@hotmail.com
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