Pedro Echeverría V.
1. El cinismo del gobierno de Peña Nieto y Osorio Chong es gigantesco; son además muy ignorantes cuando dicen que están “abiertos al diálogo”, pero aclaran que “no están dispuestos a negociar nada: que lo aprobado ya es intocable”. Sería entonces un “diálogo de maestros con idiotas. ¿A qué van entonces los maestros? Por su parte, los llamados “intelectuales” y “comentaristas” del tipo Jorge Alcocer, Antonio Crespo, Sergio Aguayo, Denis Dresser, de los que se esperaba un poco de apoyo por ciertos antecedentes en medios no muy de Televisa, ahora se han puesto de acuerdo para denostar a los maestros. Que hay una campaña abierta contra las luchas de los maestros y a favor de la represión, con el pretexto de salvar al DF, es indiscutible.
2. En 1914, cuando Zapata y Villa entraron a la ciudad de México encabezando a sus ejércitos de campesinos –Vasconcelos da la idea en su obra La Tormenta- los habitantes de la ciudad tenían miedo, terror, rechazaban y se encerraban en sus hogares. Escribe con su españolismo: “Lo que sería México si de pronto, suspendida la inmigración española y europea, entregado el país a sus propias fuerzas todavía elementales, los 13 millones de indios, empezaran a absorber y a devorar a los tres o cuatro millones de habitantes con sangre europea”. Fue terrible el choque cultural de los indígenas y los señoritos de la ciudad de entonces. Obvio, la capital del país era radicalmente distinta hace 100 años; sus señoritos viven hoy en las millonarias zonas residenciales.
3. Esos recuerdos del racismo me hacen pensar hoy en los señoritos del DF y sus periodistas bien pagados, que no quieren a los profesores de la Coordinadora (la CNTE) que realicen sus protestas y plantones en la ciudad de México porque impiden “disfrutar con libertad a su ciudad”. Bien alimentados silencian que al estar en el DF los poderes del Estado y al no resolver éste los problemas del pueblo, el DF se tiene que convertir en centro de protestas y de luchas sociales. También en Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Chiapas, se hacen concentraciones y protestas pero los gobiernos de esos estados no están habilitados para resolver los asuntos. Sin embargo, a pesar del fascismo de una minoría de ricos privilegiados, el DF ha sido ejemplo de respeto a sus inmigrantes.
4. De los 16 millones de habitantes de la Ciudad de México o 22 millones de la zona metropolitana, quizá más de la mitad tiene orígenes de otros estados de la República. Pero el racismo sigue presente en las grandes ciudades donde creció una poderosa burguesía hija de señores feudales y el clero. Hoy la ciudad de México, cansado de los gobiernos del PRI, eligió a la socialdemocracia del PRD que (condenablemente) camina más hacia la derecha; pero qué bueno que se niegue a reprimir a los profesores (no se sabe cuánto tiempo) a pesar de las presiones de los poderosos del capital. De todas maneras los expertos y valerosos dirigentes de la CNTE saben que no deben confiarse, que deben estar preparados ante las amenazas del secretario de Gobernación de “aplicar la ley”.
5. La batalla masiva de más de 50 mil maestros en la Ciudad de México contra la privatización educativa, le ha estado causando mucha molestia al gobierno de Peña, a sus secretarios de Gobernación y Educación. Como diría Fox: “ambos tres”, están pataleando para evitar que los maestros se movilicen. ¡Qué distinto –grita Peña- el comportamiento del Pacto por México que es la unidad de los partidos políticos PRI, PAN, PRD! Pero los maestros responden: ¡Nosotros no queremos diputaciones, senadurías o privilegios, sino que respeten nuestras demandas y nuestros derechos como maestros y trabajadores! ¿O cree el gobierno que los profesores de la CNTE son corrompibles tal como son los dirigentes del Sindicato (el SNTE)? ¿Se olvida de los recientes 12 foros educativos de la CNTE?
6. Por ello hay que reafirmar que los maestros de la CNTE marchando están enseñando; en México hemos aprendido que el gobierno no quiere que se “internacionalice” la difusión del conflicto por eso con la amenaza de toma del aeropuerto y las protestas en las embajadas les ha dolido hasta el estómago; por eso los bloqueos de las avenidas Reforma y Insurgentes (y de los bancos, hoteles y demás negocios) les ha dolido hasta el fondillo. Está bien establecer los campamentos en el zócalo, pero quietos, controlados sin moverse de allí, podrían estar meses o años. Lo único importantes son las acciones, las tareas que salgan de allí, tal como la toma del aeropuerto y de las embajadas. ¿Acaso no hay pruebas históricas suficientes que no es un asunto de razón sino de fuerza? (27/XIII/13)
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