martes, 1 de octubre de 2013

¿Podremos crear un camino?

José Blanco
E
l tumulto de conflictos y calamidades se acumulan y parecen adentrarse en un túnel de complejidad creciente donde se mezclan y entrecruzan, y crispan y aturden a muchos de los actores.
La República está inundada, y vienen, se dice, más ciclones que amenazan con proseguir descargando sus furias sobre nuestro ahogado territorio; ojalá hayamos aprendido de Manuel Ingrid y aumenten nuestras previsiones.
La reforma fiscal, como era previsible, disgusta a todos. Con otra combinación de actores, con cualquier reforma hubiera ocurrido lo mismo.
La reforma energética se debate principalmente entre actores políticos que pueden representar un pasado (algo modificado), sin futuro (Cuauhtémoc), o un presente con porvenir extremadamente incierto (EPN), sin que esos actores acierten a darnos una visión del conjunto de las formas de energía, su hoy y su mañana previsible en el marco de la globalidad. ¿Cómo la propuesta oficial y la contrapropuesta principal tienen en cuenta que podremos lidiar con el hecho de que Estados Unidos se convertirá en el primer productor de petróleo en el mundo hacia 2020 y 10 años después, quizá antes, en el principal exportador de este combustible, según los datos publicados por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su informe anual? El reciente repunte en la producción de petróleo y gas, así como la explotación de reservas de petróleo ligero (hasta ahora considerada demasiado costosa y complicada) son la base de esa previsión. Pero igualmente se dice que están en curso nuevas tecnologías que abatirán los costos aludidos.
Más aún, las propuestas (unas y otras) ¿consideran la eventual retirada de la energía nuclear de algunos países (principalmente Alemania), la revitalización de la producción petrolera en Irak, y la previsión de que el gas natural es el único combustible fósil para el que la demanda mundial continuará aumentando en cualesquiera escenarios, siempre según la AIE? ¿Cómo nos formamos una idea clara de este complejo panorama los ciudadanos de a pie?
Y en ese escenario, en el que vuelan misiles técnicos e ideológicos diversos en todas direcciones, vemos a los profesores de educación básica sin directriz que no sea ¡regresemos al statu quo legal anterior a las reformas constitucionales!
En 1969 John Womack escribió: Éste es un libro acerca de unos campesinos que no querían cambiar y que, por eso mismo, hicieron una revolución. Una dramática caracterización del que ha sido reconocido como el movimiento más puro de la Revolución Mexicana. No voy a hacer una analogía, pero sí una asociación: la hasta ahora pequeña revuelta de los profesores de la CNTE me recordó la frase de Womack citada. He aquí a unos profesores intentando armar una revuelta porque no quieren cambiar. Se habían habituado al statu quo que irresponsablemente crearon los gobiernos emanados de la Revolución, que entregaron la educación básica a una camarilla que esos mismos gobiernos corrompieron. Ahora esos profesores quieren mantenerse en el pasado constitucional en el que la corrupción medraba y los niños no aprendían, entre otras cosas porque la mayoría de los docentes tiene una formación de baja calidad.
En una entrevista a un grupo de profesores de Oaxaca, ocurrida ahí, localmente, una profesora dio como respuesta a pregunta de un reportero, y lo hizo a la vez indignada y desconcertada: “que ahora quieren calidad…; cómo que calidad, exclamó, si no somos productos, los alumnos y los profesores no somos productos…”: borrascosa la idea de calidad educativa.
La forma e intensidad del movimiento magisterial tiene dos fuentes: una, la amplitud con que la reforma constitucional afecta intereses mineralizados durante más de medio siglo, debido a que el más delicado instrumento de civilización de una sociedad fue echado en manos de la corrupción; dos, la forma en que fue planteada la reforma por el gobierno: se empezó por formular, frente al desastre educativo, una respuesta política, no una respuesta educativa.
Se pensó, al parecer, que mediante la propuesta de reforma constitucional se llevaría hacia arriba la legitimidad presidencial, al tiempo que se atacaba un severísimo problema real. Para ser descarnados: ¿quién no quería ver en la cárcel a Elba Esther Gordillo?, ¿quién no quería y quiere que los mentores sean los mejores y más responsables profesores?: había que evaluarlos para saber quién era quién, meterlos al orden y suprimir sus ilegítimas e ilegales prebendas.
El camino para gestionar una reforma tan compleja fue equivocado. Por supuesto, en este momento echar abajo las reformas constitucionales es la peor decisión que pueda tomarse. Será muy difícil, pero es preciso desencallar el barco y ponerlo nuevamente a flote. Es preciso andar despacio y crear los espacios en los que formular los paradigmas educativos diversos que un país diverso reclama. Los profesores deben enterarse de la diversidad de tales paradigmas. Es imperioso formarlos en conocimiento de tales paradigmas, y es obligatorio evaluar todo: los contenidos educativos nacionales y regionales, los métodos de aprendizaje (no de enseñanza), las competencias de los profesores en la gestión eficaz del aprendizaje. Corroborar una y otra vez si los alumnos están aprendiendo a pensar con los conocimientos adquiridos.
¿Puede desandarse un tramo del camino e intentar acordar que el camino no está hecho?; que se hace camino al andar, pero armados del equipaje del conocimiento necesario existente en el mundo en materia educativa.
Una gran duda persiste: ¿la CNTE estará en posición de crear ese camino, o insistirá sin freno en quedarse en el pasado?

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