Sexenio del empleo… precario // Muchas plazas, pésima calidad
Carlos Fernández-Vega
E
l sexenio peñanietista cerrará con una medalla que presume de oro, pero que en los hechos solo es de oropel. Tal galardón es el del registro de cerca de 4 millones de empleos formales a lo largo de la administración, los cuales, dicho sea de paso, son responsabilidad del sector privado.
Cuatro millones de plazas en la economía formal no es cualquier cosa y superan, por mucho, a las registradas durante el gobierno calderonista. Son abundantes (aunque insuficientes para atender la demanda real), pero al mismo tiempo resultan precarias, especialmente en materia salarial, de tal suerte que la calidad fue sacrificada para dar mayor importancia a la cantidad y así presumir el oro(pel).
Ayer el Inegi informó que en septiembre la tasa oficial de desocupación fue de 3.3 por ciento de la población económicamente activa, la misma proporción que en el mes previo e igual a la reportada un año atrás. La tasa de informalidad laboral fue de 56.8 por ciento, superior a la reportada en agosto pasado, e inferior, por así decirlo, en 0.4 puntos respecto a igual mes de 2017.
Cuatro millones, pero ¿cuál es la realidad laboral en el país? El Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico ofrece un paseo temático. Va, pues.
La brecha entre el número de personas que gana más de 10 salarios mínimos (solamente 0.9 por ciento de la población ocupada) respecto a las que reciben hasta dos (42 por ciento de la población ocupada) es el verdadero muro contra la equidad.
Al terminar 2017, menos de 480 mil personas ocupadas tuvieron ingresos que superaron 10 salarios mínimos de ingreso contra 22.1 millones de ocupados que cuando mucho recibieron dos. Además, se deben considerar 3.4 millones de mexicanos ocupados que no reciben ingreso.
Si una familia tiene cuatro integrantes, en promedio, se aprecia la implicación negativa directa: los beneficios de un buen ingreso llegan a pocas personas, particularmente en un entorno laboral en donde se reduce el número de plazas que pagan más de tres salarios mínimos.
Entre el último trimestre del 2012 y el correspondiente del 2017 la ocupación y empleo que paga entre tres y cinco salarios mínimos disminuyó en 713 mil plazas. En el mismo periodo, la ocupación y empleo que pagan más de cinco salarios mínimos se contrajo en 1.49 millones. En conjunto ambas cifras muestran que, si se considera el número de jóvenes que se sumó al mercado laboral, más mexicanos se disputan menos oportunidades.
En consecuencia, se debe plantear que el verdadero problema de inequidad y pobreza es atribuible a la precariedad del ingreso laboral, que a su vez es resultado del entorno adverso que enfrenta la mayor parte de las empresas en México: inseguridad, corrupción, altos costos de energéticos y combustibles, falta de financiamiento e importación ilegal de productos, entre otros.
Hay un hecho que no se puede soslayar: la disminución en la tasa de desocupación se ha logrado al mismo tiempo que se reduce la ocupación mejor remunerada. El sexenio está por finalizar y el resultado que refleja el mercado laboral es de 3.6 millones de nuevos empleos (hasta abril de 2018, 57 por ciento mayor a lo realizado en el periodo 2006-2012), dato relevante por su naturaleza, en especial por los colaterales positivos que causa a la sociedad; no obstante, este avance tiene elementos negativos.
Cuando se considera a quienes lograron ganar más de 5 salarios mínimos, el porcentaje es de solo 4.6 por ciento de la población ocupada, cifra que contempla a 0.9 por ciento que recibió 10 o más salarios mínimos.
Las rebanadas del pastel
De qué tamaño será el jugosísimo negocio del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, que los medios andan como perros en busca de las croquetas que les tiren los magnates involucrados en la megaobra. Casi todos están con la mano estirada y moviendo la cola… Y el dólar a 19.85 pesitos (Banamex).
Twitter: @cafevega
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