Está todo oscuro. No hace frío, pero hay un fresco que precisa mínimo un suéter. Son las seis de la mañana y voy a la conferencia de prensa matutina de Andrés Manuel López Obrador.
Subo al camión.
Acá vamos los que nos levantamos temprano, cuando el sol es apenas una promesa lejana. Obreros y trabajadores de la construcción. Señoras que van vestidas con sus batas de enfermeras. Una trabajadora de una dependencia oficial. La chica que probablemente acude a una clase tempranísimo en una universidad que le queda a hora y media de su casa; Un joven que practica ese difícil arte de ir de pie en el transporte público y, al mismo tiempo, ir dormido.
Va la señora que pasa los setenta años y va toda tapada, con muchas bufandas, con chamarras, con un gorro y también con un bastón. Quizás vaya a trabajar a vender algo al centro de la ciudad.
Bajo en Reforma. Cruzo la avenida y un ciclista que lleva en la cabeza un foco que encandila se pasa el alto y casi me atropella.
Hay puestos de comida que apenas se están montando. Todo en la oscuridad.“Pásame los tubos”, “pásame el comal”, “chingado ya te dije que dejes allá la tina que me está estorbando”.
Ya hay puestos ya instalados, y vende champurrado con pan que parece de la panadería la Ideal. O tamales. O tortas de tamal. O yogurt. O un jugo. Aquí nunca falta comida. Nunca falta un puesto.
Cuánta vida a estas horas de la mañana en que el sol apenas es una promesa lejana.

II

A las conferencias de prensa de Andrés Manuel ingresa uno por la calle de Moneda. Llegas y hay una pequeña valla. Ahí, una persona con un gafete de comunicación del Gobierno de México te pide la credencial del medio donde laboras.
Anota tu nombre en una hoja de papel y entras. Pasas por un detector de metales donde hay unas dos personas. A veces una. A veces más. Es rápido todo. No precisas dejar una credencial tuya.
Después hay un “filtro” más que es rapidísimo: dos elementos del ejército te piden que “enseñes” de nueva cuenta tu credencial de reportero. Y ya. Pasas los patios Marianos, y llegas a donde son las conferencias de prensa: el salón Tesorería de Palacio Nacional.
El salón en sí es hermoso. Es una escenografía perfecta. El piso, por ejemplo, es lindísimo: tiene varios mosaicos y uno se siente bien sabe cómo pisándolo. A donde uno voltee, es belleza. Por ejemplo, si uno mira hacia arriba, el techo tiene como una especie de contrafuertes que están pintados con cenefas. Las lámparas son también dignas de resaltar. Hay puertas de madera que están bien trabajadas con volutas y toda la cosa, y unas ventanas en la parte de arriba que parecen dan a oficinas, pero que tienen todas cortinas echadas y nada se ve.

III

Llego casi media hora antes de las siete (que es la hora fijada para iniciar la conferencia de prensa) y ya hay dos filas completamente llenas ya de reporteros.
¿A qué horas llegarán?
Seguramente unos se apersonan aquí desde las seis o quizás antes. Y es que estar en los lugares más cercanos a donde se encuentra el estrado desde donde habla AMLO es fundamental: hay más probabilidades de que te dé la palabra, de que puedas preguntar. Y eso es algo fundamental en tu labor como reportero.
Atrás de las filas de sillas están las cámaras enormes de la televisión que graban o trasmiten: yo cuento, a las seis con cuarenta minutos, 14. Aunque después llegan más.
Andrés Manuel ha dicho varias veces que, para trasmitir vía internet las ruedas de prensa matutinas, usa el equipo que ya se tenía en Palacio desde antes de haber asumido él el cargo de Presidente.
A esa hora que llego hay técnicos que están “calando” que todo vaya a salir bien.Van con audífonos y con diademas: “Uno, dos, tres, cuatro, ¿ya lo tienes?”, “uno, dos, tres cuatro, ¿Ahí?”
Yo observo cuatro cámaras que graban la rueda de prensa y la trasmite en las redes sociales del Gobierno de México y de Andrés Manuel López Obrador: una, que está enfrente de todos los reporteros. Otra, que está atrás de donde se ubica AMLO, en la esquina izquierda. Una más, que es móvil y la maneja una persona. Y otra que viene de atrás y capta a AMLO. Seguramente haya una más, que capta las imágenes panorámicas, pero no logro ubicarla.

IV

Andrés Manuel aparece a las siete en punto y viene acompañado de Marcelo Ebrard. Éste presenta un plan para mejorar la atención de los migrantes mexicanos en Estados Unidos.
Cuando termina él y habla Andrés Manuel, es cuando se comienza esa lucha encarnizada entre reporteros por obtener la palabra y preguntar algo.
AMLO da la palabra y lo hace al azar, pero tiene cierta preferencia (la mayoría de las veces) por quienes están en las primeras filas (es decir, quienes llegan más temprano). Unos días comienza por el centro, unos más por la izquierda, y de vez  en cuando (algo que podría resultar inaceptable) por la derecha.
Hay técnicas para que el mandatario te dé la palabra, pero muchas veces no funcionan.
a. Levantar la mano. Es la más simple, la más usual y digamos la más políticamente correcta, pero es la más ineficiente. Cuando AMLO va ya a concluir una idea, y se espera que dé de nueva cuenta la palabra, se levantan prácticamente todas las manos de los reporteros: 20, 30 o hasta 40 o 50. ¿A quién le toca.
b. Llamar la atención con la voz. Lo más clásico es: “acá, señor presidente”, o “señor presidente, por este lado, señor presidente”. Y se realiza al mismo tiempo en que se levanta la mano. Esta estrategia es efectiva solamente cuando el que levanta la voz es una sola persona. Pero como casi todos lo hacen, resulta ineficiente.
c. Dejar la mano levantada. Esta es una estrategia relativamente cansada, pues se deja la mano levantada mientras el presidente está hablando. Yo la verdad pienso que no es nada efectiva.
d. Interrumpir. Esta es ya una medida un poco desesperada. Cuando levantar la mano no tiene efecto, está el hablar cuando hay un espacio entre una frase y otra de AMLO. A veces tiene efecto, pues en una pausa, puede el reportero o la reportea captar la atención del Presidente y preguntar algo. Esta técnica solamente funciona cuando el tema del cual se quiere preguntar es el que está tratando AMLO. Es decir, es una técnica muy limitada, y atrevida.
e. Esperar a la despedida y preguntar con voz muy alta. Esta técnica funciona a veces: AMLO escucha una pregunta o una palabra o un tema, y se detiene cuando ya se está yendo, y responde. Pero la mayoría de las veces no funciona.
Estas son las opciones para preguntar. Pero sin duda, quizás el elemento más importante es llegar temprano. Así que, si uno quiere tener más posibilidades de tomar la palabra, lo más conveniente es salir de la casa a las 4:30, y llegar a Palacio como a las 5:50.

V

En redes sociales se les ha criticado mucho a los reporteros que asisten a las ruedas de prensa de Andrés Manuel.
Algunas veces la gente se enoja mucho porque hay reporteros que cuestionan al Presidente. Y eso, a mi parecer, no es malo, sino bueno: esa es una de las funciones del periodismo. En realidad, las preguntas que son a veces más críticas son con las que AMLO se explaya más, y eso ayuda a que la gente tenga más información.
Hay preguntas que a veces son muy torpes, y que podrían discutirse su pertinencia.
Hay también críticas a reporteros que son completamente injustificadas. Por ejemplo, he leído a personas en redes sociales que se molestan porque los reporteros no están poniendo atención a lo que está diciendo AMLO “porque están viendo sus teléfonos” y eso es una “falta de respeto”.
Un reportero tiene que leer (en el teléfono) al jefe de redacción o al editor quien le pide que pregunte tal o cual cosa. Tiene también que estar atento a lo que dice AMLO por si al propio reportero le surge una pregunta. Unos tienen que enviar “tuits” a las “redes sociales” del medio. Y además, se tiene que pensar de qué va la nota que se debe publicar unos minutos después de que termine la rueda de prensa.
Son muchas actividades en tan poco tiempo: es parte de la labor de los reporteros.
Por ejemplo, está quien ve el teléfono para leer que “al jefe” ya se le ocurrió una pregunta “imprescindible” y entonces el reportero tiene que pedir la palabra y tratar de llamar la atención porque el “jefe” dice que la pregunta que se le acaba de ocurrir es verdaderamente “imprescindible”.
Hay otros editores que quieren la nota “ya pronto”, así que hay personas que llevan teclados portátiles que se conectan bluethooth al celular, y durante la propia rueda de prensa están construyendo la nota para salga quizás antes de que se acabe la rueda de prensa.
La tensión de un reportero, pues, es mucha. Y el uso del celular no es para “stalkear” o “leer cartas de amor”, sino como parte de las prácticas modernas del periodismo, donde una persona (el reportero) muchas veces hace lo que antes hacían tres o cuatro personas. Y lo tiene que hacer más rápido.

V

Nunca un Presidente en México, y seguramente nunca un Presidente en el mundo, ha emprendido una tarea como la de AMLO: informar a la gente, de lunes a viernes, a las siete de la mañana.
Nunca a un Presidente en México, y seguramente a ningún Presidente en el mundo, le han hecho tantas preguntas los reporteros en los primeros tres meses de su gestión.
Es algo impresionante. Y que se debe resaltar.
Andrés Manuel López Obrador se despide. Varias personas lo siguen. Los reporteros por fin se levantan de sus sillas. Unos se van corriendo a la sala de prensa para redactar más notas. Unos más le marcan a sus jefes de información o a sus editores, y platican algo. Discuten. Acuerdan.
Yo salgo del salón con rumbo a la calle. Afuera, unas mantas de gente que quiere que se sepan sus peticiones.
No son ni siquiera las nueve de la mañana y ya parece que sucedieron muchas cosas. Porque, en realidad, sucedieron muchas cosas.
Es parte de la vorágine de este sexenio: van tres meses y parece que ha pasado un año.