Pedro Salmerón Sanginés
C
uando AMLO estaba en precampaña, recordamos que para llegar al poder, Lázaro Cárdenas tuvo que tejer una amplia alianza, no sólo con los movimientos obreros y campesinos: también con caciques, empresarios y algún que otro político corrupto (https://bit.ly/37yg3Nc). Hoy, que AMLO gobierna, necesitamos recordar que, una vez en la Presidencia, Cárdenas necesitó año y medio para empezar a instrumentar las grandes reformas sociales que la Revolución exigía.
Para hacerlo, Cárdenas necesitaba tener los hilos del poder (no sólo el aparato del gobierno) y, sobre todo, el respaldo organizado del ala izquierda de la alianza que lo llevó a la Presidencia. La punta de lanza del ala izquierda la constituía la Confederación General de Obreros y Campesinos de México, que en 1936 se convirtió en Confederación de Trabajadores de México (CTM), particularmente los sindicatos de ferrocarrileros, petroleros, electricistas, minerometalúrgicos y otros gremios de larga tradición de lucha. La otra clave fueron los sectores más radicales del movimiento campesino, herederos de la Liga Nacional Campesina, los alacranes rojos y otros grupos ligados al Partido Comunista.
En 1935 los apoyos de estos sectores eran aislados y el grupo cardenista pensó que debían ser articulados y dirigidos por el Partido Nacional Revolucionario (PNR). Sin embargo, el presidente del partido de junio de 1935 a agosto de 1936, Emilio Portes Gil, se limitó a gestionar los problemas electorales, y a impedir que creciera la fuerza de los líderes sociales en la toma de decisiones. También obstaculizó el funcionamiento del Instituto de Estudios Sociales, Políticos y Económicos, encabezado por Lucio Mendieta y Núñez.
Para muchos observadores, el resultado de la política de Portes Gil fue la parálisis del partido y su desprestigio ante las masas. Ello se resolvió en agosto de 1936, cuando Portes Gil renunció y fue electo presidente del partido Silvano Barba González, uno de los más cercanos colaboradores del presidente. A los pocos días de instalada, la nueva dirección nacional divulgó cuáles serían sus líneas de trabajo, en un
Manifiesto a las clases proletarias de México: se anunciaba que el partido iniciaría una profunda transformación formal para ampliar la participación política de obreros y campesinos. Transformaba el partido en un frente revolucionario de masas.
De inmediato empezó la gran obra social del cardenismo: el reparto agrario en gran escala, que arrancó en septiembre y tuvo su primer salto espectacular en noviembre, con el reparto de La Laguna, en el que asesoraron al presidente los dirigentes agrarios comunistas y ex villistas Pedro Rodríguez Triana y Lorenzo Ávalos, aliados del general Francisco J. Múgica, cabeza del ala izquierda del gobierno.
Las historias de la expropiación petrolera consignan el papel central del sindicato petrolero en la batalla por la recuperación de nuestra soberanía energética y económica, así como el apoyo del secretario general de la CTM, Vicente Lombardo Toledano, a esa tarea. No olvidemos el enorme respaldo popular expresado en calles y plazas a esa medida, audaz y decidida.
Sin embargo, la política social del cardenismo se detuvo en 1939 y se le empezó a dar marcha atrás en 1940, no frente a una oposición que no encontraba otro discurso que el fascista y/o la crítica calumniosa al proyecto de Cárdenas, sino por la derrota interna del ala izquierda en la lucha por la candidatura presidencial de 1940.
Aunque dediqué a ese tema parte central de mi tesis de maestría en historia de México, no termino de entender exactamente qué ocurrió. Creo, sin estar seguro del todo, que los intereses reales de poder (las cámaras empresariales, la mayoría callista del Senado y varios gobernadores de derecha encabezados por Miguel Alemán, Maximino Ávila Camacho, Wenceslao Labra y Marte R. Gómez) se le adelantaron a Cárdenas y lo enfrentaron a un hecho casi consumado (la candidatura del “caballero –de Colón–” Manuel Ávila Camacho), pero, ¿por qué la izquierda no apoyó eficazmente a su candidato natural, Francisco J. Múgica?
Según declaraciones posteriores, Lombardo Toledano y otros líderes obreros y campesinos tuvieron miedo de un golpe de Estado, con el que amenazaban la derecha fascista y sus instrumentos. Pero también es cierto, que durante el periodo de control callista y portesgilista del partido, se instalaron en posiciones clave los políticos que, encabezados por Alemán, inclinaron la balanza contra Múgica.
Confío en que atentos a esas lecciones, los resultados del Congreso Nacional de Morena verificado este domingo, acaben con la parálisis política del partido, para que asuma la defensa activa de la Cuarta Transformación y la canalización de las demandas de la sociedad.
Pd: No, el PRI, nacido con Miguel Alemán, no es heredero del cardenismo (https://bit.ly/30WAJMn).
Twitter: @HistoriaPedro
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