jueves, 30 de enero de 2020

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Pemex: historias de gallegos // Calderón, EPN, Mouriño
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▲ La cadena BBC, el servicio de noticias más confiable y consumido de Gran Bretaña, anunció que aplicará un plan de ahorro por 80 millones de libras que implicará el despido de 450 personas de su área de noticias.Foto Afp
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omo era de esperarse, porque se veía venir desde el inicio mismo del negocio promovido por el gobierno calderonista y concretado en el de Peña Nieto, el rescate, las pérdidas y la deuda de una empresa no solo privada, sino extranjera, terminaron pagadas por las arcas nacionales.
Se trata de la compra del 51 por ciento de las acciones del consorcio gallego –al borde de la quiebra cuando se hizo la operación y lo mismo a seis años de distancia– astilleros Hijos de J. Barreras, que (desde 2007) impulsó y negoció Juan Camilo Mouriño –el querubín español de Felipe Calderón–, que coronó Carlos Mouriño Atanés (gallego, por cierto), padre del ex secretario de Gobernación, y pagó -con recursos de PMI (con José Manuel Carrera Pannizo a la cabeza de la filial de Pemex), desde luego- Emilio Lozoya Austin en el primer año de gobierno de Enrique Peña Nieto (diciembre de 2013).
Originalmente, el rescate le costó al erario 5 mil 200 millones de pesos (300 millones de euros de entonces) y a cambio Pemex obtuvo el 51 por ciento de las acciones de una empresa española prácticamente quebrada, pero con excelentes relaciones personales con otro gallego, Carlos Mouriño Atanés, quien a su vez utilizó a su hijo Juan Camilo, por aquellos ayeres (2007) despachaba como jefe de la Oficina de la Presidencia de la República y consentido del inquilino de Los Pinos Felipe Calderón.
A Juan Camilo no le dio tiempo (murió en un avionazo el 4 de noviembre de 2008), pero a su padre sí (un oscuro empresario que llegó a México “para hacer la América y convirtió al sureste mexicano, especialmente Campeche, en su paraíso financiero con la ayuda de priístas y panistas, como Carlos Cabal Peniche). Aprovechó la estrecha relación con Felipe Calderón y el negocio siguió su curso (que incluía contratos de Pemex para los citados astilleros).
Pero fue con Enrique Peña Nieto con quien Mouriño Atanés pudo poner la cereza al pastel gallego. En diciembre de 2013, con Lozoya Austin en la dirección general de Pemex, la ex paraestatal desembolsó la friolera de 300 millones de euros para quedarse con el 51 por ciento de las acciones de astilleros Hijos de J. Barreras, una empresa al borde de la quiebra en la que, no obstante ser el accionista mayoritario, nunca participó en su administración. Los minoritarios tomaban las decisiones.
Emilio Lozoya -es de suponer que con la autorización de Peña Nieto y el consejo de administración de Pemex- soltó los 5 mil 200 millones de pesos (en tal consejo participaban Pedro Joaquín Coldwell, Luis Videgaray, Ildefonso Guajardo, María de Lourdes Melgar, Miguel Messmacher y Francisco Beltrán Rodríguez, entre otros) y el operador de todo esto fue Mouriño Atanés.
Además, poco antes de concluir su estancia en Los Pinos, Felipe Calderón instruyó a su director general de Pemex, Juan José Suárez Coppel, para que los astilleros construyeran dos floteles (hoteles flotantes destinados al personal que labora en plataforma) para la ex paraestatal. ¿Qué sucedió? Bueno, lo descrito en cuanto al rescate de la empresa gallega con recursos públicos; los floteles no pueden venderse, pues su avalúo es muy pequeño, y el resto ayer lo explicó el actual director de Petróleos Mexicanos, Octavio Romero:
En octubre de 2018 (en plena transición) recibimos una notificación del astillero: nos quería comprar las acciones, pero lo rechazamos, porque en realidad no era compra, sino cesión de acciones (que Pemex se las diera gratis). Tomamos el control de la administración, muy deficiente, con muchos problemas y cosas no claras en las formas de operar. Las administraciones anteriores de Petróleos Mexicanos no se preocuparon por revisar el estado de las finanzas de la empresa Hijos de J. Barreras. Intervenimos la administración y existe la posibilidad de que se declare en quiebra (con pérdidas de 50 millones de euros, hasta ahora).
Las rebanadas del pastel
En el prianato, como siempre, el dinero público se puso a disposición de los negocios privados. ¿Y los platos rotos? Bueno, para eso estaba el erario a su disposición.

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