Lozano y su “paz laboral”
Sin prestaciones, 30 millones
Ni una foto del beato Calderón
Carlos Fernández-Vega
Aspecto parcial de la marcha obrera realizada ayer con motivo del Día del Trabajo, para oponerse a la reforma laboral impulsada por el gobierno y partidos políticos Foto Jesús Villaseca
Muy contento estaba el (autodenominado) gallo” Javier Lozano Alarcón en plena celebración del primero de mayo, agradece que te agradece “la actitud solidaria, responsable y madura de trabajadores, sindicatos, federaciones y confederaciones de organizaciones del movimiento obrero, pues gracias a un fructífero diálogo social del que son parte imprescindible, México goza de paz laboral”, cuando de repente alguien le dijo al oído: “no seas güey, que los agradecidos son los barones; por eso, mejor dedícate al Twitter, porque el horno no está para bollos, pues tu balance como supuesto titular de la Secretaría del Trabajo es desastroso”.
Pero el “gallo” desplumado (contumaz enemigo de la prudencia) siguió y siguió, porque “son la paz laboral y la estabilidad económica condiciones necesarias, aunque no suficientes, para alentar más inversiones en el país, lo cual sirve para la generación de más y mejores empleos con previsión y seguridad social. En 2010 y en lo que va de 2011, México ha acumulado un número significativo de nuevos empleos con seguridad social, al tiempo de que las revisiones salariales han permitido preservar el poder adquisitivo de los trabajadores, dijo. Tenemos avances que no debemos menospreciar, fruto del esfuerzo de los factores de la producción y del adecuado equilibrio entre ellos, alentado en un contexto de libertades y de políticas públicas responsables de parte del gobierno federal” (Notimex).
Pues bien, ¿cómo les ha ido a los trabajadores en el sexenio de “para vivir mejor”? El Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM (Reporte de investigación número 90; México: Resultados de la política económica aplicada a los trabajadores, 2006-2011) contribuye a entender detalladamente aquello de la “actitud solidaria, responsable y madura” citada por el susodicho: “en el sexenio calderonista existen más de 29 millones 800 mil trabajadores sin prestaciones laborales, y se registra una pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo de 42.06 por ciento; siete de cada 10 trabajadores obtienen entre cero y tres salarios mínimos. Mientras el gobierno levanta los macro indicadores del supuesto crecimiento económico y propone modificaciones laborales, la micro economía familiar y de los trabajadores del país muestra la magnitud del descaro oficial y de la guerra económica, que tiene también bajas en aumento”.
La política “ejemplar” del gobierno calderonista, apunta el CAM, ha precarizado aún más las condiciones laborales y de vida de la clase trabajadora en México. “Al observar la pérdida de prestaciones, el incremento en las jornadas laborales, disminución del salario real, la existencia de empleos precarios, en suma, un terreno fértil a la desigualdad. Hoy el salario mínimo en México es insuficiente para la reproducción de la fuerza de trabajo; se ha disminuido la generación de empleo productivo e incrementado la movilidad laboral por medio de la subcontratación; se han fomentado los despidos y la recontratación de trabajadores bajo nuevas normas; se observan incrementos notables en la intensidad del trabajo, y aumento extraordinario de la jornada laboral a través de diversos procedimientos (horas extra, sistemas de turnos, menos salario real, violación de normas jurídico-laborales, etcétera)”.
Las reformas laborales propuestas por distintos partidos y la clase política del país, “significan un golpe a los trabajadores de la misma magnitud que la reforma al artículo 27 durante el salinismo. Mientras los 11 barones Forbes concentran más de 15 por ciento del producto interno bruto, alrededor de 47 millones de trabajadores se jalonean el 29 por ciento de ese mismo PIB. El pastel se reparte así; 10 de cada cien trabajadores no obtienen ingreso; 14, hasta un salario mínimo (58.22 pesos diarios, promedio de las tres zonas geográficas); 25, entre uno y dos (58.22 a 116.44 pesos); 23, de dos a tres (116.44 a 174.66 pesos); 18, de tres a cinco (174.66 a 291.10 pesos; éstos serían los clasemedieros de Ernesto Cordero), y 10, más de cinco (291.10 pesos en adelante).
El deterioro del poder adquisitivo del salario se constata con el ejercicio realizado por el CAM: ¿cuánto se podía comprar antes, y cuánto después? Con un mini ingreso, el primero de diciembre de 2006 se compraban 7.22 kilogramos de tortillas; el primero de marzo de 2011 sólo 5.42 kilogramos; 48.67 piezas de pan (el que se come), contra 39.88 entre una fecha y otra; 4.85 kilogramos de frijol bayo, contra 4.27; 7.71 litros de leche, contra 4.27; 3.33 litros de aceite, contra 2.86; 4.2 kilogramos de huevo, contra 3.32. En la fecha de arranque del calderonato, el salario mínimo diario era de 48.67 pesos (zona geográfica A) y el precio, también diario, de la canasta alimenticia recomendable de 80.83 pesos (una diferencia de 66 por ciento favorable a la última); el primero de marzo de 2011 el mini ingreso ascendió a 59.82 y la CAR a 171.37 pesos (una diferencia de 106.5 por ciento).
El primero de diciembre de 2006 un trabajador requería laborar 13.19 horas para adquirir la CAR; para el primero de marzo de 2011 la jornada se incrementó a 22.55 horas, una diferencia de 71 por ciento entre una fecha y otra.
He allí el “fructífero diálogo social” y el México que “goza de paz laboral” presumidos por el “gallo” Lozano.
Las rebanadas del pastel
Qué lástima: la siempre prolífica cuan aparatosa maquinaria propagandística (le llaman “comunicación social”) del inquilino de Los Pinos ni siquiera regaló a los mexicanos una foto, infografía, video, audio, etcétera, de la “ceremonia plural” que resultó ser (versión residencia oficial) la beatificación del encubridor de pederastas en el Vaticano. Ya que no tuvo esa cortesía, podría ser tan amable de informar a quienes con sus impuestos cubren hasta el último centavo (afición futbolera y mochería incluidas) de las actividades del susodicho ¿cuál es el beneficio obtenido por la República tras la participación de Felipe Calderón en tan bonita ceremonia? Y ya entrados, ¿cuánto costó el numerito, curas incluidos?, porque dos tweets del devoto viajero disfrazado de jefe de Estado ni lejanamente justifican el gasto (1: “Juan Pablo II fue un Papa que tuvo especiales atenciones con México, al que quiso entrañablemente. Realizó cinco visitas a nuestro país”; y 2: “Mi esposa y yo asistimos a la beatificación de Juan Pablo II. Lo recordamos con admiración y cariño”.) ¿Y?
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