MORENA es la culminación de un movimiento de resistencia, asegura Laura Esquivel
México, Distrito Federal
Domingo 02 de octubre de 2011
* Palabras de la escritora Laura Esquivel, en la asamblea constitutiva del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA)
Miembros del Comité Ejecutivo. Miembros del Consejo Consultivo. Presidente Legítimo. Hombres y Mujeres libres que nos acompañan.
Ésta es una mañana feliz. Es una mañana que marca el inicio de MORENA como Asociación Civil. Es un paso más en el camino que juntos hemos recorrido impulsados por el deseo de superar el caos de mentira, manipulación y odio que generó el fraude electoral del 2006.
Ha sido un largo pero fructífero camino donde se han ido congregando millones de personas. MORENA es la culminación de un movimiento de resistencia, que ha pasado por distintas etapas de lucha: desde la defensa del voto que nos robaron impunemente, hasta la lucha por conservar el patrimonio nacional, pasando por la indignación frente a un poder autoritario y espurio.
Pero MORENA se convierte hoy, por medio del poder maravilloso de la palabra, en una nueva asociación comunitaria, en un nuevo grupo que cree en el poder de lo mejor de nosotros para concebir, construir y conservar el país que queremos, el país por el que luchamos.
La diferencia entre el México en el que vivimos y el que queremos habitar radica en las acciones que tomemos colectivamente. En las palabras que pronunciemos.
Los seres humanos somos palabra y discurso, palabra que al sonar nos erige. Nos dignifica. Definimos nuestra historia personal por medio del alimento que nos brinda la Historia comunitaria. Nos decimos nuestro nombre y lo aceptamos porque somos llamados y dichos por los otros. Nos aceptamos porque aceptamos a los demás, confiamos en ellos, confiamos en su palabra. Nos escuchamos al escucharlos.
Por otra parte, para poder decirnos a nosotros mismos, y para poder decirse la comunidad, decirse quién es en realidad, debe apelarse a la memoria, que no es otra cosa que el sustento de todos nuestros nombres, es el discurso de discursos: lo que en verdad pasó y sigue pasando, la tierra más firme que nos sostiene.
Esa Historia se inserta en los mitos, las estructuras familiares, sociales y en las ideologías, se inserta en fin en todas las formas que toma la palabra. Palabra que nos convoca y nos brinda un sustento verdadero. Eso es MORENA.
Es una palabra que surge en el corazón, que se alimenta en la memoria, que se pronuncia con alegría pues representa la intención más luminosa de una comunidad, de un movimiento que trabaja para mantener sus principios y esperanzas. Esa fuerza que MORENA representa no está depositada en manos de un hombre o de una mujer o de un grupo de “notables”, esa fuerza radica en el espíritu del grupo, es de hecho su verdadero nombre y su definición más pura.
Hay palabras que habitan en la historia de nuestro pueblo que inevitablemente nos transportan a otros momentos, a momentos tristes y dolorosos. Basta pronunciar “2 de octubre no se olvida” para remitirnos a un día aciago en el que la palabra fue secuestrada por el Caos, caos generado por el abuso de los poderosos, por esos seres hambrientos de despojo, sedientos de poder y ricos en esterilidad y muerte.
Definitivamente ese 2 de octubre de 1968 fue un día triste. Fue una tarde en la que se colapsó la verdad de la palabra de los estudiantes y se instauró despiadadamente la palabra traicionada, la palabra muerta de nuestros gobernantes.
¡Cuánto abuso, prepotencia y muerte engendró en nuestro pueblo el autoritarismo inmisericorde, ciego y carente de palabra de ese entonces! ¡y cuánta muerte sigue ocasionando el autoritarismo necio y obcecado del presente!
Cuando la palabra es secuestrada por el caos, la verdad se colapsa y en su lugar se apoltrona la mentira: palabra traicionada, palabra muerta.
Así pues el entusiasmo, el orgullo de los pueblos, el gozo de la nutrición espiritual, todo lo bueno que nos define, se desmorona irremediablemente. Sólo reina entonces la pobreza: la material y todas las otras formas de pobreza de la comunidad y de la persona.
El campo se muere, el trabajo se degrada, se envilece la vida pública, la democracia se traiciona y la esperanza es sustituida por el resentimiento y la impotencia. Por si esto fuera poco, el Caos se alimenta de sí mismo, genera más y más caos y más mentiras: mentira tras mentira, mentira tras mentira: tempestades de palabras muertas.
Del Caos se engendra siempre la destrucción pero surge también la oportunidad de cambio. La maravillosa opción de renacer y volver a empezar. La generación de un nuevo espíritu.
La esperanza saca lo mejor de nosotros mismos. Es además un escudo óptimo contra la mentira y la deformidad del poder autoritario. La esperanza de la transformación nos hace sentir que nuestro verdadero nombre regresa al primer plano, que la palabra resucita y retoma su poder de ser verdad.
Sin embargo, cuando los poderes mentirosos perciben este renacimiento en los grupos, en los pueblos, en la palabra, concentran todo su esfuerzo en la intención deliberada de destruirlos. Comienza una pugna donde hacen su aparición todos los juegos más sucios y los actos más viles que los seres humanos son capaces de crear. Los hemos visto. Los hemos presenciado. Los hemos escuchado. Y estamos preparados para desenmascararlos.
No tengo que recordarles mucho lo que este movimiento en particular y otros movimientos en la historia del país han tenido que enfrentar para defender su verdadera esencia, lo que han tenido que luchar contra los embates del poder. Ha llegado el ataque y a veces incluso la muerte para algunos de sus luchadores y los periodistas que hablan con la verdad.
Lo que los gobernantes ignoran es que la palabra no muere. Su esencia sigue latente en los vivos que la buscan con sinceridad, que la retoman, que la pronuncian y la comparten de boca en boca como si de un beso se tratara. Las palabras de los muertos son la fuerza de la memoria y nos recuerdan la dirección que debemos seguir.
En este momento quisiera hablar de la solidez de la palabra de tres de nuestros compañeros, que ya no llegaron a ver el surgimiento de Morena porque la muerte se atravesó en su camino, pero que participaron activamente en la consolidación de este movimiento: Javier Wimer, Bolívar Echeverría y Carlos Monsiváis.
En honor a ellos y a todos los que murieron hace 43 años en la Plaza de las Tres Culturas.
Ahora rompamos el silencio con un aplauso que celebre la vida que hoy inicia en MORENA.
En MORENA se recogen los ecos, los murmullos, los cantos, las risas de los caídos en una causa justa y los convierten en Historia viva que nos da respaldo, emoción y fuerza para seguir adelante.
En ella se agrupan los testimonios de todos aquellos que han trabajado en la construcción de un Proyecto Alternativo de Nación, en el sostenimiento de una causa que hoy más que nunca es necesaria y valiosa. En ella, la Historia vuelve a ofrecernos la oportunidad de recuperar la Palabra, de recuperar México.
Bienvenida sea pues una nueva Asociación Civil. Una nueva y vieja palabra que invoca el espíritu de todo un pueblo. Porque cuando decimos MORENA decimos hermano; decimos río, decimos pueblo, decimos árbol, decimos lluvia, decimos maíz, decimos paz, decimos frijol, decimos flor de calabaza, decimos sol, decimos luna, decimos viento, decimos canto, decimos abuelos, decimos hijos, decimos vida.
Vida renovada. Vida digna. Vida dichosa. Vida compartida en libertad. ¡Que viva MORENA!
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