SuperFelipe deshace complot
Otro salvamento heroico
“Como libreto de Hollywood”
Diputados comparecen
Julio Hernández López
OTRO MODELO. El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, la bióloga Tiahoga Ruge y Francisco Plancarte durante la inauguración de la primera etapa del Parlamento Mundial Ciudadano, ayer en la Cámara de Diputados. Cárdenas Solórzano se pronunció en favor de los gobiernos de coaliciónFoto Francisco Olvera
Otro salvamento heroico
“Como libreto de Hollywood”
Diputados comparecen
Julio Hernández López
OTRO MODELO. El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, la bióloga Tiahoga Ruge y Francisco Plancarte durante la inauguración de la primera etapa del Parlamento Mundial Ciudadano, ayer en la Cámara de Diputados. Cárdenas Solórzano se pronunció en favor de los gobiernos de coaliciónFoto Francisco Olvera
El superhéroe ha vuelto a salvar al mundo (o cuando menos a una parte relevante de él). De golpe, gracias a sus especiales poderes de investigación inducida, frenó todo un complot internacional, colocó a sus archienemigos conocidos como Los Zetas en una especie de paredón binacional, metió a México en el apasionante rejuego de espías, atentados, venganzas y maquinaciones de Estados Unidos contra Irán (y al revés), y demostró a sus conciudadanos que a un paladín de la justicia, como es él, El Gran Felipe, le resulta más fácil identificar a un presunto terrorista en tránsito que a mexicanos masacrados en Veracruz o en el tamaulipeco San Fernando (por citar sólo un par de ejemplos del amplísimo expediente de asesinados y desaparecidos) o a jefes narcotraficantes del cártel de Sinaloa (nomás por citar un caso, prácticamente al azar).
Es la sublimación de las potencialidades creativas de la afamada firma cinematográfica oficial denominada García Luna Productions, no necesariamente porque lo reportado sea un montaje, pero sí porque el ánimo escenográfico y la intencionalidad justificatoria son similares a las que tanto reconocimiento han acarreado al ingeniero químico a cargo de la seguridad pública desde el plano federal. Sí se puede, nomás hay que encontrar la ocasión propicia, dirían los felipistas emocionados porque en medio de la descomposición del país ha sido posible insertar en planos internacionales el mito genial de la calidad ejecutiva de la inteligencia operativa mexicana: “n’ombre, y que se nos quiere colar un cuate que disimulaba sus propósitos bajo su inconfundible nombre original, y que lo detectamos porque tenía orden gringa de aprehensión, y que no lo dejamos llegar acá a que se siguiera poniendo de acuerdo con sus compinches para luego ir a Guachinton a causar vandalismo en embajadas y asesinar a diplomáticos”. Cien mexicanos del gobierno dijieron, con el Vítor Cal.
El estado policiaco del calderonismo rinde frutos a su matriz en Washington en un episodio que suministra coartadas al poder gringo para dar continuidad a su obsesión contra Irán y, al demostrar esa eficacia argumental, recibe palmadas de agradecimiento y frases anonadadas, como la de Hillary Clinton que ha calificado el episodio del complot fallido de “logro increíble”. Increíble, en efecto, es la historia de un conspirador iraní que busca, tal vez en los avisos clasificados, a un narcotraficante mexicano que le ayude a colocar bombas en la capital de Estados Unidos. Y resulta que el supuesto cómplice es uno de los informantes de la DEA, agencia ésta que se mueve como si nada en México, no solamente para bien armar a los cárteles, sino incluso para simular que sus agentes son mercaderes mexicanos de droga. Las primeras noticias parecen caer en error o cuando menos ser coincidentemente confusas al no precisar los términos de la trama, pues en primera instancia pareciera entenderse que nunca se permitió al complotista entrar a México, ya que habría sido detectado a tiempo por el diligente instituto de migración, aunque The Washington Post dice en wapo.st/q8xAN4 que el conspirador tenía amplio contacto con mexicanos desde Texas, donde residía, y que había realizado “repetidos viajes” entre Irán y México.
Por lo pronto, y para beneplácito de su plan en curso de desarticulación de las posibilidades de subsistencia de la nación mexicana, el calderonismo ha de brincar de gusto porque con este episodio peliculesco (“aunque se lee como las páginas de un libreto de Hollywood, el impacto habría sido muy real y muchas vidas se habrían perdido”, explicó ayer el director de la FBI, Robert Mueller) ha consolidado a México en el archivo de los peligros para la seguridad nacional estadunidense que son susceptibles de intervención. Por ejemplo, la siempre oportuna secretaria Janet Napolitano dijo ayer, en un foro organizado por la Universidad George Washington, que la lucha contra los cárteles mexicanos es asunto de seguridad interna de Estados Unidos.
Felipe ya tendrá quién lo salve, en lo político y lo electoral, pues ha demostrado ser fiel servidor de los propósitos estadunidenses (cabría preguntarse si el escándalo desatado respecto a Irán, y la eventual acometida bélica o las represiones en curso habrán de facilitar a Barack Obama su atorada relección). Además, involucrando a Los Zetas en el complot fortalece el desarrollo de la política casi explícita de combate exclusivo a los tales zetas para dejar el campo libre al cártel ganador, el favorito de este sexenio y el anterior. Cierto es que al involucrar a nuestro país en el minado terreno del conflicto que Estados Unidos busca detonar con Irán a como dé lugar (los presuntos bombazos podrían ser como el alegato bushista de las inexistentes armas químicas de destrucción masiva utilizado para invadir Irak), México se convierte también en un blanco posible, pero eso al superhéroe nativo poco le importa, decidido como está a seguir salvando al mundo, o porciones selectas de él, aunque en casa todo se desmorone.
En otro asunto de belicismo al revés, para glosar lo relacionado con el quinto Informe de gobierno calderonista los diputados federales citaron a comparecer al secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván... en las propias oficinas del funcionario, adonde acudirán los legisladores convocantes, como si la obligación de trasladarse correspondiera a ellos y no al “compareciente”.
El escándalo de los presuntos atentados por realizarse en Washington desplazó de la atención pública el viaje de Andrés Manuel López Obrador a Estados Unidos y su planteamiento de que es necesaria de allá hacia acá una política de cooperación para el desarrollo y no de ayudas en materia de seguridad. El tabasqueño destacó la imagen sintomática del nuevo embajador estadunidense en México cuyo primer acto mediático fue la entrega de helicópteros militares. En vez de ello, explicó el aspirante a candidato presidencial, hubiera sido deseable la entrega de cheques para financiar proyectos productivos. ¡Hasta mañana!
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juliohdz@jornada.com.mx
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