Gabriela Rodríguez
¿Qué diría Freud de los actos fallidos de Peña Nieto realizados frente a cámaras y micrófonos? El corpus teórico que nos legó el fundador del sicoanálisis permite comprender tales actos como expresiones del plano inconsciente o preconsciente. “Habremos de admitir obligadamente que existen en el hombre tendencias susceptibles de actuar sin que él se dé cuenta (…) la vida síquica es un campo de batalla en el que luchan tendencias opuestas o, para emplear un lenguaje menos dinámico, un compuesto de contradicciones y de pares antinómicos. De este modo, la existencia de una tendencia determinada no excluye la de su contraria. En nuestro siquismo hay lugar para ambas, y de lo que se trata únicamente es de conocer las relaciones que se establecen entre tales tendencias opuestas y los efectos que emanan de cada una de ellas” (Psicopatología de la vida cotidiana, Obras Completas, Tomo I, Biblioteca Nueva, 1973.) El candidato presidencial del PRI no solamente tiene más espectaculares en la campaña electoral, también es a quien más actos fallidos le identifican en las redes sociales, tal vez porque dentro de nuestra cultura occidental tales actos se asumen como expresión de una verdad oculta o secreta. El que circula recientemente fue grabado en julio de 2009 cuando fue orador estelar en el 35 aniversario de Antorcha Campesina; en pleno Estadio Azteca el entonces gobernador del estado de México afirmaba “… para que juntos, logremos tener esta gran nación donde predomine la justicia y desigualdad social –y corrige– mmm... igualdad social, desigualdad es la bandera que hacemos nuestra, porque es justamente lo que hoy vemos en esta nación”. Imposible interpretar sin ayuda del sujeto –diría Freud–... los actos fallidos resultan de la interferencia de dos intenciones diferentes, una de las cuales puede calificarse de perturbada y la otra de perturbadora. “En casi todos los casos en los que la equivocación nos hace decir lo contrario de lo que queríamos, la intención perturbadora es, en efecto, opuesta a la perturbada, y el acto fallido representa el conflicto entre las dos tendencias inconciliables (…) la equivocación se deriva directamente del contenido mismo de la intención perturbada o se halla en conexión con ella.” Hay veces que la intención perturbadora es reconocida por el sujeto de la equivocación, en otras ocasiones la persona reconoce en la tendencia perturbadora una tendencia personal, pero también hay casos en los que el sujeto protesta y, no contento con negar la existencia de esa intención, afirma que tal intención le es ajena en absoluto. Motivo de sospechosismo fue también cuando ante pregunta del periodista Jorge Ramos el actual candidato del PRI olvidó y no pudo mencionar la enfermedad de la que su mujer falleció; el político titubea cuando se le pregunta la causa de muerte de su esposa: “… no recuerdo… era algo parecido a la epilepsia”. Existen múltiples interpretaciones del olvido; hay que plantear las hipótesis con certeza más que suficiente, analizar si se trata de una voluntad contraria directa y cuál es la procedencia de la misma, porque “los recuerdos penosos sucumben con especial facilidad al olvido”. Veamos los olvidos y el lapsus de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Sin duda fue una expresión de ignorancia la que protagonizó el mexiquense al no poder citar tres textos que hubieran marcado su vida; pero leyendo a Freud, hasta ahora me percato de que al confundir a Enrique Krauze como autor de La silla del águila hay una conexión muy visible: Peña Nieto también se llama Enrique. ¿Pareciera que al errar se coloca él mismo como autor? ¿O tal vez como protagonista de la novela? Se trata de una obra de Carlos Fuentes que nos pinta la realidad política de 2018 como continuidad del México actual, prácticas llenas de intrincados laberintos, un catálogo de bajezas, traiciones, dobles discursos y asesinatos. Para el padre del sicoanálisis, si determinados nombres escapan a la memoria no es tan sólo porque le sean desagradables al sujeto, sino también porque pertenecen a otros ciclos de asociaciones con los cuales se hallan en relación más estrecha; “los nombres sustitutivos están en visible conexión con el buscado y la existencia de esa conexión sigue trayectorias regulares y perfectamente calculables”. Otros olvidos del puntero de las encuestas, como el del salario mínimo, el precio de la tortilla o el saldo en la propia cuenta bancaria podrían ocultar intenciones perturbadoras, pero también perfilan una personalidad “los individuos olvidadizos, a quienes se les disculpa generalmente sus faltas –según hipótesis del descubridor del inconsciente–, esas personas que olvidan las promesas que han hecho y dejan incumplidos los encargos y se muestran indignos de confianza (…) En estos casos es una gran cantidad de desprecio hacia los demás el motivo que el factor constitucional explota para sus fines. “Debemos proceder con gran precaución y prudencia hasta en las interpretaciones aparentemente más exactas –escribe Sigmund Freud–, pues aquello que desde el punto de vista sicológico presenta un solo significado puede mostrarse susceptible de varias interpretaciones desde el punto de vista práctico”. La persona que habla puede manifestar intenciones que ella misma ignora, pero que se pueden descubrir guiándose por determinados indicios; y guiarse por pequeños indicios, como aquí lo hacemos, trae consigo determinados peligros. grodriguez@afluentes.org @Gabrielarodr108
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