Acuerdos sucios de PRI y PAN
El DF, el botín
Desconfianza entre propios
Miguel Ángel Velázquez
F
rente a la promiscuidad partidista, que es pan de todos los días, los acuerdos sucios entre las organizaciones políticas más disímbolas por sus principios fundacionales se dan sin mayor problema, y la ciudad de México no podría ser la excepción.
Ahora resulta que en más de tres ocasiones PRI y PAN, que desde hace varios años, o décadas, ya no se diferencian en su quehacer, han construido una mesa de negociaciones para tratar de ganar algo en el DF. Algo como lugares en la Asamblea Legislativa o algunas delegaciones que les parecen importantes para su futuro.
Como decíamos, en tres ocasiones el líder del PRI en la capital del país, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, y Manuel Andrade, aquel que fue gobernador de Tabasco, con muchos asegunes, y hoy es el delegado general del CEN de ese partido para la capital, compartieron la mesa con los panistas Mariana Gómez del Campo, Federico Döring y Gabriela Cuevas, para diseñar una estrategia para la ciudad de México.
No se trata de una broma. Ese grupo, según nos cuentan, quiere, por lo pronto, impulsar leyes que vistan a sus partidos, claro, unos en apoyo de otros y todos en montón para invalidar, también, cualquiera de las iniciativas que provengan del gobierno de Miguel Ángel Mancera o bien que nazcan en el grupo parlamentario del PRD.
Esta, se nos advierte, será la carta principal de ese binomio –PRIAN– para iniciar su trabajo y tratar de alcanzar algunas posiciones en el DF. Ya tiene el PRI Cuajimalpa, y al PAN sólo le queda Benito Juárez, pero en conjunto pretenden, por ejemplo, arrebatar la delegación Cuauhtémoc y recuperar Miguel Hidalgo, que los panistas consideran propia.
El asunto es que nadie sabe qué tanto éxito puedan tener, y mucho menos cuánto puedan durar. El caso es que entre ellos hay, digamos, mucha desconfianza. Nadie, ni los propios panistas, tienen confianza en que Döring defienda hasta el final las propuestas que se han planteado. Hay quienes aseguran que la muy calderonista Mariana Gómez del Campo ha comentado sus dudas respecto del legislador, a quien miran cercano a la jefatura de Gobierno del DF.
Y no sólo en el PAN hay estas dudas. Cuauhtémoc Gutiérrez sabe que no es, ni será, bien visto por el grupo de Peña Nieto. Las diferencias entre Gutiérrez y Peña no son nuevas ni se han lijado. Por eso el líder priísta siente toda la desconfianza del delegado general, Manuel Andrade, porque siente que más que ayuda para su trabajo es un espía que lo vigila cualquier movimiento para informarlo al CEN de su partido.
Por eso, tal vez, es que aún no se levantan las banderas de guerra interna en esas organizaciones en el DF, aunque se esté incendiando la pradera, pero, por lo pronto, alguien en el Gobierno del Distrito Federal y en la ALDF deberían estar más al tanto de cómo viene la estrategia, que seguramente no terminará en lo poco que les hemos comentado, y tratará de hacer algo más, o mucho más, para tener presencia en la ciudad. ¡Aguas!
De pasadita
Habrá que entenderlo, en el DF la gente no quiere que se cambien las reglas del juego en Pemex. El PRD ya empezó la batalla, y francamente no es tan necesario saber qué es lo que quiere el PRI y eso se exprese en un documento. Para todos es más que sabido que la intención es que Peña Nieto pague las deudas que contrajo en su campaña por Los Pinos. Además, para nadie tampoco es noticia que en ese intento –el de pagar lo que debe– se trate de vender, en el mejor de los casos, lo poco que aún le queda a Petróleos Mexicanos. Así que la lucha y la estrategia de la ciudadanía, que esta vez representa el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, ya está más que lista para exigir que no se toque el artículo 27 constitucional, y que la renta del petróleo siga en manos de los mexicanos.
Morena por su parte, y aparte, hará lo suyo. Así están las cosas.
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