viernes, 22 de noviembre de 2013

México SA

Videgaray: el tijera de oro
PIB: cuarto recorte al hilo
Realidad vs bola de cristal
Carlos Fernández-Vega
Y
ahora con ustedes, el cuarto recorte de la temporada. La Secretaría de Hacienda, con Luis Videgaray al frente de la tienda, muy cerca está de romper récord en el número de tijeretazos aplicados al pronóstico oficial de crecimiento en un periodo tan breve como el citado. Y el funcionario, otrora presumido como una de las joyas del gabinetazo, por mucho que en el micrófono prometió un mejor comportamiento económico para la segunda mitad del año, finalmente se vio en la penosa necesidad de reconocer que la realidad siempre es infinitamente más contundente que el desgastado discurso oficial, siempre color de rosa.
En el recuento de los daños, vale mencionar que, en voz de Videgeray, el compromiso original del actual inquilino de Los Pinos fue un crecimiento económico de 3.5 por ciento en 2013. En el arranque sexenal, el orondo secretario de Hacienda aseguraba que es inegable que hay un gran optimismo en torno al futuro de México, y anunciaba a propios y extraños que éste es apenas el principio (porque) los mexicanos tenemos ahora la oportunidad de, con nuestro trabajo, con nuestra capacidad, construir los cambios que México necesita y merece construir un mejor futuro.
A la realidad nada le gustó la presunción del funcionario, y prueba de ello es que mostró el músculo sacudiendo los principales indicadores económicos. Así, en mayo pasado llegó el primer recorte: que el crecimiento ya no sería de 3.5 sino 3.1 por ciento, pero con la promesa de un segundo semestre pujante y maravilloso para en beneficio de todos los mexicanos. Pero tampoco, porque en agosto de nueva cuenta salieron a relucir las tijeras y tal pronóstico se redujo a 1.8 por ciento.
Y en septiembre que se registra la arrasadora presencia de Manuel e Ingrid; que devastaron Guerrero, el primero, y enormes áreas del Golfo de México, el segundo, y de allí se agarró Videgaray para reducir, una vez más, el pronóstico de crecimiento económico: de 1.8 a 1.7 por ciento. Con este nuevo tijeretazo, el pronóstico oficial se había desplomado 50 por ciento con respecto al compromiso original.
Pero no quedó allí, porque ayer, tras que el Inegi divulgó la información oficial sobre el resultado económico en el tercer trimestre de 2013, el avezado podador Videgaray anunció el cuarto recorte de la temporada: que tal crecimiento ya no sería de 1.7 por ciento, sino de 1.3 por ciento, la menor tasa desde 2009, el año de la crisis y el peor arranque de sexenio desde los tiempos de Vicente Fox. ¿Dónde quedó aquello de que es innegable que hay un gran optimismo en torno al futuro de México? En el discurso, como ya es costumbre.
Y como es política de gobierno combatir la realidad con discursos –por mucho que en este renglón el fracaso es contundente–, la Secretaría de Hacienda repite el estribillo: el gobierno de la República reitera que México cuenta con sólidos fundamentos y que se tiene una oportunidad histórica para alcanzar niveles de crecimiento económico de mediano y largo plazos más elevados de manera sostenida, sustentados en la fortaleza económica interna y en la agenda de cambios estructurales que se está desarrollando para beneficio de las familias mexicanas.
Revísese el discurso de los últimos 10 secretarios de Hacienda (que en 31 años despacharon como tales desde el sexenio de Miguel de la Madrid al de Enrique Peña Nieto) y, en todos, aparece el citado estribillo, no obstante que en el periodo citado la tasa promedio anual de crecimiento a duras penas sobrepasa 2 por ciento, con todo y las decenas de reformas estructurales aplicadas y las no pocas crisis económicas registradas.
De acuerdo con la lectura de la citada dependencia, “la reducción en la expectativa de crecimiento de la economía mexicana fue motivada por una serie de factores transitorios que en su mayor parte se han disipado: el gasto público está siendo más dinámico durante la segunda mitad del año, conforme al calendario previsto, (…) el gasto se encuentra en línea con el calendario autorizado; la construcción, en particular la vivienda, mostró en los primeros nueve meses del año un bajo desempeño (en realidad un desplome), pero se prevé una recuperación hacia el siguiente ejercicio; y condiciones climatológicas adversas afectaron la actividad en el tercer trimestre” (0.1 por ciento, según los propios cálculos de Hacienda).
En fin, a Luis Videgaray y sus sólidos fundamentos aún le restan cinco semanas de este 2013 que a punto está de fenecer, de tal suerte que todavía es posible aplicar otro tijeretazo al pronóstico de crecimiento económico, sea éste por la vía del recorte oficial o, el más contundente, el de la realidad. Hasta ahora tal pronóstico, ya actualizado, resulta dos terceras partes inferior al compromiso original, con todo lo que ello implica, especialmente en el ámbito social.
Mientras la otrora joya del gabinetazo se aferra al color rosa, el Inegi informó sobre el comportamiento económico y su efecto en el producto interno bruto durante el tercer trimestre de este año: en ese periodo la sólida economía nacional reportó uncrecimiento de 0.84 por ciento con respecto el segundo trimestre, cuando cayó 0.74 por ciento, en comparación, a su vez, con el primer trimestre cuando el avance fue de 0.45 por ciento. A tasa anualizada, el gran logro fue un incremento de 1.3 por ciento, casi 60 por ciento por debajo del resultado, también anualizado, de igual periodo de 2012, cuando creció 3.1 por ciento.
De acuerdo con el reporte del Inegi, entre julio y septiembre de 2013 el PIB de las actividades primarias apenas aumentó uno por ciento a tasa anual; el de las secundarias descendió 0.6 por ciento, resultado de las caídas observadas en dos de sus cuatro sectores; y el de las terciarias avanzó 2.3 por ciento.
Entonces, urge que Luis Videgaray haga algunos arreglos en su bola de cristal, pues hasta ahora sólo lo ha exhibido, lo que sería lo de menos de no estar en juego el bienestar y el futuro de millones de mexicanos. Así, lo que resulta innegable es que el susodicho no ha dado una.
Las rebanadas del pastel
Como en este país siempre sobra el dinero, la SEP pagó más de 14 millones por libros de texto con errores ortográficos, tantos como 115, es decir, de a 123 mil 567 pesos y algunos centavos por falta de ortografía. Y lo peor del caso es que los ejemplares se distribuyeron tal cual, porque ya no hay presupuesto para reimpresión. Ante todo, educación de calidad.
Twitter: @cafevega

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