jueves, 21 de noviembre de 2013

Navegaciones

 Fechas de agitación
Pedro Miguel
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ué días tan intensos. El norte de Mesopotamia, la remota Jiangsu, en China, el Heraclión cretense, el Firuzabad persa y el puerto de Valparaíso, están arrasados por los sismos grandes de la víspera, en tanto que extensas zonas de Frisia, Groningia y Holanda permanecen bajo las aguas de la marejada que rebasó las dunas costeras. Con los brazos amputados por unos atacantes anónimos, Luis de Valois agoniza en París y El Almirante Colón y sus hermanos han llegado ya a Cádiz, cargados de grilletes, enviados desde las Indias por el ingrato Francisco de Bobadilla. El negro Zumbi dos Palmares, cacique de los cimarrones en el quilombo del mismo nombre, fue ejectuado en Brasil.
Pero no todas son malas noticias: ayer mismo, en Valencia, salió a la luz Tirant lo Blanc, una novela a la que se augura buen éxito en librerías, por ser la primera en lengua catalana, y la Corona hubo de promulgar las Leyes Nuevas, inspiradas por el sedicioso Bartolomé de las Casas, y las fuerzas patrióticas argentinas derrotaron a los invasores ingleses y franceses a orillas del Paraná.
Aparte de los terremotos naturales hay que contar con los sociales: en México ha tenido un enorme eco el llamado a la insurrección lanzado ayer a los mexicanos por Francisco Ygnacio Madero desde su exilio en Estados Unidos. Propone, el coahuilense, el establecimiento de una verdadera democracia, un gobierno probo y un reparto agrario que alivie la condición exasperante de los campesinos de su país. Se dice que en el inmenso norte mexicano, e incluso en el sur inmediato a la ciudad capital, algunos caudillos preparan ya contingentes para enfrentarse con las armas a las fuerzas del gobierno. Cuatro años después, pero también ayer, y ya en plena convulsión de la segunda parte de la Revolución Mexicana nació en Santiago Papasquiaro, Durango, un niño que habrá de volverse participante en luchas posteriores y escritor agudo: José Revueltas.
Otras cosas buenas de entre las noticias de ayer, tal como las reflejan los periódicos hoy: en Nuremberg han comenzado los juicios contra algunos de los jerarcas nazis que sobrevivieron a la caída del tercer Reich y que fueron capturados en días y meses siguientes; en la capital mexicana, con los polvos de la Revolución ya asentados dese hace décadas, se inauguró el Estadio Olímpico Universitario, en tanto que la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos de los Niños. Signo de los tiempos vertiginosos que corren, el piloto estadunidense Scott Crossfield, a bordo de un Douglas D-558-2 Skyrocket, voló a una velocidad nunca antes alcanzada por un ser humano: Mach 2, es decir, dos veces la velocidad del sonido.
Por otra parte, hoy nos desayunamos con el infinito alivio de saber que la tensa situación en el Caribe parece llegar a su fin, luego de que el gobierno de Washington se comprometió a no emprender nunca más ataques militares contra Cuba, en tanto que Moscú accedió a retirar los misilos espárragos nucleares que había desplegado en la isla. Por desgracia, páginas más adelante, vimos con horror las fotos de la masacre de My Lai, perpetrada en el lejano Vietnam por los invasores estadunidenses: cientos de civiles, mujeres y niños entre ellos, fueron asesinados por tropas al mando del gobierno que ya encabeza –desde hace cosa de un año– el republicano Richard Nixon.
Preocupan las noticias llegadas de España: el anarquista Buenaventura Durruti ha sido asesinado en Madrid sin que se sepa a ciencia cierta –tal vez nunca se sepa– si los autores de su muerte son agentes estalinistas o sublevados fascistas. Sin relación directa con lo anterior, en Alicante fue fusilado el sublevado José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange e hijo primogénito del dictador Miguel de los mismos apellidos. Se teme que con su ausencia el cabecilla de la subversión contra la República, Francisco Franco, pueda ejercer un poder sin contrapesos.
Ayer pasaron tantas cosas. Pero habría que hablar también de las que ocurrieron hoy, 21 de noviembre, desde la culminación de los trabajos reconstructivos del Templo de Jerusalén por Judas Macabeo hasta la pavorosa explosión que se ha cobrado la vida de un centenar de mineros en la provincia china de Heilongjiang. En todas las latitudes y logitudes la minería sigue siendo, como desde hace siglos, un trueque de oro por muerte, de riqueza por miseria, de lujo y bonanza sin límites por hambre y peligro también ilimitados.
En el ínterin, Tiflis cayó en manos del mongol Tamerlán, conquistador de ocho millones de kilómetros cuadrados de tierras euroasiáticas; tras exterminar a sesenta mil chinos, las tropas japonesas entraron en Port Arthur, en Manchuria; muy lejos de allí, en el mar Egeo, la nave hermana del Titanic, el HMHS Britannic, se hundió como consecuencia de la explosión de un objeto no identificado que se encontraba a bordo.
Otro hecho terrible de esta jornada: 18 agentes provocadores ingleses fueron ejecutados por los republicanos en Irlanda. En venganza, la policía de Londres perpetró una masacre en el estadio Croke Park, en Dublin, que se hallaba a reventar por el partido de futbol entre el equipo local y el Tipperary. Jugadores y espectadores fueron atacados con ametralladoras, tanto desde el aire como desde tierra, con un saldo de 14 muertos y 65 heridos; entre los primeros, niños de 10 y 11 años.
Pero no todo es oscuro. Esta mañana se estableció, entre la Universidad de California en Los Ángeles y la Universidad de Stanford, el primer enlace de ARPANET, una red de orígenes militares que, si todo marcha bien, habrá de transformarse, en cosa de tres lustros, en Internet.
Esta tarde terminó en Roma la tercera sesión del esperanzador Concilio Vaticano II. No dejemos pasar la fecha sin recordar que hoy en París nació el más pequeño de los cinco hijos del matrimonio formado por François Arouet y Marie Marguerite d’Aumary. Se espera que el niño, bautizado François Marie, tenga un futuro brillante en la filosofía y en las letras y que sea capaz de ejercer una influencia benéfica en sus contemporáneos y sucesores. Así sea, para ahorrarle al mundo un poco de la espesa solemnidad que lo asfixia desde hace milenios.
Es cierto que, si se compara con los sucesos de la víspera, el de hoy fue un día relativamente tranquilo en medio de estas jornadas tormentosas. Y lo que falta: mañana, por ejemplo, los poderes fácticos que realmente gobiernan en Estados Unidos le volarán la tapa de los sesos al presidente Kennedy.
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