viernes, 31 de octubre de 2014

La Convención Nacional Campesina e Indígena

Roberto Rico*
L
a Convención Nacional Campesina e Indígena se realizó el 14 y 15 de octubre en la ciudad de México. Entre los pasos dados y con la certeza de que los hombres y mujeres de México indígenas y campesinos originarios de estas tierras, tenemos derecho a tener derechos, 59 organizaciones, entre campesinas, indígenas y populares, con presencia en las 32 entidades del país, se sumaron a ella.
La convención se declaró en alerta puesto que la agresión a los alumnos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos no fue fortuita, ni aislada. Es la aplicación de la criminalización y judicialización de la lucha social y el resultado de la política sistemática de violaciones a los derechos humanos en contra de todos los mexicanos y una muestra inequívoca de la estrategia de represión dirigida contra el movimiento social organizado, lo cual es terrorismo de Estado.
Los campesinos e indígenas participantes en la reunión polemizaron sobre las políticas neoliberales que sólo pavimentan el camino del libre comercio en contra de la vida en sus comunidades. Documentaron cómo los precios de sus productos están por los suelos, debido a la presencia de monopolios, oligopolios y la apertura indiscriminada de nuestras fronteras con el Tratado de Libre Comercio, convirtiéndose en un instrumento de colonización económica.
La convención declaró que las reformas estructurales recientemente aprobadas no llevan al desarrollo ni al progreso, como tanto pregona la clase política, sino por el contrario conducen a la profundización de la crisis política, económica, social y medioambiental.
Declararon seguir el camino de la unidad de nuestras organizaciones sobre nuestras coincidencias dejando a un lado nuestras diferencias. Esta unidad es un trabajo complejo, no de voluntades sino de resistencias, acciones y resultados.
Propiciar el acercamiento entre los variados componentes que integran el mosaico de dirigencias, con base en el respeto mutuo a las aspiraciones y demandas de cada organización y en contra de las reformas estructurales, es una tarea complicada. Poner en el centro el interés general, trazando demandas transversales, les ha permitido a estas organizaciones alcanzar algunos avances para la convergencia de los movimientos sociales campesinos e indígenas.
La convención trabajó en torno a tres grandes temas. Uno. El campo mexicano, y cómo construir un programa de nación que incluyó una variedad de aspectos que contuvieron desde la soberanía alimentaria, el fortalecimiento de la propiedad social de la tierra, la crisis civilizatoria y el agrocidio neoliberal, economía popular y solidaridad campo-ciudad, hasta la consulta popular contra la reforma energética y la lucha por las libertades democráticas y la amnistía para las y los luchadores sociales y presos políticos, entre otros muchos subtemas.
Dos. La defensa de los recursos naturales, sus territorios y en contra de la política extractivista y rentista; la protección de su patrimonio económico, social y cultural; la consumación de la ley de consulta y consentimiento previo, y en contra de la represión y criminalización de los movimientos sociales.
Y tres. Un plan de acción y unidad para darle sustento a esa construcción, difícil, ardua y no exenta de eventuales desconfianzas y recelos, para la arquitectura de un movimiento unificado de las luchas indígenas, campesinas y populares, para llevar a cabo –concluyeron los participantes– una revolución, no armada como hace 100 años, sino una revolución ideológica, para modificar el rumbo del país.
Los convencionistas se pronunciaron respecto a la ejecución extrajudicial de seis personas, entre ellas tres estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero, las graves lesiones a 20 jóvenes y la desaparición de 43 estudiantes normalistas. La convención condenó al Estado mexicano por el crimen que cometió contra los estudiantes de la normal de Ayotzinapa, Guerrero, y exigió, entre otras demandas, la presentación con vida de los 43 estudiantes normalistas.
Para impulsar un plan de acción y luchar por las demandas propias y las exigencias planteadas, la convención aprobó formar una comisión coordinadora permanente de la convención campesina indígena. En ese plan de acción destacan, entre otros puntos, una jornada de lucha en defensa de la economía urbana y campesina, precios justos de alimentos, para el próximo 5 de noviembre; conmemorar el centenario de la toma de la ciudad de México por la División del Norte y el Ejército del Sur el 6 de diciembre comandados por los generales Villa y Zapata; realizar la Asamblea Nacional de Ejidos y Comunidades en Defensa de la Propiedad Social de la Tierra y el Territorio”, en el puerto de Veracruz, al cumplirse el centenario de la Ley Agraria el 6 de enero del 2015; el 31 de enero llevar a cabo una movilización en la ciudad de México con la consigna de no a la entrega de nuestro territorio y recursos naturales. La convención cerrará su primera sesión el 10 de abril de 2015.
Muchos son los retos que aún quedan pendientes de enfrentar. Uno de ellos es convencer y acercarse a otras organizaciones campesinas e indígenas que no estuvieron presentes en la convención, por diversas razones. El desafío es persuadir con la movilización y la firmeza ante el Estado, ya que serán el mejor argumento para sumar fuerzas y voluntades.
* Dirigente campesino, autor del libro El retorno: la Unión de Colonias Populares del Valle de México

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