sábado, 25 de octubre de 2014

Los de abajo

 No murió, lo mataron
Gloria Muñoz Ramírez
¡N
o murió, lo mataron! El grito ya no es sólo en Ayot-zinapa, Guerrero, sino en Guanajuato, donde asesinaron al joven estudiante Ricardo Esparza, y en Guadalajara, de donde era originario. La madre del alumno de ingeniería mecatrónica, del Centro Universitario de Los Lagos, de la Universidad de Guadalajara (UdeG), es posible que se refleje en los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala. Y entonces agradece tener un cuerpo al cual llevarle flores. ¿Hasta dónde ha llegado el terror implantado en la sociedad?
La policía es otra vez la culpable. Un testigo, cuyos padres ahora temen por su vida, narra que Ricardo fue detenido por elementos policiacos en una calle de Guanajuato, lugar al que viajó con más de 80 compañeros para asistir al Festival Cervantino. Como un estudiante brillante, califican sus maestros a quien ahora pretenden presentar como un delincuente. La criminalización de la juventud es lo que predomina a lo largo y ancho del país.
Tanto los estudiantes de la normal de Ayotzinapa, en Guerrero, como los de Guadalajara, son los principales testigos del involucramiento de la policía en la muerte y desaparición de sus compañeros. A los primeros los quieren presentar como víctimas de la delincuencia organizada y al tapatío como a un criminal. Ni lo uno ni lo otro. En los dos casos fue el Estado el culpable.
Y en los dos casos es una nueva generación la que está en las calles y exige justicia. Las versiones gubernamentales no los satisfacen. Y por eso este viernes, en Guadalajara y en Ayotzinapa, los alumnos se dijeron listos para declarar. Los normalistas de Guerrero exigen a la PGR redireccionar las investigaciones que los colocan en medio de la disputa de las bandas delincuenciales. Y los de la UdeG, acompañados sorpresivamente por la juventud guanajuatense, colocaron una manta en su plantel de Lagos de Moreno con la leyenda: Los estamos esperando, en alusión a los agentes del Ministerio Público de Guanajuato, que decían que los estaban buscando para que rindieran su testimonio y no los encontraban.
Sin más expectativa que poder estudiar para forjarse un futuro, los jóvenes están siendo agraviados y, por eso, hoy son los protagonistas de las protestas. Habría que hacer más lecturas de lo que vimos en la movilización del 22 de octubre, donde decenas de miles de hombres y mujeres de entre 15 y 25 años dijeron ¡Ya basta!
En Guerrero no es suficiente con que pida licencia el gobernador. En Guadalajara los estudiantes también exigen castigo a los responsables del asesinato de Ricardo Esparza. Los tres normalistas de Ayotzinapa y el alumno de la UdeG no murieron, los mató la policía.

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