Luis Hernández Navarro
E
n unos cuantos minutos Nayeli Mijangos saltó a la fama. El testimonio de lo que ella describió como
los 15 minutos más aterradores de mi vidacomenzó a difundirse profusamente el pasado 4 de julio en televisión, radio y prensa escrita. Desde entonces no hay día en que su historia no aparezca en algún medio de comunicación.
Chiapaneca, de 28 años de edad, Nayeli se convirtió desde ese momento en emblema de la supuesta brutalidad de los maestros democráticos del país. Según su relato, ella llegó al Centro de Estudios Tecnológicos Industrial y de Servicios (Cetis) número 138, en Tuxtla Gutiérrez, para presentar su examen como docente. Sin embargo, un grupo de profesores que rodeaban el plantel para impedir la prueba le estorbó el paso y la agredió.
La señorita Mijangos montó en pánico. De acuerdo con su narración, varios profesores le quitaron la ficha para efectuar el examen y otros documentos. Después, cinco sujetos le cortaron trozos de cabello. “Pensé –contó a la prensa– que me iban matar, que me iban a violar”. A pesar de que en el plantel había muchos testigos, no hay fotos de la supuesta agresión ni testimonios de otras personas que corroboren su palabra.
De inmediato, los medios de comunicación electrónicos pusieron el grito en el cielo. Agreden en Chiapas a maestros, dijeron una y otra vez. Sin embargo, Nayeli Mijangos no es maestra ni lo ha sido nunca. Es reportera y estudió comunicación social. Tiene estrecha relación con la diputada local Alejandra Soriano.
Desde hace años, en su labor periodística ha denostado a la CNTE. Así lo hizo, por ejemplo, en
A bajar la cortina, donde narra cómo, supuestamente, comerciantes del centro de Tuxtla Gutiérrez se fueron a pique por la lucha magisterial. El 19 de octubre de 2013 tuiteó: “Ooootra de maestros vs la prensa: amagan, empujan y roban memoria de su cámara al fotógrafo de la Tinta.”
La licenciada Mijangos asegura que el pasado 4 de julio iba a concursar para poder impartir la materia de redacción y expresión en el nivel medio superior. Sin embargo, ese sábado los exámenes no eran para ingresar a dar clases, sino para otro asunto: la evaluación para el ingreso y promoción a cargos de dirección, supervisión y asesoría técnica pedagógica en educación media superior. Es decir, o la periodista se equivocó de examen o, en realidad, fue al Cetis 138 a otra cosa: a protagonizar un montaje contra la CNTE.
Ante la prensa, además de atacar a los profesores democráticos, se dedicó a ensalzar la evaluación educativa. “No le veo ningún inconveniente a ser evaluados –dijo ante los micrófonos–; la superación profesional es algo de lo cual siempre me ha gustado y por eso quiero acceder a practicar un examen de admisión para poder tener un lugar y superarme profesionalmente”.
Convertida en celebridad por una semana, la periodista trató de organizar un movimiento de supuestos afectados por los maestros democráticos. Para ello, descongeló su cuenta de Twitter, sin uso desde el 3 de diciembre de 2013. Desde allí, convocó el pasado 8 de julio:
Por favor quienes al igual que yo fueron agredidos por los maestros, especialmente en el Cetis 138, comuníquense conmigo por este medio. Nada sucedió.
Cuestionada por su relación con Alejandra Soriano, negó que la legisladora tuviera que ver en el asunto. “En ningún momento la diputada me dijo ‘te voy a palanquear o ya hablé con tal para que entres’ –explicó la licenciada Mijangos en un lenguaje que desnuda las clases de redacción que quiere impartir–, no; es más: creo que la diputada se enteró hasta después, quizá se enteró hasta que yo le dije que iba estar en un examen del Dgeti por si necesitaba algo que supiera que no le podía contestar por el examen.”
Curiosamente, no es la primera ocasión en la que la reportera salta a la fama por un supuesto hecho de violencia en su contra. El 14 de agosto de 2013, Mijangos denunció que fue agredida por Eduardo Zenteno, delegado de la Sedesol en Chiapas.
Junto al testimonio sobre la hipotética trasquilada a Nayeli, los medios de comunicación presentaron fotos de dos profesores a los que se les cortó el cabello. Aparecen también en inserciones pagadas por el SNTE. Sin embargo, ellos no son maestros. Efectivamente la multitud detuvo a esos dos hombres y los peloneó, pero ellos ni son docentes ni fueron a presentar ningún examen. Son policías vestidos de civil que trataron de infiltrarse en la protesta.
El grupo indignado que los retuvo quemó también la patrulla en la que iban. El hecho, por supuesto, no tiene justificación, pero es un indicador del clima que el linchamiento generalizado contra los profesores ha propiciado.
Los maestros democráticos de todo el país se deslindaron de la violencia. José Luis Escobar, integrante de la sección 7 de los trabajadores de la educación en Chiapas, señaló que no se pueden justificar los actos de violencia, sin embargo culpó al Estado por comenzar con las agresiones al infiltrar policías en el proceso magisterial. La vilipendiada sección 22 condenó estos hechos, y llamó a mantener la protesta civil pacífica (http://goo.gl/pw0cDw ). Por supuesto, su toma de posición fue silenciada por la gran mayoría de los comunicadores.
No hay evidencias ciertas de que maestros que querían evaluarse en Chiapas hayan sido trasquilados. Además del dudoso testimonio sin comprobar de la periodista (no profesora) Nayeli Mijangos, y de las fotos de dos policías, no se ha presentado ningún testimonio adicional que demuestre que esos hechos sucedieron.
Lo acontecido en Tuxtla Gutiérrez el pasado 4 de julio es, simultáneamente, una provocación y un montaje mediático de gran calado contra los profesores que rechazan una reforma educativa sin contenidos educativos. Una desesperada arremetida para desacreditar a quienes defienden la educación pública. Un inescrupuloso intento por frenar el desbordamiento del descontento magisterial en todo el país y por detener la vapuleada en la opinión pública contra Emilio Chuayffet. Una maniobra que, lejos de solucionar el conflicto, no hace más que enconarlo.
Twitter: @lhan55
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