Víctor M. Toledo
P
ara empezar asegúrese de que las lecciones lleguen puntual y eficazmente a los jóvenes del país, que son el futuro de la patria, los próceres del porvenir, los que pondrán en acción los cambios que la nación necesita. Para ello ofrezca sus experimentados conceptos a una audiencia convocada previamente en sus aulas en una fecha clave. Cerciórese de que todos los medios sin excepción, periódicos de centro, derecha e izquierda, televisoras y radios, den la más amplia cobertura y entonen al mejor ritmo sus sabias enseñanzas. Que el mayor número de reflectores alumbren su acto pedagógico. Como buen mandatario, hábleles en corto y en directo de la reforma educativa, pues es este el marco adecuado para realizar un plagio ejemplar a esa tierna edad en que nadie se imagina esas acciones, bien arropado por los padres, parientes, condiscípulos y amigos, y con un toque de mágica ingenuidad en la sonrisa.
Primera lección. Use el axioma filtrado por autores aún desconocidos de
a mayor poder más transas, y ante más transas más poder. Es decir que llevado a la escala del tiempo entre más temprano se comience será mejor, pues los resultados serán más relevantes. Segunda lección. Mantenga siempre la misma imagen, no importa lo que suceda afuera de usted. Imagínese que vive en una cápsula impermeable a todo o, aún mejor, que ha sido dotado de un casco de plástico invisible. Puede ocurrir una catástrofe, un cambio súbito de temperatura, una caída estrepitosa de su popularidad, el descenso brutal de la moneda, el robo del siglo, un aumento espectacular de pobres, un toque de queda, la pérdida total de electricidad o la conversión de los mayores accionistas y magnates al anarcocomunismo, y usted inmutable. Simule, siempre simule.
Tercera lección. Compre todo lo que pueda: periodistas, televisoras, esposas, departamentos de lujo en Houston, Arabia Saudita o Singapur, cadenas de radio, líderes sindicales, elecciones, diputados muchos diputados, prelados y acólitos, casas de cambio, restaurantes de abolengo, algodones de azúcar, empresas y empresarios, accionistas reconocidos, actores y actrices, agencias de seguros, casas blancas, trusas de colores, campos de golf. Cuarta lección. Invente reformas de toda índole. De energía, de finanzas, de protocolo, sexuales y sexenales, anales y analógicas, para la constricción religiosa, contra la constipación y la corrupción, por los derechos de los animales, etcétera, pero ponga especial énfasis en la educativa. Para su justificación teórica contrate a especialistas trasnochados, íconos oxidados o autoridades pedagógicas.
Quinta lección. Siga usted a la par de sus ejercicios físicos, o de sus píldoras y medicamentos, un protocolo constante, día por día: despierte, transe, desayune, suspire, transe, tome aire, robe, vaya al sanitario, transe, reciba, transe, responda el teléfono, extorsione, ordene un refrigerio, transe, viole las leyes, coma con víctimas potenciales, delinca, lucre, amenace, tome una pequeña siesta, transe, intimide, engañe, meriende, transe, lávese los dientes, mande a matar, estafe, defraude, despoje, duerma…
Sexta lección. Dado que es necesario apuntalar los principios que faciliten quebrar toda sombra de moralidad, ofrezca a su auditorio suficientes argumentos. Por ejemplo, use estructuras lógicas pero tramposas, tal como
si los militares asesinan, los sacerdotes pecan, los ministros se venden, los científicos mienten, los magistrados se masturban, los locutores enmudecen y los vendedores de autos se convierten en ministros del ambiente, entonces no hay problema alguno en plagiarse una simple tesis(si a usted le faltan ejemplos concretos podemos dotarle de un diccionario digital con 13 mil entradas). Séptima lección. Con esas seis tareas anteriores ya aprendidas y ejecutadas, o bien se imagina desde su juvenil edad que eso hará una vez realizado el plagio; o bien hace un ejercicio retroactivo (inspirado por películas como Volver al futuro), y realiza una concatenación de hechos futuros y pasados. Ahora sí. Fusílese los textos de los 10 autores más citados y comentados en el tema de la tesis (no importa que hayan sido publicados por presidentes de repúblicas, de cortes judiciales o de federaciones deportivas). Convenza a su auditorio de que plagiar un texto no es robar las ideas de otros, que quien lo realiza no es un ladrón intelectual, y que quienes lo justifican o avalan no son cómplices de un acto ilícito. Acuda a asesores especializados.
Si ha llegado a este punto de manera exitosa (por vuelta de correo le podemos enviar un sencillo test para corroborarlo), ¡felicidades!, puede ya congratularse de que es usted un eficaz corruptor de menores, y algo todavía más importante: que está usted asegurando que las generaciones futuras sean más competitivas, glamorosas, tecnológicamente eficientes, dúctiles, pedantes, atléticas, sanas, progresistas, esclavizables e imbéciles. Unas verdaderas joyas de la modernidad. Ovejas obedientes que permitirán llevar a escala sideral las reformas necesarias para que nuestra gloriosa sociedad alcance el desarrollo y el progreso que el siglo XXI les impone. Quien usa este manual para plagiar tesis culmina con su audiencia puesta de pie, entonando para sí el himno nacional, y colmado de una tempestad de aplausos. Las fanfarrias suenan, los jóvenes lloran, y usted mira el futuro como una senda de tarjetas Monex o una dote completa de las tiendas Bijan.
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