jueves, 20 de octubre de 2016

México SA

Fed: que siempre no
Tendencia en rosa
Realidad la decolora
Carlos Fernández-Vega
L
a tecnocracia mexicana no es la única que ve todo color rosa. Meses atrás, la presidenta de la Reserva Federal estadunidense, Janet Yellen, aseguraba que en su país la economía sigue mejorando y el crecimiento parece estar repuntando a partir de los distintos datos que seguimos. Modesta, dijo que el manejo que hizo la Fed de la crisis financiera fue simplemente magnífico.
Pero de nueva cuenta la realidad decolora el discurso de los tecnócratas de allá y el de sus representantes aquí, y lo hizo de tal forma que, días atrás, la propia Yellen se vio en la penosa necesidad de reconocer que la economía de Estados Unidos podría requerir medidas poco convencionales para superar los efectos negativos que legó la última recesión. Y como bien advierte el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económicos (Idic) el giro –por llamarle así– que dio la susodicha presidente hace referencia a la posibilidad de que el sistema productivo de la primera potencia mundial haya sufrido un daño estructural en su capacidad de generar riqueza.
El Idic divulgó su más reciente análisis (México: sujeto a la economía de alta presión en Estados Unidos), del que se toman los siguientes pasajes. Va, pues.
Se puede apreciar un estancamiento en la capacidad potencial de la industria en Estados Unidos. No hay duda, la afirmación de Janet Yellen respecto a que se han destruido los fundamentos de la actividad productiva de aquel país es cierta, pues en estos momentos la industria no es capaz de elevar su acumulación de capital físico y humano para incrementar su capacidad potencial. Esto tiene un profundo vínculo con las restricciones que enfrentan sus empresas para invertir y crecer. En el fondo es parte de lo que da origen al argumento proteccionista que ha avanzado en los últimos años.
El estancamiento de la capacidad potencial limitará el desempeño de la industria estadunidense: entre 2013 y 2014 la tasa promedio de la misma fue de 2.3 por ciento. Para revertir lo anterior se tendría que acelerar significativamente el ritmo de inversión de las empresas, una prospectiva que es poco plausible en el futuro próximo. Seguramente es un factor que ha motivado el cambio en el análisis de la Reserva Federal y ante lo cual parece poco probable que se pueda iniciar un periodo de incrementos en las tasas de interés. De hacerlo sería el comienzo de una recesión en el sector.
No obstante, y aun considerando el escenario de que no se genere un alza en las tasas de interés, es probable que la industria de Estados Unidos se encuentre en un periodo cercano a la recesión. Durante los últimos 13 meses todas las tasas de variación de la actividad industrial han sido negativas, lo cual permite entender por qué el ciclo se encuentra en la parte negativa y con una tendencia que aún no permite observar el comienzo de una recuperación. Una situación similar ocurre para el caso de las manufacturas: su ciclo se mantiene a la baja y eso representa una mala noticia para México, cuyo propio ciclo tiene una correlación de 95 por ciento respecto al estadunidense.
En este caso, la encargada de la política monetaria de Estados Unidos tiene razón al señalar que el daño estructural afecta negativamente a los trabajadores y con ello al consumo y bienestar de los hogares de aquel país. El problema es que la Fed lo dice después de que había enviado señales en el sentido de que la economía estaba en elcamino de una recuperación. La realidad es que el principal socio comercial de México no puede mejorar su desempeño sin reactivar su mercado interno. Durante décadas ha sido el pilar de su funcionamiento. Para acelerar su crecimiento debe explorar la aplicación de una estrategia poco convencional: es prioritario utilizar una combinación de una política fiscal y monetaria expansionista.
Para la Reserva Federal, y para el mundo, esto representa un viraje que debe tomarse en consideración. La realidad económica ha rebasado la ortodoxia estabilizadora: para el banco central de Estados Unidos es esencial restaurar los pilares del crecimiento, aunque para ello deba permitir que la inflación se ubique por encima de su objetivo. A diferencia de nuestro país, los encargados de la política económica estadunidense son pragmáticos y reconocen cuando algo no funciona.
La evidencia es contundente para algunos sectores estratégicos: la capacidad de la fabricación de maquinaria, minería y metálicas básicas tienen una tendencia a la baja, una evolución que disloca las cadenas productivas industriales de Estados Unidos y que lo deja a merced de China, la potencia dominante en la industria siderúrgica y que ocupa cada vez mayor espacio en la cadena de la metal-mecánica. Una preocupación adicional se encuentra en el sector de la construcción, pues sus tasas de variación anual son cada vez menores.
En México seguimos rezagados. Se aplicará un recorte a la inversión pública, al mismo tiempo que no se asegura que los recursos disponibles lleguen a empresas que fabrican en el país. Se tiene poco cuidado de si esto se va a importaciones que no favorecen el crecimiento y que terminan desplazando a las empresas nacionales, y con ello al empleo. Sin cuidar el contenido nacional de las compras e inversiones de gobierno no puede asegurarse que el gasto público propicie mayor crecimiento.
De igual forma, la estrategia de política monetaria va encaminada a controlar la inflación, como ha ocurrido en los últimos 20 años. La materia ausente sigue siendo el crecimiento económico. En el país no se ha recapacitado sobre la destrucción de las capacidades potenciales registrada durante tres décadas. No es casualidad que el promedio de crecimiento sea 2.5 por ciento, como máximo. Eso es lo que el país puede alcanzar sin un estímulo externo, uno que normalmente llega de Estados Unidos. Y en 2017 no llegará.
Al renunciar al motor interno se sacrifica la inversión y consumo nacionales, y con ello se precariza el mercado laboral. Sólo con el fomento de las fuerzas productivas internas se puede generar mayor bienestar. Por ello se debe observar la nueva orientación de política económica que aplicará la primera potencia del mundo, pasará de criterios de estabilización a otros que impulsen su mercado interno. No se pueden obtener resultados distintos utilizando los mismos paradigmas que nos han conducido al estancamiento estabilizador de los últimos 35 años.
Las rebanadas del pastel
Ayer el precio del crudo mexicano de exportación dio un brinco de 1.28 dólares y se vendió a 42.86 billetes verdes. En lo que va del mes dicho precio se ha incrementado 7.6 por ciento… Y por la moneda estadunidense se llegaron a pagar 19.05 masacrados pesitos.
Twitter: @cafevega

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