martes, 28 de febrero de 2017

Sobre frentes y alianzas


Guillermo Almeyra
U
n amigo, que respeto por honesto e inteligente, escribió un artículo en el que propone que Andrés Manuel López Obrador construya con tránsfugas oportunistas que se separan del gobierno lo que él califica de Frente Amplio, es decir, una alianza transitoria con los que hasta ayer eran sus enemigos. En la historia mexicana, cuando el aislamiento llevó a Emiliano Zapata a recurrir a medidas desesperadas aceptando la alianza con el coronel Guajardo –que causó la muerte del caudillo morelense– quedó claro ya que esa supuesta alianza con gente de negro pasado equivale a firmar la propia sentencia de muerte.
López Obrador, aliándose con una parte de la burguesía mexicana más orientada hacia el mercado interno, intenta llegar a Los Pinos como garantía de que intentará frenar a sus seguidores y administrar la profunda crisis política, económica y moral del capitalismo en México en tiempos de Trump. Los políticos y empresarios de ese sector que se desprenden parcialmente de Peña Nieto y del PRI lo hacen precisamente con ese fin, que es completamente opuesto al que tienen los simpatizantes honestos y combativos de Morena. Es natural, entonces, que como dice mi amigo, la incorporación de tantos coroneles Guajardo “cause intensa preocupación en las filas de Morena, preocupación que se agrava ante el sostén explícito a Peña Nieto proclamado por López Obrador cuando el grito que hace años sacude el país es¡Fuera Peña Nieto!
¿Cuándo es lícita una alianza de los demócratas y los trabajadores con sectores burgueses? Cuando la independencia política y de clase resulta impracticable, como ahora en Ecuador, ante la segunda vuelta en las elecciones, y se debe impedir un posible retorno de los agentes imperialistas al poder, lo cual requiere de Alianza País. Por otra parte, un acercamiento a los ecologistas, indígenas y obreros que reprimió. O como en Venezuela, donde sin amainar las críticas al gobierno de Maduro hay que sostenerlo frente a los cavernícolas proimperialistas. La existencia de algunos puntos programáticos comunes en tales casos puede justificar un voto y un apoyo crítico, a condición, sin embargo, de que se mantenga la independencia política y organizativa de quien lo da.
¿Cuáles son los puntos en común con los Guajardos modernos? ¿Por qué abrir las puertas a Caballos de Troya? El EZLN ha dado un pequeño pero importante paso adelante al declarar que no apoyará a ningún gobierno capitalista y al llamar a autoorganizarse en comités populares para brindar ayuda y apoyo a los hermanos deportados por Trump. ¿Por qué Morena no intenta al menos aliarse con el EZLN por un gobierno democrático y antiimperialista en México, permitiendo que una Convención Nacional Democrática de la izquierda mexicana discuta –en cercanía de las elecciones de 2018, si éstas se realizasen– el programa y las candidaturas de la alianza?
Los Frentes Populares son peligrosamente policlasistas y exigen más que las alianzas. Éstas tienen objetivos sólo limitados y precisos, como presentar una opción electoral favorable a los sectores populares que puedan servir como peldaño para elevar la organización y la conciencia de vastos sectores y ayudarles a dar algunos pasos hacia el anticapitalismo.
Los frentes amplios o grandes son, en cambio, simples operaciones busca-votos y se basan en el engaño a las bases populares, ante las cuales buscan blanquear las viejas porquerías pescadas en la cuneta. Si una barca en dificultades incorpora remeros que reman en contra de los demás ¿ha reforzado acaso su tripulación y su organización? ¿No es suicida esperar todo de una lucha electoral cuando Trump y el capitalismo atacan diariamente con medidas brutales a las que hay que responder inmediatamente con medidas concretas?
Dentro de apenas dos meses Francia elegirá, entre otros cargos, su nuevo presidente. Como están las cosas, sin siquiera un candidato único de la izquierda, los más votados en la primera vuelta, con una fuerte abstención, serán la candidata fascista, la Trump francesa Marine Le Pen, y el corrupto representante de la mayoría de la derecha, François Fillon, y habrá que taparse la nariz y votar por el candidato no fascista como quien le entrega la billetera a un asaltante. ¿No es indispensable, por consiguiente, sacar la discusión de ese pantano para organizar la respuesta a la derecha en la vida diaria?
Lo fundamental son las movilizaciones, como las organizadas por la ANUEE, las luchas contra el alza de los combustibles, de la luz, contra los asesinatos de mujeres, la violencia y la represión, contra la carestía de la vida, por la educación pública. Lo importante es lograr un alza generalizada de salarios y echar atrás todas las medidas favorables al capital aprobadas por Peña Nieto (destrucción y privatización de Pemex, gran minería criminal, leyes antilaborales).
Esa autoorganización requiere la participación de todos: los comités zapatistas de ayuda a los migrantes deben ser abiertos y plurales y deben rechazar también a Peña Nieto y los comités de Morena no pueden hacer campaña electoral sin ofrecer soluciones a los problemas cotidianos de los simpatizantes.
Si entre los dirigentes morenistas cunde la inquietud por la política que AMLO diseña y decide sin consulta alguna, las bases deben estar aún más inquietas. Eso hace necesaria un discusión estratégica en Morena y en el país que encare también cuál gobierno de transición podría sustituir legalmente al de Peña Nieto.
Sean militantes o no de Morena, los demócratas mexicanos no pueden dejar que este movimiento que, con todos sus límites, es prometedor, se hunda ante sus ojos y se corrompa, ni que el pueblo de México entre en el caótico torbellino futuro en orden disperso y sin vislumbrar una alternativa.

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