Un tal Pedro Páramo
José Cueli
“E
n Comala/ las paredes murmuran/ encadenadas a un ritmo/ que nunca llega./ La carne se eriza/ por las calles/ que recrean/ espectros./ Pasado olvidado/ eco de ecos/ de casas caídas/ temblor de montaña./ Fantasma devora/ detrás de la colina/ callejones estrechos/ un sol lastima/ sube al llegar/ y baja al salir/ en la esquina muerta./ Los ecos llevan/ a soñar un sueño,/ Susana San Juan/ se baña en el río/ luna de miel/ ayer, hoy y mañana./ Sueño escenario/ de un tal Pedro Páramo./ Las puertas me dicen/ al oído/ en voz baja/ sombras desconocidas/ que nombran a Pedro Páramo./ Imágenes que unen/ el amor a la muerte/ la crueldad sin sangre/ eco repetido/ en la república toda/ sin origen.”
La escritura de figuras y personajes extraños, familiares al mismo tiempo. Indescifrables simbolismos en auténtico y brillante análisis de lo mexicano; sátiras y albures, caricaturas y adivinanzas, grillas y alquimias, anécdotas personales, sociales. Inteligencia mexicana acostumbrada a deletrear ese pasado hispano-indígena, poco a poco, luz en el caos, línea y accidentes que se ofrecen a la mirada de lo profano. Claridad al aplicarlas a las fórmulas misteriosas, quedando sorprendidas una a una, en la letra que son los jeroglíficos de lo mexicano.
El laberinto de la soledad pone en práctica, en su narrativa, la propuesta por éste, a propósito de la lectura de Alfonso Reyes, cuando asegura que su obra
no sólo incluye una crítica, sino una filosofía y una ética de lenguaje de ella.
Reyes propone que aparte de esa radical fidelidad al lenguaje que define al escritor, el mexicano tiene algunos deberes específicos: expresar lo nuestro; es decir, buscar el alma nacional; sin embargo, advierte Paz, que es esto una tarea ardua, al usar un lenguaje hecho que no hemos creado, para revelar a una sociedad balbuciente y a un hombre enmañado. No tenemos más remedio que usar un idioma que ha sufrido ya las experiencias de Góngora, Quevedo y Cervantes… y expresar a un hombre que no acaba de ser, que no se conoce a sí mismo: escribir equivale a deshacer el español y a recrearlo para que se vuelva mexicano, sin dejar de ser español. Nuestra fidelidad de lenguaje, en suma, implica fidelidad a nuestro pueblo y fidelidad a una tradición que no es nuestra, totalmente, sino por un acto de violencia intelectual.
Contenido de toda una expresión fragmentaria, balbuciente, que describe y recrea; la realidad mexicana, fragmentada y fragmentaria que al ser nombrada cobra vida y se dice, para ser de nuevo y preguntar:
¿Qué es mi tiempo?, ¿qué es mi espacio? y, ahora, ¿cuál es mi circunstancia? que ellos relatan como si atendieran mi súplica, sin escuchar una reunión de fondo, tan persistente, hermano del silencio.
Quiere saber de su origen a través del de su padre y del de su madre, a pesar de tener una sabiduría otorgada por genes que, como memoria cibernética, la alimentan. El nombre se torna importante, y un nuevo nombrar las cosas, como en el génesis, porque al darles nombre sabemos de ellas, las conocemos.
Deshacer el español, recrearlo, para que se vuelva mexicano; introducir en él, paradójicamente los elementos disímbolos que conforman esa mexicanidad; su presente, su historia, ininteligibles con la sola razón, acudiendo por ello a la intertextualidad literaria, en una aparente libre asociación o un huir de la conciencia, a la vez que se hace referencia a aspectos presentes, encadenantes de la susodicha mexicanidad contradictoria, fragmentaria y fragmentada; aunque, eso sí, con una melodía repetitiva.
A fuerza de oír y contemplar, ha podido llegar a deletrear, algo de nuestro oscuro pasado y la imposibilidad que tenemos para retomarlo, planear y predecir. No obstante, por más que busca y rastrea en cada descubrimiento le aparecen nuevos misterios que le impiden, otra vez, ver y seguir con las explicaciones del sentido oculto de nuestra vida, un hilo conductor que va desde Reyes hasta Paz, Rulfo y Fuentes y que conducirá a otros narradores a vislumbrar, desde un lenguaje mexicano, un mundo de misterios, para volver a sumergirse en nuevas dudas y más profunda oscuridad, y así sucesivamente…
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