Arturo Alcalde Justiniani
L
a vida cotidiana en nuestro país está hoy vinculada al proceso electoral. Hasta el campeonato de futbol puede tener su propia influencia. Y en este terreno hay aliciente para que las ideas de esperanza y seguridad pongan un grano de arena en favor del candidato puntero que simboliza esta convicción.
Este optimismo se fortalece cuando figuras emblemáticas como Cuauhtémoc Cárdenas reiteran su opción electoral por quien mejor defienda los intereses del país en materia energética. El reciente rencuentro entre Cárdenas y López Obrador, agrega un valor al cambio de rumbo, aun a pesar de que las reformas constitucionales, contratos e inversiones no facilitan a un gobierno popular, el implementar una política energética diferente. Lo importante es que se pondrá el énfasis en conducirla hacia el mayor interés público, no a los negocios privados, en los que suelen estar involucrados funcionarios públicos.
Otra área de oportunidad está relacionada con la reforma educativa. Obviamente, no se puede regresar al pasado, ni apoyar vicios sindicales ancestrales tan grotescos como la venta de plazas o la asignación de promociones por el cumplimiento de tareas gremiales; se trata de involucrar a los hacedores de la educación y a los especialistas que han subrayado la necesidad de crear las condiciones para transitar hacia una educación que responda a las necesidades de la nación. Ahora será el tiempo del
como si. Organizaciones como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) tendrán la oportunidad de plantear su modelo alternativo y convencer de su pertinencia.
En materia laboral, se presenta una excepcional oportunidad para reglamentar adecuadamente la reforma constitucional pendiente de abril 2017. Ello dependerá, en buena medida, de que el voto del cambio llegue al Congreso de la Unión y que no fructifique la campaña gubernamental y empresarial del voto diferenciado. Contando con la mayoría, se podrá avanzar hacia un modelo de relaciones laborales sustentado en el trabajo decente, como lo califica la Organización Internacional del Trabajo (OIT), lo cual conlleva a transitar hacia salarios dignos, diálogo social y productivo, respeto a la libertad de asociación y hacia una nueva justicia laboral, que en manos del Poder Judicial, resuelva con prontitud y eficacia los diferendos sociales.
Todo ello ha creado una gran expectativa, no sólo para los trabajadores, sino también para los empresarios, sobre todo aquellos pequeños y medianos que sufren agobios de todo tipo, entre ellos, tener encima a un creciente número de extorsionadores con siglas supuestamente sindicales, que operan en la opacidad e impunidad, cobijados e impulsados por autoridades que son parte del negocio.
En todos los campos se pueden abrir las puertas del
como si. Es cierto que buena parte de los más destacados profesionales, científicos e investigadores se han vinculado a los tiempos de cambio; sin embargo, la estructura partidaria de Morena puede carecer de la flexibilidad necesaria para compartir con la debida amplitud, proyectos comunes. Después del 2 de julio se tendrá la gran oportunidad de integrar esa energía transformadora de la sociedad, la cual tiene muchos rostros y a veces no espera a que el barco del cambio vaya por ellos.
Muchos de los cambios dependerán no sólo de la lucha contra la corrupción y de la austeridad republicana, sino del cambio del modelo de desarrollo en favor del empleo sustentable, la recuperación del ingreso, el respeto al estado de derecho y a la protección del medio ambiente. La oportunidad del nuevo gobierno es infinita si la sociedad en su conjunto asume el reto de apoyar el cambio por el bien de todos. Un ejemplo es dar visibilidad a múltiples fondos opacos e insultantes que existen en distintas dependencias públicas, en primera instancia en el ámbito del Poder Legislativo o en cajas chicas dependientes de la Secretaría de Hacienda. Otro ejemplo es la banca de desarrollo que, debiendo apoyar proyectos sociales, se dedica a fondear a los grandes empresarios, amigos del gobierno; así sucede también cuando se apoya a grandes constructores, en lugar de otorgar recursos a la población más necesitada.
Son tantas las carencias de la población y los daños que los gobiernos han generado en todos los campos de la vida económica, política y social de los mexicanos, que no será tarea fácil responder a las expectativas creadas, al menos en un corto plazo. Un buen principio es la existencia de un gobierno y una Presidencia respetable y respetada, que seguramente iniciará su administración en diciembre, con múltiples acciones, incluidas el ajuste presupuestal calificado como de austeridad republicana, la racionalidad en el gasto y la inversión pública; también con medidas en favor de la seguridad y la paz. Todo, con la convicción de que hay necesidades del pueblo que no pueden esperar.
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