miércoles, 25 de noviembre de 2020

México SA


Rosario Robles: que siempre sí // Va por Videgaray; salva a Peña

Q

ue siempre sí, Rosario Robles está dispuesta a reconocer su participación y responsabilidad (siempre negadas a lo largo de sus 15 meses de reclusión en Santa Marta Acatitla) en la multimillonaria estafa maestra y, en consecuencia, pretende subirse al cada día más lleno camión de testigos protegidos y/ o colaboradores, de tal suerte que está dispuesta a dar santo y seña sobre cómo se cocinó ese saqueo –uno de tantos– a la nación.

A la ex secretaria de Desarrollo Social y de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano en el sexenio de Peña Nieto le dieron ganas de cantar y no porque tenga una bella voz, sino porque, después de muchos intentos fallidos por obtener su libertad, es el único recurso legal que tiene para seguir su proceso en prisión domiciliaria, siempre y cuando –como lo hace Emilio Lozoya– lo que testifique sea verídico y comprobable e involucre a otros personajes beneficiarios de la estafa maestra. Y el catálogo de ladrones de cuello blanco es inagotable.

Desde el día mismo de su encarcelamiento (13 de agosto de 2019) la ex funcionaria peñanietista amenazó con encender el ventilador y salpicar boñiga por doquier, siempre con el objetivo de evitar la cárcel o aminorar su condena. Y como muestra un botón: el ex secretario de Hacienda José Antonio Meade tuvo conocimiento de las irregularidades detectadas en la Sedesol al recibir el acta de entrega-recepción cuando tomó posesión de esa secretaría; sí informé al ex presidente Peña Nieto (de la estafa maestra). A partir de entonces, ha hecho circo, maroma y teatro en su fallido intento de librar la cárcel, pero nada le resultó, hasta que Emilio Lozoya puso el ejemplo y ella dijo ¡presente!

Ahora, por medio de sus abogados, Rosario Robles dice estar dispuesta a denunciar a Luis Videgaray “por el presunto desvío de recursos destinados a campañas políticas entre 2012 y 2018 en favor de candidatos del PRI, además de la estafa maestra” ( La Jornada, César Arellano García).

Por cierto, ¿quiénes fueron los candidatos presidenciales en esas campañas? ¡Sorpresa! Enrique Peña Nieto (2012) y José Antonio Meade (2018), y en ambas destacó la presencia de Luis Videgaray, acompañado (al menos en la segunda) por Aurelio Nuño, Eruviel Ávila, Vanessa Rubio, Alejandra Sota (la pinche Sota, como diría Josefina Vázquez Mota, personaje éste que tarde que temprano será embarrada, aunque de hecho ya lo está), Alejandra Lagunes y Emilio Suárez Licona, entre otros.

Sin embargo, de acuerdo con la versión de los abogados de Robles, ya surgió el primer pero (se respeta la sintaxis): “la maestra ya lo manifiesta directamente hoy, va darse toda la información que requiera el Estado mexicano para llegar a cualquier cuestión relacionada a irregularidad o movimiento de cualquier tipo de recursos o instrucciones que tuvieron que tener con Videgaray … al ex presidente Peña no se le va a buscar de ninguna manera porque no hay ningún tipo de vínculo que llegue por parte de la maestra a él; todo es Luis Videgaray” (ídem).

Sobre Robles pesan tres acusaciones que la pueden mantener de por vida en la cárcel: delincuencia organizada, operaciones con recursos de procedencia ilícita y ejercicio indebido del servicio público, de tal suerte que si desea prisión domiciliaria y trato preferente tiene que involucrar y comprobar la participación del novio de Tania. Y de allí para abajo. En vía de mientras, la clase política suda copiosamente, porque de una u otra suerte la mayoría está embarrada (en el sentido judicial y médico) en cualquier cantidad de chanchullos.

El problema de todo esto es que con el ritmo que llevan los ex funcionarios acusados de corrupción (todos intentando treparse al camión de los testigos protegidos y/o colaboradores), nada más falta que al final de cuentas los mexicanos en su conjunto sean declarados culpables del saqueo, mientras los verdaderos ladrones de cuello blanco siguen en lo suyo.

Las rebanadas del pastel

En México la verdadera oposición a la 4-T es el poder económico; los supuestos partidos políticos y demás organizaciones son simples bufones, y muy malos, por cierto.

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