jueves, 21 de diciembre de 2017

México SA

México = desigualdad
Ingreso concentrado
¿Potencia alimentaria?
Carlos Fernández-Vega
L
a Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal validó las cifras del gobierno mexicano en lo que a reducción de la pobreza se refiere (disminuyó ligeramente en el último bienio, aseguró su secretaria ejecutiva, Alicia Bárcena), pero no se fue con la finta, y mucho menos con la celebración oficial en la citada materia.
Lo anterior, porque la señora Bárcena –de nacionalidad mexicana, por cierto– advirtió que en nuestro país el gran tema sigue siendo la desigualdad del ingreso en los hogares y ahí se tienen que buscar mejoras redistributivas.
Y para sustentar su dicho la Cepal documentó (Panorama social de América Latina y el Caribe 2017) que en nuestro país el 20 por ciento de los hogares más ricos concentra el 48 por ciento del ingreso nacional, mientras que el 20 por ciento más pobre a duras penas obtiene el 6 por ciento, de tal suerte que la diferencia entre una y otra proporción es de ocho veces.
De hecho, la información más reciente del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) revela que 75 por ciento de los municipios del país (mil 840 de 2 mil 457) reportan un grado de pobreza que afecta a entre 50 y 100 por ciento de su población, y, dentro de éstos, 924 (38 por ciento del total) registran índices que van de 75 a 100 por ciento de sus habitantes.
Pero si esa información no fuera suficiente, el organismo especializado de la ONU subraya que la concentración del ingreso en México es mayor al promedio de América Latina, con todo y que (según Alicia Bárcenas, con base en reportes oficiales) en México la pobreza disminuyó de 45.7 a 44.6 por ciento de la población en 2016(aunque el número de pobres multidimensionales en el país es de 53.4 millones, cien mil más que al inicio del sexenio de Peña Nieto), en parte por la formalización de trabajadores y el aumento en el número de trabajadores en el sector formal.
Sin embargo, más que aumentar la generación de nuevos empleos formales, lo cierto es que se incrementó la formalización de empleos existentes en el sector informal de la economía, lo que no trajo consigo la mejoría del ingreso de esos mismos trabajadores.
En el plano regional, la Cepal informó que los niveles de pobreza y pobreza extrema aumentaron en América Latina como promedio en 2015 y 2016, después de más de una década de reducción en la mayoría de los países, mientras que en 2017 se mantendrían estables.
Detalló que en 2014 el 28.5 por ciento de la población regional se encontraba en situación de pobreza (168 millones de personas), porcentaje que aumentó a 29.8 en 2015 (178 millones) y a 30.7 en 2016 (186 millones de personas). La pobreza extrema, en tanto, pasó del 8.2 por ciento en 2014 (48 millones de personas) a 10 por ciento en 2016 (61 millones de personas). Pese a esas cifras, una perspectiva de mediano plazo arroja un balance positivo en materia de reducción de la pobreza, ya que esta se redujo 15.2 puntos porcentuales entre 2002 y 2016.
La desigualdad de ingresos también se redujo entre 2002 y 2016, aunque el ritmo de caída ha disminuido en los últimos años. El coeficiente de Gini (donde 0 representa ausencia de desigualdad y 1 desigualdad máxima) pasó de 0.538 en 2002 a 0.467 en 2016. La experiencia reciente nos indica que el aumento de los ingresos en los hogares de menores recursos ha sido imprescindible para la reducción tanto de la pobreza como de la desigualdad de ingresos.
Para Alicia Bárcena el punto central es fortalecer las políticas laborales y de protección social, más aún en periodos de bajo crecimiento económico, y a implementar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible a partir de un cambio estructural progresivo.
El citado informe detalla que la incidencia de la pobreza y de la pobreza extrema es más elevada entre niños y niñas, adolescentes, jóvenes, mujeres y la población que reside en áreas rurales. En 2016, la pobreza afectaba al 46.7 por ciento de los niños y adolescentes de entre cero y 14 años, y la pobreza extrema al 17 por ciento. En el caso de los jóvenes de 15 a 29 años las proporciones fueron de 31.1 y 9.5 por ciento, respectivamente.
Por otro lado, el informe de la Cepal aborda los sistemas pensionarios en la región, “fundamentales para la garantía de los derechos a la seguridad social y a la protección social en un contexto de cambios demográficos acelerados. Se estima que en 2040 las personas de 60 años y más superarán a las de entre cero y 14, y que la población de 80 años y más aumentará casi 20 millones para esa fecha. También se observa una tendencia a la feminización de la población adulta mayor.
Entre 2000 y 2014, detalla, se amplió la base contributiva de los sistemas de pensiones en América Latina: el porcentaje de la población económicamente activa que cotiza en un sistema de pensiones pasó de 36.9 a 47.8 por ciento, lo que equivale a la incorporación de casi 60 millones de personas a los sistemas contributivos y está asociado a la evolución positiva de los mercados laborales en el período, así como a la implementación de estrategias para ampliar la cobertura de los sistemas de previsión social en algunos países.
Pese a ello, la Cepal estima que en la región existen 142 millones de personas económicamente activas que aún no tienen cobertura pensionaria. La proporción de trabajadores que continúa desprotegida es más elevada en las zonas rurales, entre las personas con menos escolaridad y en los sectores de menor productividad.
Entre 2002 y 2015 el porcentaje de la población latinoamericana de 65 años y más que recibía algún tipo de pensión (tanto contributiva como no contributiva) aumentó de 53.6 a 70.8 por ciento. Pese a los avances, 29 por ciento de la población de 65 años y más no recibía ningún tipo de pensión en 2015”.
Las rebanadas del pastel
Dice el inquilino de Los Pinos que México ha logrado consolidarse como una potencia agroalimentaria, siendo proveedora de alimentos al mundo, pero las propias cifras oficiales lo desmienten, pues en lo que va de su gobierno (diciembre de 2012 a octubre de 2017) la importación de maíz, trigo, arroz y frijol requirió divisas por 20 mil 232.7 millones de dólares, cantidad 15.65 por ciento mayor al valor de las importaciones de esos mismos productos en el periodo comparable del sexenio anterior, según información del Banco de México (La Jornada, Roberto González amador). Entonces, de ese alcance es la potencia agroalimentaria.
Twitter: @cafevega

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