Pedro Salmerón Sanginés
H
ace unas semanas mostramos aquí la irracionalidad de quienes niegan el holocausto nazi. Ahora me encuentro ante la irracionalidad de quienes niegan el cambio climático o sus devastadores efectos. Y encuentro, también, que estos negacionismos tienen propósitos políticos precisos: no son únicamente curiosidades ideológicas, sino piezas del nuevo discurso neoconservador.
Llego a estas conclusiones tras la lectura del más reciente libro de Naomi Klein,Esto lo cambia todo: el capitalismo contra el clima, quien inicia con una confesión: “Yo misma negué el cambio climático durante más tiempo del que me gustaría admitir. Y miramos –dice–, pero no actuamos. Incluso, cuando ya no podíamos cerrar los ojos ante la evidencia: si seguimos la tendencia actual de aumentar las emisiones año tras año, el cambio climático lo transformará todo en nuestro mundo” y de manera catastrófica. Y lo peor es que
no tenemos que mover ni un dedo para que ese futuro se haga realidad. Basta con que no cambiemos nada.
Sin embargo, hay quien niega esta terrible amenaza, como explica Klein en el primer capítulo de su libro, que es un magistral análisis de cómo el capitalismo está destruyendo el planeta y cómo sus ideólogos lo niegan. Quedémonos con esto por hoy: cómo y para qué se niega el cambio climático.
Los cabilderos de la derecha estadunidense y muchos políticos, sobre todo republicanos, parecen llegar a las conclusiones que Klein ilustra: las políticas dirigidas a combatir el calentamiento global son
un ataque contra el capitalismo estadunidense de clase media, un
caballo de Troya verde, que esconde la
doctrina socioeconómica marxista. Lo que buscan esos
rojosdisfrazados de
verdeses acabar con las libertades propias del capitalismo. Y es que el cambio climático es una conspiración dirigida a suprimir la libertad. En fin, en palabras de una autora acreditada en esos círculos:
El cambio climático tiene poco que ver con el medio ambiente y mucho con transformar el estilo de vida estadunidense, en aras de la redistribución de la riqueza mundial.
De la misma manera en que los negacionistas del Holocausto inventan datos y fuentes científicas hasta construir una
realidad paralela, alucinatoria y fantasmagórica(Poggio), que busca colocar a la historia entera bajo sospecha de ser mentira (al servicio del sionismo); los negacionistas del cambio climático dicen fundarse
sobre una seria y legítima discrepancia con los datos en los que la comunidad científica internacional basa sus resultados. Es decir, construyen una realidad paralela, alucinatoria y fantasmagórica que busca poner a la ciencia entera bajo sospecha de ser mentira (al servicio del
comunismo). Los ejemplos que da Klein de estos argumentos podrían ser risibles, si no fueran amenazadores. Se los dejo para la lectura del libro.
¿Qué tiene la cuestión del cambio climático que hace que la derecha estadunidense y numerosos votantes de clase media, ahí y en el resto del mundo, se sientan tan amenazados? La negación está lejos de ser
una convergencia orgánica de científicos escépticos. Es parte de la red que ha reconfigurado el mapa ideológico en las pasadas cuatro décadas. Ochenta y siete por ciento de libros sobre el tema sale de los
laboratorios de ideas de derecha, vinculados con las élites empresariales de Estados Unidos.
Y es que, en realidad, saben que el tema atañe directamente a los límites físicos de los océanos y la atmósfera. Saben que la amenaza que significa el cambio climático para la humanidad, su cruzada ideológica,
tendrá que detenerse en seco. Saben que la economía global depende totalmente de los combustibles fósiles y que los mecanismos del mercado no pueden cambiar esa dependencia, que
semejante transformación requiere de intervenciones reforzadas y contundentes: prohibiciones de actividades contaminantes, subvenciones a las alternativas verdes, fuertes penalizaciones a los infractores,
desprivatizaciones… es decir, el fin del capitalismo salvaje desregulado.
Sólo hay una manera de evitar el colapso de la
libertad: asegurar, convencerse de que existe una gran conspiración de la que son cómplices miles de científicos que mienten y que
el cambio climático es un engaño tan elaborado como rebuscado. Esto equivale a descalificar a 97 por ciento de científicos que estudian el clima. Equivale a creerse patrañas como las de los otros negacionistas, quienes creen que iluminatis o reptilianos controlan el mundo mediante la
gran conspiración. Equivale a tapar el sol con un dedo, para no afectar, no regular en lo más mínimo, a los grandes tiburones multinacionales, a los que el mismo PRI de siempre quiere entregar nuestro subsuelo.
Twitter: @PASalmeron
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