Gabriela Rodríguez
H
ay un nuevo tema que da oportunidad a la ciudad de México para colocarse nuevamente hasta adelante para recuperar el lugar de vanguardia que tenía: el de los derechos sexuales y reproductivos de niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Nuestra ciudad está perdiendo su cultura cosmopolita; en esta isla de libertades empezaron a filtrarse olas conservadoras y represivas contra lo que veníamos construyendo los ciudadanos/as desde 1997, en colaboración con los gobiernos progresistas.
Dos recientes reformas legislativas dan la pauta: la nueva Ley de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Distrito Federal (Ldnnadf), publicada el 9 de julio, y la Ley de los Derechos de las Personas Jóvenes en la Ciudad de México (Lpjcmex), promulgada el pasado 13 de agosto.
Para el caso de la primera no me extenderé mucho. Al armonizarse en el ámbito local, la Ldnnadf supera los límites de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, porque la del DF concede la igualdad sustantiva a las personas menores de 18 años. En su artículo 50 dispone que las autoridades de esta ciudad impulsen acciones necesarias para garantizar los derechos sexuales y reproductivos (DSR) de este sector de la población, proporcionen orientación gratuita y servicios en materia de salud sexual y reproductiva, desarrollen acciones para prevenir embarazos de niñas y adolescentes y campañas de comunicación masiva para prevenir el abuso sexual de adolescentes. Como bien señaló Nashieli Ramírez, directora de la organización Ririki Intervención Social,
se reconoce la necesidad de que los servicios de educación sexual y salud sexual se proporcionen de acuerdo con la edad y las etapas del crecimiento, asuntos muy temidos por los sectores conservadores y eclesiales. Tras diversas revisiones, las organizaciones de la sociedad lograron convencer a legisladores/as capitalinos que la sexualidad es inherente a los seres humanos, y no sólo está vinculada con la práctica de las relaciones sexuales.
La Lpjcmex, por su parte, es una ley ejemplar que representa un hito no sólo para México, sino también para el mundo. Junto con la sociedad organizada se diseñó un nuevo marco legal cuyos principios buscan transversalizar la perspectiva juvenil, la de género y la de derechos humanos. Se trata de políticas orientadas a la protección de derechos, el desarrollo integral y la participación de las personas jóvenes en la vida pública de la ciudad de México. Legitima los derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos y reconoce a las personas jóvenes como autoridades morales para tomar decisiones sobre su vida y sus cuerpos, con una clara definición de mayores y menores de edad y sin anteponerse a ningún otro derecho, como el interés superior de la niñez o el derecho de padres y madres. Se reconoce la obligación reforzada que tiene el Estado para proteger y garantizar los derechos de las personas jóvenes menores de 18 años. Algo realmente innovador y yo diría
únicoes que exige que las políticas públicas que implemente el gobierno deberán promover el desarrollo de la primera experiencia laboral de los jóvenes capitalinos para que puedan adquirir conocimientos prácticos sin suspender sus estudios, consolidar su incorporación a la actividad económica mediante una ocupación específica y garantizar derechos laborales, sin menospreciar la condición social, económica, religión, opinión, raza, color, sexo, edad, orientación sexual o lengua. Especifica que las personas jóvenes tienen derecho a una educación integral, científica, laica y humanista e impulsará la creación de un sistema de guarderías gratuito para madres estudiantes, con el fin de evitar la deserción escolar. Entre muchas otras bondades, exige al gobierno tomar las medidas necesarias para la prevención de la explotación, el abuso y el turismo sexual o cualquier otro tipo de violencia o maltrato. Asimismo, establece que las mujeres jóvenes tendrán derecho a decidir de manera libre el número y espaciamiento de hijos que desee, en términos de las leyes aplicables, para lo cual se reconoce su derecho a recibir información y acceso a los métodos anticonceptivos de manera gratuita y suficiente, incluyendo el derecho a la interrupción legal del embarazo.
El gran reto es que los derechos de niñas, niños, adolescentes y jóvenes se coloquen por encima de las luchas partidarias ¿Cómo hacer que las leyes superen el ámbito partidista y sean más que una retórica? ¿Cómo garantizar que estos derechos pasen a ser políticas de Estado? ¿Hasta dónde las instituciones las tomarán en cuenta para la operación de la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo de Adolescentes? ¿Y cómo traducir la ley en una reglamentación que permita llevar acciones a ras del terreno en cada uno de los polígonos delegacionales?
Hay veces que el horizonte simbólico muestra mejor el alcance de las políticas: no es lo mismo el imaginario que desprende la Diana Cazadora que la imagen
religiosa y angelicaldel Ángel de la Independencia. Buenos días Diana Cazadora –escribió Efraín Huerta–, muy buenos días ¡oh selva¡ laguna de lujuria, helénica y ansiosa. Buenos días amiga, cazadora, flechadora del alba, diosa de los crepúsculos! Dejo a tus pies un poco de anhelo juvenil y en tus hombros, apenas, abandono las alas rotas de este poema.
Twitter: @Gabrielarodr108
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