Jorge Carrillo Olea
G
ran tranquilidad ha generado que las indagatorias sobre la segunda fuga deEl Chapo, realizadas por varios miles de agentes y militares, más agencias internacionales y varios gobernadores, según se informó ruidosamente a medios de opinión, ya nos hayan permitido saber dónde se compraron las motocicletas que usó para trasladarse en su túnel: ¡fue en una tiendita Elektra en Tláhuac! ¡Vaya!
Han pasado 15 años desde la primera escapatoria y poco o nada se quiere saber de El Chapo. Han pasado por la PGR siete procuradores; el primer responsable del caso fue Rafael Macedo, quien plácidamente abrió la primera averiguación por
evasión de presos y cohecho, según el primer Informe de Gobierno de Fox. Con eso le bastó. Despreció el filón de información que dejaba El Chapo atrás, su entorno, intereses, todo. Le siguieron en la responsabilidad Cabeza de Vaca, Medina Mora, Chávez Chávez, Maricela Morales, Murillo Karam y hoy Arely Gómez. Nada, nada se pudo o se quiso saber.
Desde el primer día de su gobierno Enrique Peña transformó un inmaduro sistema de inteligencia en una comisaría de lo criminal. En ello conviven las secretarías de Gobernación, Defensa, Marina y PGR. Pusieron al Cisen a cuidar presos que se le escapan. Al gabinete de seguridad nacional le quitaron el adjetivo, ahora es sólo de seguridad. ¡Cuánto talento!
En enero de 2013 se creó la Unidad de Inteligencia Financiera en la SHCP, a cargo del ex procurador del estado de México, Alberto Bazbaz. Su misión: coadyuvar en la prevención y combate a los delitos de operaciones con recursos de procedencia ilícita, el motor principal del negocio de las drogas de donde se deriva la gran fortuna de El Chapo. ¿Y? La verdad escueta es que toda la concepción sobre inteligencia del presente gobierno falló y sigue fallando.
Es la segunda vez que el señor Guzmán se ríe de sus captores, custodios y de los jueces que ordenaron su reclusión. Es la segunda vez que las autoridades demuestran que es mucho lo que no quieren saber. Han decidido por años, por décadas, desde 2001, correr un velo que cubra los asuntos pudendos del señor Guzmán e intentar dar atole con el dedo a la comunidad. O ¿serán en verdad tan torpes que no dan una? ¿Será por eso que a la PGR le preocupa que Elba Esther Gordillo se les vaya a escapar?
Lo contundente y sospechoso es que no quieren aceptar que El Chapo no pudo montar su imperio él solo. Es imposible explicar la prosperidad del cártel de Sinaloa, su hegemonía ganada a sangre sobre otros cárteles y su éxito corporativo/empresarial, sin una red de complicidades que por hoy es verdaderamente inimaginable, pero de la cual no se quiere saber nada.
Ha decidido el gobierno que no quiere saber que esa organización criminal es la de mejor estructura, la que posee la mejor protección política, policial y también la más extendida y poderosa de México y la de mayor presencia en Estados Unidos, América Central y de manera incipiente en África Occidental.
Tampoco les motiva enterarse de que existe complicidad de asesores en inversiones bursátiles, operaciones bancarias y contadores. Físicamente existen en algunos lados que no se quieren descubrir discos duros con informaciones comerciales, financieras, bancarias, estudios de mercado, datos sobre nóminas de cómplices y encubridores.
Prefieren disimular que la Iglesia católica también anda por ahí. ¿Recuerda aquelnarcodonativo a una iglesia de Guadalajara? Reiteradamente el cardenal Juan Sandoval Íñiguez fue señalado en relación con presuntas operaciones de lavado de dinero. ¿Por qué no se investigó de quién era el auto placas HTT1621 en el que fue muerto el cardenal Posadas? Se habrían sorprendido. Pero nadie investigó nada, ¿por qué?
Prefieren ignorar que El Chapo emplea redes de comunicación por mil medios, que posee y opera sistemas informáticos y que puede vulnerar a su vez toda ciberseguridad. No quieren saber que los archivos de los registros civiles, de la propiedad y del comercio, notariales y más son vetas riquísimas de información. ¿Por qué no han querido explotarlas?
No sería posible operar ese imperio político, judicial, policial, agroproductivo, comercial y financiero sin una amplia red de cómplices de cuello blanco que no, no están en el campo de las operaciones gansteriles, sino esparcidos por el mundo del poder oficial y privado.
No es posible tampoco pensar en que hayan pasado 15 años y todas esas relaciones hayan subsistido como desconocidas para todo tipo y nivel de autoridades. Lamentablemente no es posible dejar de pensar en complicidades, encubrimientos, tolerancias o disimulos, todos ellos con nombres absolutamente accesibles y comprobables para todo efecto.
Una explicación alterna, pero igualmente impactante, sería aceptar que todo el sistema de inteligencia, tan elogiado públicamente por el propio presidente, durante una sesión del Consejo Nacional de Seguridad, como pareciera estar confirmado, sencillamente es técnicamente inconfiable.
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