martes, 2 de agosto de 2016

Revista Polemón

Y nos joden, y aguantamos

Y nos joden, y aguantamos
Por: Jorge Gómez Naredo (@jgnaredo)
02 de agosto 2016.- Un día, uno decide hilar. Tejer. Digamos que relacionar lo que mira. Lo que vive.
Salgo de casa. Hay un auto estacionado en la banqueta. No hay problema, lo puedo franquear. Pero el auto está ahí e incumple una ley, y quienes se encargan de cumplir esa ley, no están. El dueño del auto, ya de regreso de adonde fue, quita su auto de la banqueta y se va. No multa, no castigo: hay impunidad.
Continúo caminando. Espero en el semáforo a que me dé el siga y pueda cruzar. Cuando la luz roja se pone para los automovilistas, un mujer, que maneja una camioneta muy linda, se pone en los pasos de cebra (que están apenas pintados, pero que se observan claramente). Pudo franquear a esa mujer con su camioneta. Es fácil. Pero estorba, y no debería hacerlo. Nadie le dice nada. Nadie hace cara de “oye, estás obstaculizando el paso del peatón”. Sería bueno hacerlo. Lo hago. La mujer me mira como quien mira a un extraterrestre. Hace cara de enfado y voltea hacia otro lado.
Un camioneta se estaciona. De ella bajan cuatro sujetos. O puede ser que cinco. O puede ser que tres. Todos con pistolas y rifles y armas así muy potentes. Entran a una casa y sacan a una persona de ahí. A otra le disparan dentro, la matan. Los sujetos se van. Media hora después. O una hora. O quizás dos. Llegan policías y forenses e investigadores. Tardan unos cuantos minutos: un homicidio y una desaparición más.Lo único seguro es que nadie será castigado. Que nadie irá a la cárcel. Que la “investigación” quedará en una carpeta a la cual pronto se le acumulará el polvo, y que quizá tenga rotulada la palabra “narcos”.
impunidad 4
Señor funcionario público decide que la papelería de la secretaría, o la obra de la secretaría, o los insumos de la secretaría, se darán a una empresa en específico. Y esa empresa en específico es propiedad de un amigo de él, o quizá no, pero los dueños de la empresa le darán a ese funcionario (tan buena gente) una parte del pago que la secretaría hace por el servicio o los insumos. Eso que sucede, quizá se sepa. Quizá se haga público. Y si eso pasa, el funcionario no tendrá castigo. Seguirá siendo funcionario y haciendo lo que hace.
Un señor llega a una comunidad, que dizque el señor es del gobierno, y anuncia que dará apoyos económicos siempre y cuando haya corresponsabilidad, es decir, siempre y cuando los que reciban los apoyos voten por un partido en específico. La gente va con el señor del gobierno: está contenta. A ese señor que llegó a la comunidad quizá, algún día, le digan que aprovecharse de la pobreza no es ético, y está penado. Pero que alguien le diga eso es poco probable. Y si se lo dicen, pues no pasa nada. Nadie lo castigará.
Empresarios deciden apoyar a un candidato. Le dan dinero. Resulta ser que ese candidato gana. Los empresarios saben que es su momento: no solamente no pagarán los muchos impuestos que se suelen pagar, sino que tendrán mucho trabajo: vender al gobierno. Hacer negocios con el gobierno. Colocar gente de su empresa en el gobierno. Hay bonanza con el gobierno.
impunidad
Un presidente observa que hay gente que anda alborotando a otra gente. Que hay gente que dice “ya basta”. Ese presidente decide que no es bueno que haya gente alborotando a otra gente, y manda fuerza pública para que los “alborotadores” paguen por andar de insolentes diciendo que las cosas no están bien. Policías llegan y golpean y encarcelan y matan. Nadie les dice nada. Jamás nadie los castigará. Jamás nadie meterá a ese presidente a la cárcel.
Vivimos entre corrupción e impunidad. Entre cinismo y prepotencia. Vivimos así, y a veces impresiona el aguante para continuar viviendo así. De verdad que impresiona.

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