Hoy habrá Asamblea Constituyente
A construir la mejor ley suprema
Devolver la dignidad al voto
Miguel Ángel Velázquez
H
oy quedará instalada la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México y la responsabilidad de quienes tendrán que aprobarla es sólo una: entregar un documento que no falte a la voluntad del ciudadano que sufragó con la idea de hacer de la capital de México un mejor lugar para vivir.
Se trata de construir un documento que otorgue beneficios ahora, pero que se haga responsable del futuro de los habitantes de la ciudad, mediante un texto que, antes que cualquier cosa, disponga justicia en todos los ámbitos y por ello erija espacios de igualdad tan necesarios ahora que los signos de la economía, por ejemplo, nos hablan de mayores desigualdades y de más injusticias.
Mucho se ha dicho, y mucho se ha discutido, de la legitimidad de la asamblea, y las críticas tienen fondo y validez porque 40 por ciento de quienes forman la diputación constituyente deben el cargo a la decisión de unos cuantos, y con ello se ignora el voto ciudadano, es decir, anulan de entrada el principal ingrediente de la democracia: el sufragio, y, en un falso discurso que intenta hablar de pluralidad, se resta el peso político de la elección. Entonces sí, la asamblea nace con el sello de la ilegitimidad, característico de estos tiempos.
Los dos partidos que más condicionaron la reforma política del Distrito Federal, el PRI y el PAN, son los que menos raíces políticas tienen en la ciudad, pues los votos obtenidos por esas organizaciones en los procesos recientes han ido a la baja. En la elección para el constituyente, el PRI obtuvo 7.8 por ciento de la votación y el PAN apenas rebasó 10 por ciento. Esa fue la decisión de los ciudadanos, pero eso les importa muy poco, y por medio de las marrullerías de siempre han logrado una sobrerrepresentación. El tricolor, de cinco diputados que obtuvo mediante el voto, tendrá 21 luego de que diputados, senadores y Los Pinos les designaron 16, que nunca hubieran llegado a la constituyente si hubieran participado en la elección. Con el panismo el resultado es muy similar.
Las condiciones legales que obligan a que la constitución sea aprobada por 66 diputados, de 100 que forman el cuerpo legislativo, hacen necesarios los acuerdos prácticamente con todos, y con ello se corre el riesgo de dar un sesgo no deseado a las leyes que miren hacia un mejor futuro en la ciudad.
No obstante, será el trabajo del legislador el que devuelva la confianza y la dignidad al voto, es decir, a la palabra del ciudadano. Aprobar una constitución que traicione al sufragio sería asestar otra puñalada a la democracia mexicana, y si es así, mejor sería no tener constitución, escenario que de ninguna manera debe echarse en saco roto, pero seguramente no será de la izquierda de donde provenga la falta de acuerdos, sino de quienes sin el voto ciudadano pretenden imponer y proteger sus intereses. Que conste, allá ellos.
De pasadita
El golpe que el gobierno de Enrique Peña Nieto ha asestado a la ciudad de México, vía el presupuesto, puede ser de consecuencias desastrosas. Dejar sin posibilidades de corregir, cuando menos, la situación de la red hidráulica de la ciudad es un crimen contra millones de capitalinos. Bueno, pero hay que decir, y en esto estar muy claros, que el presupuesto que se tenía para ampliar la red del Metro a Observatorio y la del Metrobús a Indios Verdes servirá para que en el estado de México alguien se luzca. ¿Será por eso que les regresaron el presupuesto que ya les habían cortado? ¿Será por eso que el líder nacional del PRI, Enrique Ochoa, advierte que el jefe de Gobierno debe actuar con responsabilidad en esto del presupuesto? ¡Aguas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario