Desangelada conmemoración en el Zócalo
El presidente Enrique Peña Nieto durante la ceremonia del Grito de Independencia, en el balcón central de Palacio Nacional, la noche del juevesFoto Jesús Villaseca
Emir Olivares, Alonso Urrutia y César Arellano
Periódico La Jornada
Sábado 17 de septiembre de 2016, p. 6
Sábado 17 de septiembre de 2016, p. 6
Sin apartarse de las formas propias de la ceremonia, el presidente Enrique Peña Nieto dio, el pasado jueves, el Grito de Independencia desde el balcón central del Palacio Nacional. Esta vez las arengas presidenciales no desbordaron el entusiasmo de los asistentes, de entre quienes se escucharon expresiones de rechazo a la figura del mandatario y la mecánica respuesta de las huestes mexiquenses para vitorearlo.
Hacia las 23 horas eran ya muchas horas de espera que desincentivaron el fervor patrio a quienes fueron trasladados desde sus comunidades del estado de México, principalmente, y entidades aledañas a la Ciudad de México. Muy temprano arribaron al Zócalo capitalino transportados en centenares de camiones, de los cuales descendieron para que, con brazaletes o pegotes notorios, les allanaran el paso y salvaran los estrictos controles de seguridad a los que fueron sometidos quienes llegaron por cuenta propia.
Desde el balcón central, el Presidente lanzaba las arengas de la ocasión:
Mexicanos: ¡vivan los héroes que nos dieron patria y libertad! ¡Viva Hidalgo! ¡Viva Morelos! ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez! ¡Viva Allende! ¡Viva Aldama! ¡Viva Galeana! ¡Viva Matamoros! ¡Viva Guerrero! ¡Viva la independencia nacional! ¡Viva México!
A su lado, su esposa Angélica Rivera quien, en aras de la austeridad, usó un vestido estrenado en 2014 en una cena de gala durante la visita de Estado a España. En esa austeridad, pocos pudieron entrar a Palacio Nacional: los representantes de los poderes de la Unión, el cuerpo diplomático, miembros de las fuerzas armadas de otros países a los que se les anexaron, esta vez, invitados especiales provenientes de la sociedad civil, todos convocados a la ceremonia donde esta vez tampoco hubo cena de gala, como en 2015, en aras de no gastar recursos públicos, se dijo.
Sería el acarreo desmedido o las prolongadas horas de espera –ni los grupos musicales (Los Ángeles Azules y la Trakalossa de Monterrey) encendieron los ánimos–, la indignación social que prevalece por la reciente visita del candidato republicano estadunidense, Donald Trump, pero la conmemoración fue desangelada. La algarabía expresada sólo en la convivencia por la fiesta, en medio del deambular de la policía, el Estado Mayor Presidencial, por las zonas numeradas previamente asignadas.
Concluido el espectáculo pirotécnico y cuando el Presidente se despidió a la distancia, los miles de asistentes desalojaron el Zócalo paulatinamente. Algunos a buscar con resignación el transporte público de retorno, otros, siguiendo las largas filas hasta los centenares de camiones que abarcaban casi hasta Tlatelolco,
orientadospor los coordinadores del operativo mexiquense.
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