lunes, 17 de julio de 2017

La basura a su lugar

John M. Ackerman
L
as empresas Epccor y Aldesa, constructores del Paso Exprés en Cuernavaca, Morelos, han declarado que el socavón que llevó a los señores Juan Mena López y Juan Mena Romero a su muerte la semana pasada fue ocasionado por la erosión de una alcantarilla afectada por el exceso de basura y una acumulación extraordinaria de agua provocada por las intensas lluvias. De la misma manera, Miguel Ángel Mancera ha querido recubrir su ineptitud echando la culpa por las históricas inundaciones en la Ciudad de México a la acumulación de basura en el sistema de drenaje de la capital.
La salida más fácil para las autoridades siempre será echar la culpa a las víctimas de cualquier desastre. Hace unos días, el gobernador Héctor Astudillo culpó a los mismos presos por la violenta muerte de 28 internos en la cárcel de Acapulco, en lugar de asumir su responsabilidad legal como mando superior sobre el sistema de readaptación social del estado de Guerrero. A Felipe Calderón le gustaba afirmar, sin dato empírico alguno que lo respaldara, que 90 por ciento de los ejecutados durante su irresponsable, asesino y criminal guerra contra las drogas, serían narcotraficantes y, por ello, supuestamente merecerían su mortal castigo. Y Lorenzo Córdova aprovecha cualquier oportunidad para echar la culpa a la desconfianza ciudadana por la enorme crisis democrática que hoy vivimos.
Las autoridades públicas existen precisamente para anticipar, planear y prevenir las consecuencias trágicas de las elecciones individuales de los ciudadanos y de los fenómenos naturales. Si no son capaces de cumplir con su trabajo la única salida es su renuncia inmediata.
En Guerrero, la autoridad al parecer no sirve de absolutamente nada. Si el gobernador no es capaz de imponer el orden y el estado de derecho dentro de un espacio totalmente vigilado donde cada movimiento es supuestamente observado y controlado, se evidencia como un perfecto inútil. Una disputa entre internos solamente genera docenas de decapitados dentro de un contexto de total ingobernabilidad. ¿Dónde consiguieron los internos sus armas? ¿Quién mandaba en la cárcel?
En Morelos, no hay ninguna razón por la cual las bolsitas de Sabritas aventadas por niños felices camino a Acapulco tendrían que terminar en la muerte de dos ciudadanos ejemplares. Si México tuviera instituciones que funcionaran, empresas con tan cuestionada reputación como Epccor y Aldesa jamás hubieran recibido el contrato multimillionario del Paso Express. Y, si por azares del destino, estas empresas resultaran ganadores de la licitación, algún funcionario de la Secretaría de Comunicación y Transportes hubiera revisado escrupulosamente la calidad de la obra entregada, así como dado un mantenimiento riguroso a las alcantarillas. Y, finalmente, después de que Juan Mena y su hijo cayeran al hoyo, alguna autoridad los hubiera rescatado inmediatamente, en lugar de dejarlos solos para morir lentamente de asfixia, casi dos horas después del accidente.
De la misma manera, Lorenzo Córdova y los consejeros electorales tanto del INE como del IEEM están generando un enorme socavón en nuestra supuestademocracia. Su complicidad absoluta con uno de los fraudes electorales más grandes y evidentes en la historia cometido el pasado 4 de junio en el estado de México por Alfredo del Mazo, los pinta de cuerpo entero. El titular de la Unidad Técnica de Fiscalización del INE, Eduardo Gurza, tendría que abstenerse de cualquier intervención en este caso por su evidente conflicto de interés con el candidato. En su lugar, se debería crear una comisión especial integrada por ciudadanos de intachable trayectoria y reputación para revisar todas las cuentas de la elección.
Los ciudadanos no podemos esperar ninguna ayuda de parte de las autoridades. Nadie nos salvará. Tal y como ocurrió después del terremoto de 1985, nosotros mismos tendremos que escarbar nuestro camino de escape. Sólo el pueblo puede salvar al pueblo.
Tienen razón tanto los constructores del socavón express como quien se ostenta como jefe de Gobierno: la basura a su lugar.
Twitter: @JohnMAckerman

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