James W. Russell*
C
omo en México, Chile y otros países latinoamericanos, en Estados Unidos existe una creciente crisis en los sistemas para el retiro. Ello porque las cuentas individuales han remplazado las pensiones seguras.
Para planificar la jubilación, la analogía más recurrente alude al taburete de tres patas. El ingreso de la pensión individual derivaría de tres fuentes: el Sistema Nacional de la Seguridad Social (SNSS existente desde 1935); una pensión tradicional de beneficio definido (patrocinada por el empleador) y ahorros e inversiones individuales. Según los expertos, todas ellas deben sumar, al menos, 70 por ciento de los ingresos previos a la jubilación. El objetivo es mantener el nivel de vida que se tenía antes de la jubilación.
Ciertamente, el taburete de tres patas nunca fue una buena analogía. Para serlo, éste debería tener estabilidad al contar con patas iguales. Pero resulta que las cantidades que reúnen las tres fuentes de ingresos son muy diferentes. Para quienes disponen de ingresos pensionarios más seguros, la principal fuente es el plan de beneficio definido (patrocinado por el empleador), seguido del SNSS y, finalmente, los ahorros e inversiones. En ese orden.
Actualmente, en Estados Unidos, este taburete cubre a la mayoría de trabajadores del sector público. Aunque ellos representen sólo una pequeña parte de la población económicamente activa. Para el resto, incluyendo la mayoría de los que laboran en el sector privado, están forzados a sentarse en un taburete con otra combinación: primero los ingresos del SNSS, seguidos del plan patrocinado por el empleador y luego, los ahorros e inversiones.
El 94 por ciento de la PEA estadunidense aporta 6.2 por ciento del salario al SNSS. Sus empleadores contribuyen con otro tanto exacto: en total 12.4 por ciento. Esas contribuciones engrosan un fondo colectivo con el que se pagan los beneficios. Incluidos: ingresos por jubilación, pagos por discapacidad, pagos por hijos y otros supervivientes dependientes de quienes fallecen.
El SNSS es un plan clásico donde se pagan cuotas para protegerse de riesgos. El sistema funciona extraordinariamente bien. Casi uno de cada cuatro hogares recibe algún tipo de ingreso del SNSS. Es, además, el componente más grande del minimalista estado de bienestar de Estados Unidos. Estudios recientes muestran que sin el SNSS, hasta 40.5 por ciento de la población mayor de 65 años sería pobre. Pero debido a sus ingresos, la tasa de pobreza de los de más de 65 años, alcanza 8.8 por ciento, menor que la de la población general.
El SNSS dispone de tremendo apoyo público: hasta los republicanos. Sin embargo, por motivos económicos, es sistemáticamente atacado por think tanksneoliberales: Cato Institute y Heritage Foundation, así como por segmentos de los servicios financieros. Están inconformes con que miles de millones de dólares del ahorro pensionario sigan atados a las cuentas gubernamentales pudiendo beneficiarlos a ellos en Wall Street.
La batalla por preservar el SNSS es continua frente a los amagos para privatizarlo. Tal como ocurrió en México con el IMSS, emulando el modelo chileno impuesto por Pinochet. Hasta ahora, los defensores han resistido todos los intentos. Gracias al apoyo público al programa.
Los planes jubilatorios patrocinados por empleadores cubren casi todo el sector público. Pero sólo la mitad del privado. Para los trabajadores cubiertos, hay dos tipos: pensión tradicional por beneficio definido y por contribución definida: cuenta individual.
Hasta 1984, la mayoría de los trabajadores del sector privado contaban con planes de jubilación de beneficio definido. Como en el SNSS, aportaban –con sus empleadores– contribuciones a un fondo colectivo, desde el cual liquidaban sus pensiones garantizadas. Pero desde 1981, los patrones optaron por sustituirlas por cuentas individuales, que producen ingresos pensionarios mucho menores.
En 1981, 61.4 por ciento de los trabajadores del sector privado –con planes patrocinados por el patrón– contaban con programas tradicionales de beneficio definido. Hoy día, apenas 16.1 por ciento los conserva. El grueso de la sustitución por cuentas individuales se agrupa en los planes conocidos como 401(k), así llamados por la terminología de los códigos fiscales. Los planes pensionarios de mero ahorro individual, ocupan apenas un distante tercer lugar: sólo para los ricos.
En suma: lo que ha ocurrido –desde 1981– con horizonte jubilatorio en Estados Unidos es que el SNSS se ha mantenido estable, mientras que los planes que han sustituido los patrones por cuentas individuales mudan a una nueva aventura donde los trabajadores exponen su ahorro individual y corren con todos los riesgos. Es claro que esas cuentas individuales son altamente rentables para la industria financiera. Aunque generan ingresos –para jubilados y pensionados– mucho menores que los planes de beneficio definido que remplazaron. Ahí se ubica la principal causa de la crisis creciente en ese país.
Visto desde el punto de vista continental es claro que los trabajadores estadunidenses han sufrido, por otro camino, pero como México y Chile una transformación similar en sus planes pensionarios colectivos y solidarios a los de cuentas individuales. A pesar de que éstos generen menos ingresos.
Pero también es un hecho que, aunque el SNSS aún no ha sido privatizado, los planes patrocinados por el patrón han mudado, paulatinamente, a sistemas privatizados y de contribución definida como loa que hoy azotan a América Latina.
*James W. Russell es profesor de políticas públicas en la Universidad Estatal de Portland, Oregon
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