Palabras de Andrés Manuel López Obrador en la presentación del libro “Patria” de Paco Ignacio Taibo II
Boletín 017-301
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Entrevista AMLO: 171017_1840
Ciudad de México, 17 de octubre de 2017
Palabras de Andrés Manuel López Obrador en la presentación del libro “Patria” de Pacto Ignacio Taibo II
- El presidente del Comité Ejecutivo Nacional de MORENA asiste a la en la XVII Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México.
Amigas y amigos:
Es un timbre de orgullo estar aquí, participar como presentador del libro “Patria” de Paco Ignacio Taibo II. El autor de esta obra es un escritor extraordinario, tiene el talento para contar historias con rigor profesional y de manera sencilla, eso es un gran mérito, se trata de un intelectual esplendido y raro, porque en vez de dirigirse a las élites, se empeña en escribir única y exclusivamente para el pueblo raso.
No hay nada rebuscado, no escribe físico, suele decirse, cuando se escribe bájale, cuando es exactamente lo contrario, hay que subirle, hay que escribir para la gente, hay que escribir para el pueblo.
Asimismo, celebro que siendo Paco un escritor de izquierda, sin duda, incursione cada vez más en temas de historia patria.
Por ejemplo, su libro sobre el asesinato de Madero titulado: “Temporada de Zopilotes”, es un homenaje y una reivindicación al Apóstol de la Democracia en México, luego de años de olvido y ninguneo por parte del pensamiento radical, dedicado a la investigación y a la academia.
Ahora, con la publicación de “Patria”, Paco reafirma su vocación y su compromiso con la historia nacional que es el análisis y la reflexión sobre la Revolución de Ayutla, la Guerra de Reforma, la Intervención Francesa y la Caída del Imperio.
Los tres tomos son imprescindible, de obligada lectura, el contenido es aleccionador y de verdad se disfruta. Paco cuenta de manera magistralmente lo acontecido en este aciago y formativo periodo, intercalando retratos de los protagonistas, liberales y conservadores, con sus ideas políticas y las batallas militares.
En esta investigación queda de manifiesto el predominio que, en ese entonces, tenía el clero sobre las conciencias y la vida pública del país.
Téngase en cuenta que, como lo describe el autor, la mayoría de los liberales que llevaron a cabo, y esa es la bella paradoja, los que llevaron a cabo la Reforma y defendieron la república contra el imperio habían tenido casi todos ellos formación religiosa y, como es obvio, de influencia católica.
Guillermo Prieto había sido secretario de un sacerdote, era guadalupano y creía en dios. Santos Degollado trabajó de escribiente en la catedral de Morelia; Manuel Ruiz, ministro de Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública en el primer gabinete del presidente de Benito Juárez, estuvo a punto de graduarse como sacerdote; Melchor Ocampo, entre otros liberales, estudió en el seminario.
A esta misma formación religiosa, pertenecían los más destacados dirigentes conservadores. “Los mochos” llamados así por secundar a Antonio López de Santa Anna, a quien le faltaba una pierna y todos ellos, la mayoría, eran por tradición familiar católicos.
Miguel Miramón ingresó al Colegio Militar, pero su padre quería que fuera sacerdote. Félix María Zuloaga pasó de seminarista a militar. Leonardo Márquez es considerado un terrible guerrero, un fanático que se bendecía y lloraba a lágrima viva, al mismo tiempo que cometía los crímenes más despiadados.
Juan Nepomuseno Almonte, conservador y pro monárquico, era hijo, ni más ni menos que el gran Morelos, a quien acompañaba de niño cuando el cura dirigía la guerra de Independencia.
Pero lo más destacado, entre otras importantes aportaciones en la obra de Paco Ignacio es que los liberales, puros o radicales, eran anticlericales, pero no antirreligiosos.
Francisco Zarco defendía esa postura, dejando de manifiesto lo siguiente, transcribo lo que cita a la vez Paco, decía Zarco: “el partido que quisiera destruir o desarraigar el catolicismo sería demente o insensato, porque intentaría lo imposible, lo peligroso, lo criminal. Nosotros […] en las sublimes verdades del cristianismo, encontramos condenado el despotismo y la opresión”, cierro la cita.
Inclusive, Paco, el gran narrador de esta historia sostiene que “desde su ateísmo… no puede menos que deshacer el falso mito de que la vanguardia liberal que era atea”.
Ahora bien, este proceso de transformación que inicia con el Plan de Ayutla y concluye con la Caída del Imperio y la Restauración de la República en 1867, es uno de los episodios de mayor confrontación política en nuestro país. Nunca se habían librado tantas batallas en el terreno ideológico y militar como en esos trece años de nuestra historia. La guerra era lo predominante.
Paco cuenta a detalle cada una de las acciones bélicas e incluye, desde luego, sus conocimientos y también deja ver su fascinación por el manejo de la estrategia militar.
A pesar de que no hay ningún escritor menos que conozca, que sea tan minucioso en sus observaciones en esta materia de la estrategia en la guerra, insiste en subrayar, lo cito que “no es fácil narrar una batalla en la que participan más de 20 mil hombres. El conjunto, el movimiento de las grandes columnas, las órdenes de los generales, no dejan ver al infante metido en una zanja y muerto de miedo. Los clarines y los cañonazos tapan los gritos de los heridos. La ausencia de testimonios de los de abajo no puede ser suplida con nada” y de manera por demás exigente Paco dice: “Quede, pues, en esqueleto de esta historia”.
El libro “Patria”, sin embargo, es mi opinión, está muy bien concebido y extraordinariamente narrado. La prosa es impecable y su contenido está lleno de sabiduría y algo que es fundamental, está lleno de sentimientos.
Por ejemplo, cuando trata lo de la aprehensión y el fusilamiento de Melchor Ocampo se enchina la piel. Recoge los diálogos básicos, citó: “El cura del pueblo, de apellido Morales, intentó confesar a Ocampo y recibió una amable respuesta: ‘No se moleste usted, yo estoy bien con Dios y él está bien conmigo’… Le pidieron que se arrodillara y respondió: ¿Para qué?, estoy bien a nivel de las balas…”.
Sólo hizo una solicitud: ‘Que me peguen aquí’, señalándose el pecho”. Así caía quien había pronunciado frases memorables como aquella de “ser liberal cuesta mucho trabajo, ya que se precisa el ánimo de ser hombre en todo”. O eso en lo que decía: “me quiebro pero no me doblo”, o una que aplica para estos tiempos, “los moderados no son más que conservadores más despiertos”.
Pero el fondo del asunto, aunque lo trata Paco, requiere de mayor énfasis y se puede resumir en la pregunta: ¿cómo fue que con tanto poder del clero, en todos los órdenes de la vida pública, los liberales lograron triunfar y llevar a cabo una profunda reforma que ha sido nuestro distintivo a nivel mundial?, el principal aporte.
Era tan difícil enfrentar al clero y expropiarle sus bienes que algunos han llegado a pensar que todo fue obra de la providencia, de la suerte o de una chiripa histórica. Pero no se trató de una estrategia política genial.
En Veracruz, el 12 de julio de 1859, el presidente Juárez proclama la nacionalización de los bienes del clero y se ponen al mercado sus grandes extensiones de terrenos, lo cual despierta el apetito de hacendados y comerciantes que empiezan, por un interés, a tomar partido a favor de la causa liberal.
Es cierto que esta medida no produjo tantos ingresos como se esperaba, pero fue decisiva para que los particulares, potenciales compradores de las tierras del clero, no se adhirieran y apoyaran con peones y dinero a las fuerzas conservadoras.
También considero indispensable profundizar más sobre el liberalismo y el conservadurismo, corrientes ideológicas fundamentales, en la historia de nuestro país y la historia del mundo.
Destacan en la historia de las ideas políticas: el comunismo, el fascismo, el socialismo, el capitalismo, pero subyacen como troncos básicos el liberalismo y el conservadurismo.
Téngase en cuenta que cuando triunfa la causa de la república y se derrota a la reacción y al intervencionismo, inclusive con la ejecución de Maximiliano, de Miramón y Mejía en Querétaro, se llegó a pensar que el conservadurismo no volvería a renacer y, sin embargo, este pensamiento resurge, poco después, en el Porfiriato y se mantiene con vigor y fuerza hasta nuestros días.
Hace poco, en una visita a San Quintín, Baja California, un migrante, un jornalero, poblano mayor de edad, haciendo referencia al neoconservadurismo de actualidad me proponía lo siguiente, me insistía, me decía que así como Juárez separó el poder de la Iglesia del poder del Estado, ahora era indispensable licenciado separar el poder económico del poder político, en fin.
En fin, hay que leer “Patria” de Paco Ignacio, los tres tomos publicados y los que vienen. No se puede transformar al México actual sin conocer la historia. Y mucho menos se puede transformar al México actual sin hacer historia, la política es hacer historia. Muchas gracias Paco por estas obras.
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