sábado, 24 de febrero de 2018

México SA

Economía desinflada
Baja calidad laboral
Labastida: pachorra
Carlos Fernández-Vega
P
ues nada, que en 2017 el producto interno bruto (PIB) no creció más de lo previsto ni lo hizo relativamente bien (Meade dixit, en tiempos de secretario de Hacienda). De hecho, a duras penas alcanzó una tasa de 2 por ciento, que resulta ser la menor en el último cuatrienio. Ello, porque en el primer año del gobierno que movería a México tal indicador no pasó de 1.1 por ciento.
Como bien lo informó La Jornada (Roberto González Amador), la desaceleración de la economía mexicana fue confirmada este viernes por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. En 2017, el PIB repuntó 2 por ciento, una dinámica menor a la registrada en 2016, cuando avanzó 2.9 por ciento. En particular, durante el cuarto trimestre de ese año el producto interno bruto tuvo un crecimiento de 1.5 por ciento a tasa anual, un desempeño menor al registrado en igual periodo de 2016.
En este tenor, el Inegi indicó que el producto interno bruto nominal (PIBN) a precios de mercado se situó en 22 billones 718 mil 808 millones de pesos en el cuarto trimestre de 2017, presentando un crecimiento de 6.6 por ciento con relación a igual lapso de 2016. Este resultado se originó de las variaciones de 1.5 por ciento del PIB real y de 5 por ciento del índice de precios implícitos del producto. Con base en lo anterior, el PIB per cápita se aproximaría a 9 mil 550 dólares (resultante de dividir el monto del producto nominal entre el número de habitantes).
En otro orden, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Instituto Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, advierte que no se registran mejorías en las condiciones del mercado laboral, y de su análisis se toman los siguientes pasajes.
Uno de los datos más mencionados a lo largo de la actual administración ha sido la evolución favorable del empleo, particularmente cada vez que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) da a conocer las cifras en torno al registro de nuevos trabajadores afiliados. Si bien estas cifras han mantenido un ritmo de crecimiento favorable y constante, la totalidad de las mismas no representa nuevas fuentes de trabajo formal ya que parte de las mismas considera la formalización de puestos laborales que existían con anterioridad.
Adicionalmente, la mayor generación de empleos no ha implicado una mejora en las condiciones del mercado laboral nacional e incluso la precarización de los salarios continúa acentuándose con el paso del tiempo. De acuerdo con las cifras del IMSS, en los últimos 5 años se ha promediado un incremento de poco más de 671 mil en el número de afiliados a la institución de salud, siendo 2017 el periodo con el incremento más significativo al totalizar 801 mil 831 alzas.
Por su parte, el primer mes del año en curso presentó un aumento de 113 mil 722 trabajadores, situación que podría suponer que en 2018 se mantendrá un ritmo de crecimiento similar al de los 5 años anteriores. Considerando estas cifras, la tasa de crecimiento del empleo resulta significativamente mayor a la de la economía, aunque esto no se ha traducido en un mayor nivel de desarrollo debido a las condiciones bajo las que se encuentran los empleos generados.
Un primer acercamiento que permite visualizar la falta de condiciones favorables del mercado laboral se aprecia al comparar la tasa de desocupación y la tasa de subocupación. Durante el último trimestre de 2017, la primera alcanzó un nivel de 3.3 por ciento con respecto al total de la población económicamente activa, mientras que la segunda se ubicó en 6.6 por ciento, prácticamente el doble. Esto se traduce en que si bien la mayoría de las personas ha conseguido un empleo, los ingresos derivados de éste resultan insuficientes para satisfacer sus necesidades.
Lo anterior se observa claramente al revisar los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del cuarto trimestre de 2017. Esta reveló que la mayoría de las características que permiten medir la calidad de las fuentes de trabajo del mercado laboral no han mejorado, sino que incluso varias se han deteriorado. Bajo esta condición se encuentra el nivel de ingresos que percibe la población ocupada.
La cantidad de personas que en el mejor de los casos gana hasta tres salarios mínimos por jornada de trabajo representa 62 por ciento de la población ocupada y tan sólo en el último año la cifra se incrementó en más de 400 mil individuos. El caso contrario se presenta precisamente en el rango salarial más elevado, el número de personas que perciben más de 5 salarios mínimos mostró una disminución de 23.2 por ciento, lo que se traduce en una contracción de más de 734 mil trabajadores que ya no obtiene dicha cantidad. Esto contrasta con la cantidad de personas que devengan hasta un salario mínimo, nivel de ingresos que presentó el incremento más significativo del periodo con un avance de 6.4 por ciento.
En cuanto a las prestaciones, sin duda una entre las más importantes se encuentra el acceso a alguna institución de salud, ya que ésta mejora significativamente el nivel de vida de la población. No obstante, la mayoría de los ocupados (más de 32 millones 800 mil personas) no cuenta con este beneficio de tal forma que cualquier problema importante en cuestiones de salud tiene un impacto significativo en sus bolsillos.
Otro elemento a considerar es que es notoria la falta de creación de puestos de trabajo altamente especializado que también son, en la mayoría de los casos, los mejor remunerados, de tal suerte que la desocupación crece entre los mexicanos con mayor acervo académico.
Por su parte, aun cuando la mayor parte de los trabajadores subordinados posee un contrato escrito (16 millones 300 mil personas), una cantidad similar de individuos labora sin una relación formal definida en un contrato (16 millones 100 mil trabajadores) por lo que su seguridad en torno a una de sus principales fuentes de ingresos se ve fuertemente comprometida.
La generación de puestos de trabajo es esencial para mantener la calidad de vida de la población y con ello alcanzar un mayor nivel de desarrollo económico, pero si las condiciones de los empleos no son favorables éstos poco pueden contribuir en los niveles de productividad.
Las rebanadas del pastel
Nunca fue muy veloz que se diga, pero en el colmo de la lentitud Francisco Labastida Ochoa tardó dieciocho años para denunciar por qué, según él, perdió las elecciones de 2000 y, sobre todo, quién fue el promotor (Ernesto Zedillo) del ranchero mariguanero Vicente Fox.
Twitter: @cafevega

No hay comentarios:

Publicar un comentario