lunes, 14 de septiembre de 2020

Un candidato de lujo

 

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odo indica, a pesar del gran número de candidaturas registradas, que entre todas brilla especialmente la del diputado Porfirio Muñoz Ledo, quien anunció su decisión de competir por la presidencia de Morena. En estos últimos meses de encierro y pandemia se ha discutido mucho sobre el ADN de ese partido en el poder, yendo las opiniones de definirlo más como un movimiento que como un partido político propiamente dicho.

Creo que la presencia de Porfirio a la cabeza de Morena ayudará mucho a despejar esa duda o a obligar a los analistas a definir a Morena como un partido, que es también un movimiento popular, sin dejar de lado su estructura política y jurídica de partido, pero sin olvidar tampoco su configuración de movimiento popular de masas. Esa dualidad, sin duda, le otorga características muy sobresalientes, no comunes en los partidos políticos contemporáneos, prefiriendo éstos en general la autorregulación que les impone la estructura jurídica y política que los configura y abandonando (aun cuando sea relativamente) su capacidad de movilización y dinamismo que tendría todo partido político que no se hubiera olvidado de su destreza movilizadora, precisamente en las cuestiones políticas de mayor relevancia para un país en un momento determinado.

Hace apenas unas semanas Le Monde Diplomatique vovió a publicar el ensayo de uno de los discípulos universitarios de Andrés Manuel López Obrador (Sergio Zermeño) en que se examina con pertinencia una de las ideas centrales de su actuar político actual: en primer término, el hecho de que la modificación del régimen político mexicano que se propone debe realizarse por la vía pacífica y no por el camino de la violencia y el enfrentamiento, que sería inconducente en nuestro país y que plantearía una destrucción humana y de recursos irrecuperable, alzándose entonces el espectro de una miseria social y material probablemente sin remedio.

Es vieja la discusión sobre el tema, pero en términos actuales Guillermo Almeyra nos dice, citado por Zermeño, que es necesario “organizar a los vecinos […] desarrollar un poder paralelo al poder oficial y crear un antipoder a través de la educación práctica de las grandes masas. La gente puede comenzar a crear una sociedad libre y humana... probando el ensayo y el error. Durante el proceso se podría reducir la alienación y la deshumanización […] La lucha de clases es una lucha política cotidiana, una cesión y concesión del gobierno para mantener en lo posible la dominación, pero también una conquista y una ganancia de posiciones por parte de los oprimidos”.

Después de expresiones radicales, el propio subcomandante Marcos, cabeza durante muchos años del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, agrega: Queremos que este fin de la explotación se dé de manera civil y pacífica y que tenga un destino donde todos se vean reconocidos en sus derechos y en su dignidad.

El griego Takis Fotopoulos, formado en la escuela de su compatriota Cornelius Castoriadis, e iniciador de la corriente llamada democracia inclusiva, escribe: El único camino hacia un proyecto democrático será a través de la política y la economía, a partir de un municipalismo confederado que transforme y democratice los gobiernos locales sobre la base de las asambleas populares, formando una confederación de municipios que se fortalecerá en tensión y en conflicto con el Estado nacional.

Opino que precisamente Porfirio Muñoz Ledo, naturalmente además de Andrés Manuel López Obrador y alguno(a) de sus más próximos auxiliares, es un político de experiencia excepcional capaz de ayudar eficazmente en esa revolución pacífica y gradual que se propone Andrés Manuel López Obrador. Capaz de hacerlo precisamente por su experiencia probada en estas materias, de guía también de sectores sociales importantes hasta hacerlos llegar prácticamente a consensos unánimes, o casi.

Es una buena fortuna para el país y para Morena que Muñoz Ledo esté en capacidad y en disposición de realizar estas complejas tareas, dignas de uno de los políticos del país más experimentados e inteligentes.

Por supuesto que vencerá también en este nuevo reto que él mismo se ha puesto enfrente. Por eso le deseamos el mayor éxito posible. Por supuesto, resulta evidente que Porfirio Muñoz Ledo es uno de nuestros políticos más calificados para coadyuvar con López Obrador en la Cuarta Transformación, y que se parece mucho a una profunda revolución social. Porfirio tiene la experiencia y la inteligencia para realizarla. Sale casi sobrando desearle el mejor de los éxitos en este nuevo destino que él mismo ha elegido, porque lo tendrá sin duda.

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