PEF: sólo 8 centavos de margen
Lo mismo, con el agua al cuello
Carderón: “prioridades” de saliva
Carlos Fernández-Vega
Para 2011 las fanfarrias calderonistas anuncian tres prioridades” en materia de gasto público: “fortalecer la seguridad pública, promover el desarrollo social y consolidar el crecimiento económico”. Pues bien, hasta donde va, en la primera “prioridad” el inquilino de Los Pinos acumula muchos muertos, escasos resultados; en la segunda, 6 millones adicionales de pobres en el periodo 2007-2008 y, cuando menos otro tanto en 2009-2010, y en el tercero, registra una tasa anual promedio de “crecimiento” de 0.6 por ciento (si se materializa su estimación para 2010). Por ello el próximo año no tendría por qué ser distinto, toda vez que para darle vuelo real a sus “prioridades” no sólo necesita gastar, sino hacerlo correctamente, lo que no ha hecho en sus cuatro años en la residencia oficial, ni hará en el futuro inmediato.
Entonces, ¿cómo atenderá sus “prioridades” si en los hechos 92 centavos de cada peso presupuestal ya están comprometidos, ya tienen destino específico? (nómina burocrática, pago del servicio de la deuda, pago de pensiones, crecientes erogaciones corrientes, etcétera, etcétera). Si el inquilino de Los Pinos supone que con sólo 8 centavos de cada peso logrará “fortalecer la seguridad pública, promover el desarrollo social y consolidar el crecimiento económico” (como le llama al raquítico comportamiento del último cuatrienio), de plano está en el éter, rebosa cinismo, o una mezcla de los dos.
Es más que previsible el resultado económico y social en 2011 (un más de lo mismo, con nubarrones por doquier, especialmente en el vecino del norte), pero en vía de mientras el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP), que preside el diputado Oscar Levín, analizó el paquete económico para ese año, y lo primero que advierte es que para atender las supuestas “prioridades” calderonistas la política de gasto público tendría que orientarse, principalmente, a la generación de empleo, la infraestructura, sobre todo carretera, apoyar a las pequeñas y medianas empresas como factor detonante del crecimiento económico, y privilegiar el crecimiento económico. Sin embargo, en el discurso sostiene que la economía “ha entrado en un proceso de franca y sólida recuperación”, por lo que reducirá el componente contra cíclico, o lo que es lo mismo el gasto público, para alcanzar un menor déficit público, una de las obsesiones neoliberales. “En consecuencia, la política de gasto alinea sus montos en la medida necesaria para reducir el déficit público y, en consonancia con el plan trazado desde 2009, reducir gradualmente dicho déficit entre 2010 y 2011 para recuperar el equilibrio fiscal en el año 2012”, pero sin mayor efecto en el crecimiento económico que dice privilegiar.
La propuesta económica del gobierno calderonista asegura que “promoverá y fortalecerá el crecimiento económico y la recuperación del empleo”, pero las cifras de gasto público en ella contenidas “hacen relativas las intenciones de la política económica, toda vez que para 2011 se propone una menor participación del sector público en la economía ya que el gasto público como proporción del PIB será menor al de 2010 en casi un punto porcentual, al pasar de 24.3 a 23.7, si se compara contra el gasto estimado para el cierre de 2010. Resultado de lo anterior, el gasto público apenas crecerá 1.53 por ciento en términos reales respecto del gasto aprobado en 2010. La Secretaría de Hacienda acepta que se trata de un austero proyecto de presupuesto de Egresos, pero que privilegia el uso eficiente de los recursos públicos. Por lo que puede concebirse como una política de gasto inercial cuyo principal objetivo es la recuperación del equilibrio fiscal”, nada más.
Para el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas no existe diferencia entre la política de gasto de los años analizados (2010 y 2011). “Lo que se confirma en la estructura del gasto de estos años, la cual es similar, tanto si se observa su composición entre gasto programable y no programable, como si se considera el peso del costo financiero dentro del gasto total. Lo mismo sucede al ver la estructura del gasto programable y su división entre gasto corriente y de inversión. La política de gasto de 2011 se significará por el incremento del gasto corriente, en detrimento del gasto de inversión. Este último tendrá una reducción real de 1.8 por ciento, respecto del aprobado en 2010, en tanto que el gasto corriente será superior en 2.1 por ciento real para el mismo periodo. Con este comportamiento la política de gasto tendrá un efecto muy limitado en el impulso a la recuperación de la economía, al contrario de lo que se pretende”.
Por lo que toca al “fortalecimiento de la política de desarrollo social”, la política de gasto, según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, “hará especial énfasis” en la educación, la salud y el combate a la pobreza. Así el gasto en desarrollo social se mantendrá como el componente más importante del gasto programable, con una participación de 57 por ciento. “En la política de gasto anunciada para 2011 sobresale la importancia que se concede en el discurso a los gastos etiquetados, tales como gastos para la población indígena, adultos mayores, grupos vulnerables y la promoción de la igualdad entre mujeres y hombres. Sin embargo, el propósito de la política de gasto encaminada a disminuir la desigualdad, la marginación social y la pobreza, como el resto de las prioridades del gobierno federal, encontrarán un límite en la austeridad del presupuesto”.
Queda, pues, el “fortalecimiento de la seguridad pública y el estado de derecho”. Felipe Calderón anuncia el otorgamiento de importantes recursos para el apuntalamiento de las fuerzas armadas, “toda vez que la magnitud del crimen organizado y los niveles de violencia alcanzados por causa de éste requieren de continuar con el esfuerzo emprendido en materia de gasto por parte del gobierno federal”. Aun así, apunta, “la consecución de estos objetivos, de nueva cuenta, se verá limitada por la austeridad del presupuesto, tanto como por la falta de un crecimiento económico sostenido y la creación de empleos suficiente para atender la demanda, especialmente de los jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo”.
Como se observa, las “prioridades” calderonistas son de saliva.
Las rebanadas del pastel
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