Impuestos: el peligro para México
Exención a barones: 50% del PIB
La banderita patria de Calderón
Carlos Fernández-Vega
Siempre preocupado por atender las mejores causas nacionales (no precisamente las de México), el todólogo Luis Téllez, ahora en funciones de presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, ha hecho público su temor por la eventual baja de impuestos” (así, en plural, cuando en realidad, en el mejor de los casos, sólo sería un punto porcentual al IVA, según propuesta priísta), porque, dice, proceder en tal sentido enviaría “una señal negativa para los mercados, y echaría para atrás un acuerdo que fue difícil de alcanzar… Los mercados no verían con muy buenos ojos que se bajaran los impuestos”.
Qué detallazo del ex funcionario del salinato, del zedillato y del calderonato, ahora en funciones de protector privado (antes público) de los intereses de “los mercados” y sus dueños, es decir, los mismos personajes que acumulan décadas –por no decir toda la vida– sin pagar impuestos, pero que al mismo tiempo reciben “devoluciones” fiscales multimillonarias. Por ello, que se reduzca la carga tributaria a los contribuyentes cautivos es un atentado a la moral y las buenas costumbres, dirían Téllez y sus representados, pero si a algún energúmeno se le ocurre la perversidad de proponer la cancelación de los enormes privilegios fiscales de los que gozan los barones y, así, obligarlos a pagar lo que les corresponden sería –recordando ciertos hechos y frases– “un peligro para México”.
Al ex secretario de Comunicaciones y Transportes de Felipe Calderón le preocupa que bajen los impuestos a la pelusa, pero se siente feliz y realizado con el hecho de que el gran capital (comenzando por el representado en la Bolsa Mexicana de Valores) se mantenga libre de compromisos fiscales. Que pague la mayoría, para que la minoría pueda incrementar sostenidamente sus utilidades (la “revolución de los ricos”, como diría Carlos Tello).
¿Qué pasaría si, como propone el PRI, se reduce la tasa del IVA en un punto porcentual? Se estima que por tal reducción el gobierno federal dejaría de captar alrededor de 30 mil millones de pesos a lo largo de 2011, monto ligeramente superior al que el gobierno calderonista se gastará en 2010 por concepto de “servicios de comunicación social y publicidad, bienes inmuebles y otros bienes muebles e inmuebles” (26 mil 600 millones), o si se prefiere una cantidad equivalente a las prestaciones que puntualmente recibe la burocracia dorada a lo largo de 54 días.
Del otro lado, ¿qué pasaría si, como muchos proponen, pero el Ejecutivo y el Legislativo fingen demencias, se cancelan los privilegios fiscales al gran capital, a los barones que dominan la economía y la política del país? Se estima –cifras de la Secretaría de Hacienda– que anualmente el fisco nacional captaría una cantidad extra superior a 500 mil millones de pesos, algo así como 5 por ciento del producto interno bruto, monto cercano al ingreso petrolero, o si se prefiere, el equivalente a 15 por ciento del presupuesto de egresos de la federación propuesto para 2011.
Con 30 mil millones de pesos se pueden pagar los excesos propagandísticos de Felipe Calderón, su manía de ser locutor de sí mismo, sus viajes y sus faraónicos shows, entre otras gracias. Si la tasa del IVA se reduce un punto porcentual (de 16 a 15 por ciento) no pasaría nada, simplemente los mexicanos gozaríamos de carecer de dichas muestras de brillantez del inquilino de Los Pinos, lo que de paso se agradecería. Por el contrario, esa cantidad podría utilizarse en algo productivo, y hasta sobraría para pagar un psicólogo que curara al inquilino de Los Pinos de sus aires de grandeza.
Con 500 millones de pesos adicionales (el pago fiscal de los barones), México podría invertir en renglones productivos, generar empleo, hacer crecer la economía y promover el desarrollo. Sin ese monto el país se hunde, como se constata todos los días. Entonces, mister Téllez, ¿qué hace más daño al país: dar un respiro fiscal a los agujereados bolsillos de la mayoría, así sea mínimo (un punto porcentual), o dejar de cobrar impuestos a los barones, a los mercados igual de especulativos que de improductivos, por “acuerdos que fue difícil alcanzar”? ¿Cuál es en realidad la “señal negativa”, el verdadero atentado a los intereses nacionales?
Priísta o panista a discreción, con Carlos Salinas de Gortari, Téllez, junto con Carlos Hank González, fue uno de los operadores de la socialmente fracasada privatización del ejido; como jefe de la Oficina de la Presidencia de la República y secretario de Energía de Zedillo instrumentó la privatización de lo que no alcanzó a concretar CSG, entre ellos los ferrocarriles y los satélites, al tiempo que abrió la puerta trasera para que entrara el capital privado al sector eléctrico y a algunas actividades del petrolero; como secretario de Comunicaciones y Transportes de Calderón, como buen cancerbero impidió la ampliación del mercado de la televisión abierta en el país, en clara cuan férrea defensa de los intereses de Televisa y Tv Azteca; como representante en México del Grupo Carlyle hizo y deshizo libremente, y no a favor de México, y ahora posicionado en uno de los más ostentosos paraísos fiscales, como presidente de la BMV –cargo que le debe a Calderón–, se dice preocupado por la supuesta “baja de impuestos”. ¿A quién realmente le puede afectar (en caso de que fuera cierta) dicha reducción?
Sólo para dar una idea de qué se trata, en los dos gobiernos panistas se crearon un cúmulo de impuestos, al tiempo que aumentaron los existentes, los que inmisericordemente se han cargado a la mexicanada. Por el contrario, con Fox y Calderón las exenciones fiscales a los barones acumulan algo así como 5.5 billones de pesos, alrededor de 50 por ciento del producto interno bruto a precios actuales. Entonces, ¿cuál es, fiscalmente hablando, el verdadero peligro para México?
Las rebanadas del pastel
Obvio es que sin solicitarlo, al domicilio particular de este tecleador llegó una banderita nacional por cortesía del inquilino de Los Pinos, misma que también ordenó distribuir en 27 millones de hogares del país, bajo el supuesto de que con eso ya tenemos con qué celebrar las fiestas patrias. Felicidades, pero en realidad es otro negociazo para que algunos de sus amigos “viva mejor”, algo que provoca no sólo el asalto al erario, sino la reducción, o de plano cancelación, del ingreso temporal de cientos de familias depauperadas que anualmente se dedican a la venta de banderitas patrias como medio de subsistencia… Gracias por su respuesta y participación en esa cosa llamada Twitter.
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