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miércoles, 29 de septiembre de 2010
Arnoldo Kraus
El iluso personal de Mexicana
Gastón y su cráter financiero
Calderón: ¡que coman pasteles!
Carlos Fernández-Vega
En su desesperación por conservar su fuente de empleo, a principios del pasado agosto los ilusos trabajadores de Mexicana de Aviación llegaron al exceso de solicitar públicamente la intervención del inquilino de Los Pinos para solucionar el conflicto que mantenemos con la empresa, en el que está de por medio nuestro contrato colectivo”. Y ni tardo ni perezoso Calderón atendió su llamado, aunque no precisamente para los fines planeados por el mencionado personal, sino para terminar de hundirlo y así proteger los intereses de su amigo Gastón Azcárraga, para lo cual les envió dos joyas de su gabinetazo: Javier Lozano Alarcón y Juan Molinar Horcasitas.
El resultado de la participación de este par en la “defensa” de los trabajadores fue tan convincente que ayer el personal de la aerolínea se apersonó en la Procuraduría General de la República para presentar una denuncia penal en contra del secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar Horcasitas, “por presuntos hechos ilícitos en agravio de la soberanía nacional, de los trabajadores de la aviación y del patrimonio del país”, amén que en los próximos días “se presentarán por la misma razón otros 5 mil recursos de este tipo, porque las autoridades federales han violado el artículo 215 del Código Penal Federal y el artículo 28 constitucional”.
Lo anterior, sin menoscabar la decisiva participación del secretario del desempleo nacional, cuyo logró más destacado fue el de recortar cuando menos 50 por ciento del personal de la citada aerolínea y dejar para mejor ocasión el pago de las liquidaciones correspondientes. De hecho, “información extraoficial de los sindicatos de trabajadores de Mexicana de Aviación da cuenta de que en las negociaciones con los inversionistas se plantea despedir a 60 por ciento de los sobrecargos, 70 por ciento de los pilotos y 50 por ciento del personal de tierra” (La Jornada).
En síntesis, esa es la “solución” que el inquilino de Los Pinos dio a la solicitud de los desesperados trabajadores, a quienes manda a comer pasteles, aunque quedan por disipar algunas dudas: “de acuerdo con el reporte legal con el que se declaró a la aerolínea en concurso mercantil, los activos de Mexicana de Aviación sumaban, al 4 de agosto de 2010, mil 617 millones de pesos (128 millones de dólares) y los pasivos totales 14 mil 296 millones (mil 130 millones de dólares)” (La Jornada), es decir, una diferencia cercana a nueve tantos entre unos y otros que la siempre atenta autoridad no detectó oportunamente, porque es de suponer que ese profundísimo agujero financiero no se escavó de la noche a la mañana.
¿Es posible que el gobierno federal no detectara la abismal diferencia existente entre los activos y los pasivos de Mexicana de Aviación? Con el voluminoso inventario de pifias que acumula, es fácilmente creíble que, en efecto, Hacienda, Comunicaciones y Transportes y demás autoridades por el lado gubernamental no supieran absolutamente nada de este asunto. Pero como este caso involucra a uno de los amigos que gentilmente financiaron la campaña electoral y la imposición del “haiga sido como haiga sido”, es más creíble aún que las supuestas autoridades no sólo lo supieran, sino que lo permitieran y estimularan para justificar la quiebra, quitarle las pulgas al empresario Gastón Azcárraga (quien simplemente abandonó la casa sin decir agua va, sin consecuencia alguna), echarle el cadáver a los trabajadores, y de paso llevarse entre las patas a los usuarios y a los acreedores, entre ellos el Banco Nacional de Comercio Exterior (organismo del Estado mexicano dedicado, por ley, a financiar y promover el comercio exterior, no a las líneas aéreas) que por instrucciones de Los Pinos otorgó un “crédito” cercano a mil millones de pesos, de los cuales, si bien va, recuperará 11 centavos de cada uno de ellos.
Como se ha comentado en este espacio, se supone que la “autoridad” debió estar al pendiente de todo esto, toda vez que (también se supone) supervisa, vigila y certifica el sano funcionamiento de las aerolíneas (no sólo el operativo, sino el financiero y el laboral, que para eso están las secretarías de Comunicaciones y Transportes, Hacienda y Crédito Público y del Trabajo), pero en los hechos tal “autoridad” dio libertad absoluta al empresario para que a lo largo de los años hiciera y deshiciera a placer, que trasladara recursos de una aerolínea a las otras dos (Click y Link) totalmente fuera de la norma, hasta el punto de la quiebra. Tal vez Juan Molinar Horcasitas estaba muy ocupado en su intento por “convencer” a los ministros de la Corte sobre su “inocencia” en el caso de la guardería ABC de Hermosillo; Agustín Carstens diagnosticando el “catarrito”; Ernesto Cordero buscando el delfinato, y Javier Lozano defendiéndose del chino, pero lo cierto es que les pasó de noche, a menos que este cuarteto de funcionarios haya sido cómplice de la inanición inducida de Mexicana de Aviación. ¿Será?
El pasado 2 de agosto, cuando el entonces director de Mexicana de Aviación, Manuel Borja, hizo pública la inducida crisis financiera de la aerolínea, propuso, entre otras cosas, el despido de 40 por ciento de la plantilla laboral; la reducción salarial de pilotos y sobrecargos (41 y 39 por ciento, respectivamente, incluyendo prestaciones) y una nueva mutilación a los contratos colectivos de trabajo. Casi dos meses después, la propuesta del inquilino de Los Pinos y su par de joyas es aún peor que la planteada por los ex dueños. De ese tamaño ha sido la respuesta a la petición que los desesperados trabajadores de la aerolínea hicieran al “presidente del empleo”.
Mientras eso sucedía, Gastón Azcárraga le hizo el fuchi al tiradero que dejó, y se fue tan campante a cuidar sus hoteles sin que nadie lo llamara a cuentas, porque resulta que uno de los empresarios más ricos del país no tiene con qué hacer frente a los pasivos de Mexicana de Aviación, y le deja a los trabajadores la tarea de limpieza. Ya es costumbre, pues lo mismo hizo a mediados de la década de los 90 del siglo pasado, cuando el Fobaproa entró al “rescate” de la propia aerolínea que Gastón y sus hermanos habían quebrado.
Las rebanadas del pastel
Si, como afirma el inquilino de Los Pinos, el laico gobierno mexicano ayudará a los damnificados “hasta donde Dios lo permita”, entonces sálvese quien pueda, porque el Altísimo, amén de cruel con los mexicanos, se ha mostrado extremadamente codo.
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