jueves, 3 de enero de 2013

México SA


Replantear el modelito
¡Milagro en San Lázaro!
Treinta años sin resultados
Carlos Fernández-Vega
L
o que ha resultado más que obvio para los mexicanos que desde hace 30 años padecen el modelo económico impuesto desde tiempos de Miguel de la Madrid de repente ha quedado más claro que el agua para los analistas de la Cámara de Diputados, quienes arrancan este 2013 con vena crítica, pues han concluido que tal esquema ha mostrado su inviabilidad para alcanzar los ciclos económicos expansivos de ondas largas que tanto requiere la economía del país, amén de que la evidencia empírica muestra que también tiende a incrementar la concentración de la riqueza a niveles endémicos para la sociedad, de allí que es importante replantear su continuidad en los términos que actualmente se está instrumentando.
¡Milagro en San Lázaro! Algo extraño sucedió en los últimos días del recién finado año 2012, porque la Cámara de Diputados amaneció defenestrando el modelo económico que a lo largo de tres décadas sus integrantes han validado, por medio dereformas y ajustes estructurales que sólo han concentrado la riqueza, depauperado a la mayoría de los mexicanos y limitando, casi a su mínima expresión, la capacidad de crecimiento económico del país.
Serán los deseos de Año Nuevo, pero el hecho es que los analistas de San Lázaro advierten que las cosas no pueden seguir como hasta ahora, si es que la pretensión es que el país salga del hoyo. Así, indican que teóricamente el conjunto de reformasinstrumentado desde 1982 tenía como objetivo aprovechar las ventajas ofrecidas por la globalización económica e impulsar el crecimiento económico de largo plazo con estabilidad de precios, acompañado de una mejora en la distribución de la renta. En los hechos, sin embargo, “a la luz de 30 años de reformas estructurales los resultados muestran signos claros de estancamiento económico y deterioro de la calidad de vida de una alta proporción de los habitantes de nuestro país.
La historia económica contemporánea de México, apuntan los analistas, nos muestra que los hacedores de la política económica no han logrado compatibilizar estos dos objetivos. Por el contrario, México lleva tres décadas de bajo crecimiento económico, el cual está altamente concentrado en los poderosos grupos que dominan los sectores claves de la economía, haciéndola poco competitiva, sin el potencial para absorber el constante crecimiento de la mano de obra que se incorpora anualmente al mercado laboral. En efecto, en ese periodo la tasa anual promedio de crecimiento económico se desplomó de 8 a 1.8 por ciento.
Las recurrentes crisis fiscales, financieras y de balanza de pagos registradas en nuestro país desde 1983 hasta 2009, apuntan los citados analistas, han generado un errático crecimiento de la actividad económica nacional; la tasa promedio en los últimos 30 años de vigencia del modelo secundario-exportador ha sido de 2.62 por ciento, y al crecimiento insuficiente de la actividad económica del país se adiciona el problema de la mala distribución de la riqueza. A más de 30 años de vigencia del actual modelo económico, la concentración de la riqueza siguió siendo marcadamente favorable hacia los hogares con los ingresos más altos. Del ingreso monetario total, 1.41 por ciento fue captado por las familias más pobres localizadas en el decil I; mientras que, los hogares más ricos, ubicados en el decil X, concentraron 35.33 por ciento.
El análisis horizontal de la concentración de la riqueza revela que ésta se ha mantenido prácticamente constante durante la vigencia del modelo neoliberal, porque de 1984 a 2010 los hogares con los ingresos más bajos incrementaron su participación en la distribución del ingreso monetario total en 0.8 por ciento, al pasar de 0.61 por ciento en 1984 a 1.41 en 2010. Por el contrario, los hogares con los ingresos más altos han tenido un comportamiento más inestable, debido a que se incrementó de 36.88 por ciento a 44.51 por ciento entre 1984 y 1998, y se redujo de 44.51 a 35.33 de 1998 a 2010. De cualquier suerte, la diferencia entre uno y otro grupos es abismal.
Si el análisis de la distribución de la riqueza se realiza tomando como variable explicativa los múltiplos de los salarios mínimos, anotan los analistas de San Lázaro, se confirma, aunque con mayor profundidad, esta tendencia hacia la concentración del ingreso por parte de los hogares más ricos del país. El análisis vertical muestra que en 1984 los hogares más pobres del país, aquellos que percibían hasta un salario mínimo, concentraron 14.01 por ciento del ingreso monetario total, en tanto que los hogares más ricos, los que ganaban ocho o más salarios mínimos, concentraron únicamente 11.53 por ciento del ingreso monetario total, el cual mostraba una distribución del ingreso más uniforme.
Sin embargo, esta tendencia presenta cambios radicales en 2010, cuando los hogares que percibían hasta un salario mínimo obtuvieron únicamente 0.17 por ciento del ingreso monetario total, en tanto que aquellos que perciben ocho o más salarios mínimos concentraron 61.96 por ciento del total de este ingreso. Las familias que perciben hasta un salario mínimo han dejado de participar en el ingreso monetario total en 13.84 puntos porcentuales, al pasar de una tasa de 14.01 en 1984 a 0.17 en 2010; en contrapartida, los hogares que perciben ocho o más salarios mínimos han incrementado su participación en el ingreso monetario del país en 50.53 puntos porcentuales, al pasar de concentrar 11.53 en 1984 a 61.9 por ciento en 2010.
La errática evolución de la actividad económica y la alta concentración de la riqueza son los factores económicos más importantes para explicar los fuertes problemas estructurales que actualmente enfrenta el mercado laboral mexicano, y que se manifiestan en un crecimiento del PIB insuficiente para cubrir la creciente demanda de empleos, con su natural efecto en la tasa de desempleo. La economía mexicana tenía que haber crecido, cuando menos, a una tasa constante del PIB de 4.6 por ciento en promedio anual entre 2000 y 2010, para generar una oferta laboral equivalente a 85 por ciento de los 12 millones, 700 mil empleos que demandó la población en edad de trabajar.
Así, puntualizan, es notoria la incapacidad de los hacedores de la política económica del país para aplicar las medidas necesarias para potencializar el crecimiento de la economía del país y generar la oferta de empleos bien remunerados.
Las rebanadas del pastel
Lo anterior no sirve de mucho, cuando se escucha al nuevo inquilino de Los Pinos repetir –como sus cinco antecesores– que es el momento de sacar adelante las reformas estructurales que ampliarán los beneficios de todos los mexicanos. No tienen remedio.

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