Reforma: Congreso pasivo
Legisladores levantadedos
La nueva TV, ¿para quién?
Carlos Fernández-Vega
A
nótese otra majestuosa reunión del gobierno federal, los partidos de
oposicióny la clase político-empresarial. En esta ocasión el pretexto fue la presentación de una iniciativa de reforma constitucional (ahora correspondiente al sector de las telecomunicaciones) que –hasta donde alcanza la memoria– el inquilino de Los Pinos debió entregar al Congreso y no a los invitados al pomposo evento realizado ayer en el Museo Tecnológico de la Comisión Federal de Electricidad.
Por lo visto, los diputados y senadores llegarán al pleno de sus respectivas cámaras simplemente a levantar el dedo para dar una pincelada de legalidad a la citada iniciativa de reforma, correr el trámite y aprobarla, pues el gobierno, los partidos
opositoresy la clase político-empresarial ya la cocinaron en su propio horno y fuera de los recintos parlamentarios. ¿Quién fue el chistoretero que dijo que el Pacto por México
no es la partidocracia supliendo al Poder Legislativo? Tal práctica nada mal cae al grueso de los legisladores, pues extramuros un selecto grupo les hace la chamba, de tal suerte que cuentan con más tiempo para seguir haciendo lo que más les gusta: nada.
Tras los pomposos discursos durante la presentación en sociedad de la citada iniciativa, una de las primera reacciones fue la del telebarón Emilio Azcárraga Jean, presidente de Televisa, quien por medio de Twitter sospechosamente le dio la
bienvenida a la competencia, sin mencionar, desde luego, que el crecimiento, fortalecimiento y
empoderamiento(Martita dixit) del imperio que heredó de su padre ha sido producto, precisamente, de la inexistente competencia (Tv Azteca juega el papel de patiño antimonopolio), de tal suerte que los abajo firmantes del Pacto por México (todos ellos fieles contribuyentes a las alforjas del Grupo Televisa) debieron ofrecer un exquisito bombón como para obtener del junior un comentario público de esa naturaleza.
Del contenido de la iniciativa de reforma sobresale “la decisión de recuperar el espacio radioeléctrico como un bien de interés general, la licitación pública de al menos dos nuevas cadenas de televisión, la revisión de todos los títulos de concesión, la apertura a la inversión extranjera de 100 por ciento en televisión y hasta 49 en radio, así como la creación de dos nuevos órganos reguladores que estarán encargados de otorgar las nuevas concesiones… Las telecomunicaciones y la radiodifusión serán servicios públicos de interés general, por lo que el Estado garantizará que sean prestados sin condiciones de competencia y calidad, pluralidad, cobertura universal, interconexión, convergencia, acceso libre y continuidad, y garantizando la veracidad de la información… Determinará la existencia de agentes económicos preponderantes, con objeto de someterlos a una regulación que asegure la igualdad en la competencia… Revisará los títulos de concesión vigentes, a efecto de verificar el cumplimiento de sus términos, condiciones y modalidades. Como ya se había definido en la reforma a la ley de amparo advierte que en este caso los hechos impugnados no serán objeto de suspensión...” (La Jornada, Rosa Elvira Vargas y Enrique Méndez).
Además,
en el caso de las concesiones se plantea que serán otorgadas mediante licitación pública y que en ningún caso el factor determinante para definir al ganador será meramente económico. La iniciativa considera que en los seis meses siguientes a la publicaciones de la reforma, el Congreso de la Unión deberá regular el derecho de réplica, establecer la prohibición de difundir publicidad engañosa o subrepticia, definir los tipos penales, que se castiguen con severidad las prácticas monopólicas y expedir un solo ordenamiento legal que regule el uso, aprovechamiento y explotación del espectro radioeléctrico(ídem).
No se oye mal, pero, de entrada, ¿quién se quedaría con una de las dos nuevas cadenas de televisión a licitar? ¡Sorpresa!: Carlos Slim, quien ampliaría su ya de por sí vasto imperio. ¿Y la segunda? La decisión de abrir al ciento por ciento la inversión extranjera en televisión marca la pauta, tal vez acompañada de algunos barones autóctonos marca Forbes, o cerca de serlo, para taparle el ojo al macho.
La iniciativa aprobada en el Pacto por México, ¿garantiza una mejor televisión para el país, para el teleauditorio, y la erradicación de contenidos idiotizantes de los que la actual televisión mexicana está inundada? Dudoso. Sí garantiza, en cambio, un nuevo filón de negocios para los poderosos participantes autóctonos (la mayoría de ellos, dicho sea de paso, con fortunas de ensueño a partir de la privatización de los bienes del Estado) y foráneos en las licitaciones de dos canales de televisión, y lo mismo para el capital extranjero que se arregle con el oligopolio de la radio.
Llama la atención que en el texto de la multicitada iniciativa se reivindique
la decisión de recuperar el espacio radioeléctrico como un bien de interés general, pues a lo largo de los últimos 30 años, de una suerte u otra, quienes ayer participaron en el pomposo acto celebrado en el Museo Tecnológico de la CFE contribuyeron a que un negocio privado al servicio del régimen se convirtiera en un centro de poder al que el régimen sirve. Pero ahora quieren recuperar lo que la Constitución los obliga a mantener como un bien de interés general y bajo el control del Estado. Pero, más allá del cinismo, lo hacen como si apenas se dieran cuenta de que desde hace muchos años lo cedieron a grupos privados.
De tiempo atrás los megaempresarios encontraron el inagotable peso político que tienen los medios de comunicación electrónicos, y no son pocos los interesados en quedarse con una de las joyas a licitar (micro, pequeños y medianos empresarios favor de abstenerse). Pero en este negocio lo importante es el grosor de la cartera, y hasta donde se sabe, a Slim no hay quien le haga frente en esos menesteres.
Asociados con cadenas extranjeras, tal vez participarían otros Forbes autóctonos. Por ejemplo, Germán Larrea (el de Pasta de Conchos, y actual consejero independiente de Televisa), quien va que vuela para convertirse en el zar de las salas cinematográficas del país, o Alberto Bailleres (el de Peñoles y El Palacio de Hierro, también consejero independiente de Televisa). Estos dos últimos, juntos, ni de lejos le llegan a la chequera de Slim, pero pueden servir de cabeza de playa para el capital foráneo.
Las rebanadas del pastel
Eso sí, dice el inquilino de Los Pinos que se trata de
una reforma con espíritu democrático que tiene como prioridad el interés de los consumidores.
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