Reformar o reconstruir
Tres décadas de parches
Ausente, beneficio social
Carlos Fernández-Vega
M
éxico acumula tres décadas de
reformas estructuralescon el fin de impulsar el crecimiento, incrementar la generación de empleo formal, distribuir el ingreso y la riqueza, fomentar el bienestar social, abatir la pobreza y
potenciar al país, entre otros ambiciosos planes. Cinco gobiernos al hilo (con el sexto recién en funciones) se encargaron de
reformarde la A a la Z, y dar un giro de 180 grados para –según dijeron– alcanzar tan preciados objetivos, que en los hechos nunca trascendieron el discurso.
Treinta años, y contando, pero el crecimiento brilla por su ausencia, al igual que la generación de empleo formal, la distribución del ingreso y la riqueza y el bienestar social, mientras la pobreza campea la geografía nacional. Las
reformas, pues, no han dado los frutos deseados (así sea en el discurso) por estar mal instrumentadas o, simplemente, porque la verdadera intención de
reformartodo no ha sido otra que no cambiar nada. Con el nuevo gobierno, nueva tanda de
reformas, y con ella –dicen sus promotores– ahora sí se concretarán los objetivos originalmente planteados.
A estas alturas, y con los resultados a la vista, el dilema es si es necesario seguir con las
reformaso de plano reconstruir al país, como plantea el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México:
el estado de la economía mexicana no puede entenderse sin analizar todos sus sectores y regiones. El discurso que apela a la existencia de una estabilidad macroeconómica como el cimiento de un mejor futuro para el país choca con el crecimiento de la pobreza, la precariedad laboral y la inseguridad.
En una nación de 115 millones de habitantes, apunta el CIEN, existen realidades divergentes producto de una distribución económica y de poder desigual.
Perfectamente pueden encontrarse historias de éxito económico, empresarial, político, deportivo y cultural. Sin embargo, al mismo tiempo es factible ubicar historias que van en sentido contrario, de personas, municipios y regiones enteras donde el grado de marginación perfectamente les permite compararse con las zonas económica y socialmente más atrasadas del orbe.
La circunstancia mexicana
no puede sintetizarse con un grupo de frases que describan lo bueno o lo malo de la situación, ni la solución se encuentra en tres o cuatro reformas que busquen revertir las tendencias negativas y potenciar las positivas. El rompecabezas que constituye la realidad social y económica de nuestro país obliga a reconsiderar no solamente el modelo económico, sino que en realidad impone la necesidad de reconstruirlo. La razón se encuentra en que la segmentación va creciendo, la diferencia de ingresos y de acumulación de poder entre los distintos sectores de la población va al alza.
La fragmentación social solamente conduce a la inestabilidad y a una mayor precarización, ya de por sí crecida. Implementar programas emergentes para combatir el hambre y la pobreza es positivo, pero evidentemente insuficiente. La inequidad no es algo que se pueda resolver por decreto, porque es el reflejo de la acumulación de riqueza y poder en pocas manos, de 30 años de
reformasque sólo incrementaron las ganancias de los poderosos y socializaron las pérdidas.
Además, señala el citado centro de estudios,
la concentración es un producto del sistema, forma parte de la estructura productiva, política y social de México, y se ha construido y reforzado a lo largo de su historia, por lo que modificarla es una tarea igual de titánica que de necesaria. No puede considerarse que alterar la composición de monopolios y oligopolios no tendría un costo, seguramente la inversión y la creación de empleo podrían verse afectados. No obstante, continuar bajo los mismos esquemas mina la estabilidad del país, lo que obliga a modificar las estructuras económicas y sociales de México.
Definir un proyecto de nación debe incluir un nuevo pacto social que vaya más allá de la esfera política, que llegue a la empresa, a las organizaciones civiles y en general a la sociedad, que le dé gradualidad y rumbo a los cambios, algo esencial cuando no se quiere romper de golpe con el sistema.
No es posible modificar las inercias existentes si no se integra a la sociedad, es decir, sin un liderazgo transformador que permita guiar los esfuerzos hacia un nuevo objetivo, hacia un mayor nivel de bienestar social, algo que en principio debe emanar del gobierno federal. El futuro del país se encuentra en su pasado y presente, lamentablemente la fragmentación no ayuda a concebir uno en donde todos sus habitantes vivan mejor.
La coyuntura, apunta el CIEN, “no ayuda cuando la economía y las finanzas se encuentran inmersas en la incertidumbre, cuando la dependencia respecto del desempeño estadunidense hace al país cada día más vulnerable. La caída de la Bolsa Mexicana de Valores, provocada por el retroceso de América Móvil ante la expectativa de la entrada en vigor de una nueva ley en telecomunicaciones y la desaceleración industrial son dos elementos que durante el primer trimestre del año ejemplifican lo anterior.
En este sentido, el principal indicador de la Bolsa Mexicana de Valores, el índice de precios y cotizaciones, presentó una tendencia positiva a lo largo de 2012 hasta llegar a 45 mil 912.51 puntos a finales de enero pasado, el máximo de toda su historia. Sin embargo, a partir de ese momento, el desempeño del IPC ha exhibido una tendencia a la baja, que a la fecha se traduce en una caída de 7.2 por ciento, reflejo de que los inversionistas de portafolio (especulativos) buscan otras alternativas de inversión para sus capitales.
Por el lado del sector productivo, en México se percibe una notable desaceleración industrial, pues a pesar de que esta actividad así como sus componentes principales exhibieron tasas anuales de crecimiento positivas, los incrementos son menores al compararlos con periodos pasados (con excepción de minería) donde la construcción resultó ser la más afectada (0.1 por ciento).
En lo que respecta a las tendencias, se observa que únicamente electricidad y minería presentan un ligero comportamiento alcista, mientras la actividad total, manufactura y construcción, ya se encuentra estancada. Los ciclos exhiben una situación menos favorable, ya que la minería muestra señales de estancamiento, en tanto que el resto de los componentes de la actividad industrial así como el total presentan un comportamiento a la baja.
Las rebanadas del pastel
Entre gritos y sombrerazos, en la Cámara de Diputados ya experimentaron qué tan real es la
bienvenida la competenciacon la que Emilio Azcárraga
saludóla
reformaen materia de telecomunicaciones.
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