El Pacto y la banca
estable
¿Y dónde quedó el crédito?
Bergoglio, Videla y la hostia
Carlos Fernández-Vega
E
ntre los numerosos compromisos de los abajo firmantes del Pacto por México se cuenta el de
transformar la banca y el crédito en palanca de desarrollo de hogares y empresas, porque si bien
en los últimos 15 años se logró consolidar en México una banca estable y capitalizada, ahora
es necesario que ofrezca créditos accesibles. Por ello, la oferta de los pactistas es cambiar el marco legal
para que la banca comercial (privada) y las instituciones de crédito presten más y más barato, incluyendo una revisión de la ejecución de garantías, respetando íntegramente los derechos de todos los acreditados actuales, al tiempo que se reduciría el costo de los servicios financieros y se fortalecería la banca de desarrollo (la del Estado).
Nada despreciable la oferta, aunque nada más lejos, también, de la dinámica de actos pomposos y presentación de iniciativas de reforma. El Pacto por México subraya la consolidación de una banca
estable y capitalizada, pero obvia mencionar que el precio no lo ha pagado la banca, sino, con creces, el país, las empresas de a pie, el erario y la clientela, pues el crédito productivo ofrecido por la banca privada permanece –proporcionalmente– en un nivel inferior al registrado casi dos décadas atrás, el
rescate(léase Fobaproa) sigue representando un pesado fardo presupuestal (y así se mantendrá por muchos años), las empresas mortales no tienen acceso al financiamiento y los usuarios no dejan de pagar altísimas comisiones hasta por respirar, al tiempo que obtienen intereses que, si bien va, van de la mano del crecimiento inflacionario.
Por el lado de la banca del Estado, las instituciones que la conforman más que un
fortalecimientorequieren una exhumación, porque los dos gobiernos panistas (Fox y Calderón) las redujeron a organismos públicos al servicio de las instituciones privadas, mientras hacían lo imposible por enterrarlas, como sucedió, de forma por demás perversa, con el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) al que, de plano, redujeron a su mínima expresión. Ahora, para ellas los pactistas plantean la resucitación con el fin de
ampliar el crédito, con especial énfasis en áreas prioritarias para el desarrollo nacional como la infraestructura, las pequeñas y medianas empresas, así como la innovación y la creación de patentes.
En tiempos panistas, la banca privada que opera en México acumuló utilidades de ensueño –que en algunos casos llegaron a representar 40 por ciento de las ganancias globales de las trasnacionales financieras–, mientras la banca de desarrollo recolectó deudas privadas con cargo al erario, por cortesía del inquilino de Los Pinos, debilitando así su fortaleza financiera, situación que fue disfrazada de
ineficienciapor parte de las cabezas visibles de la docena trágica blanquiazul.
Así, la
estabilizacióny
capitalizaciónde la banca privada que opera en México no se debe a los genios financieros que en ella laboran, sino a la voracidad de sus dueños, la brutal permisividad (por no decir complicidad) del gobierno federal (arcas nacionales abiertas para que los barones del dinero se sirvan a discreción), la graciosa benevolencia fiscal para esos corporativos y el cotidiano atraco en despoblado a los usuarios de las instituciones financieras, con el visto bueno de la
autoridad, la cual se ha limitado a
exhortarla(fallidamente) a que reduzca sus márgenes de ganancia cuando menos al nivel de sus respectivas matrices.
Días atrás, la Cámara de Diputados advirtió que la no muy alentadora evolución del indicador global de la actividad económica
pudo estar influida, en parte, por el desempeño del crédito otorgado por la banca comercial al sector privado (empresas y personas físicas), dado que éste ha venido perdiendo dinamismo. El crédito total de la banca comercial pasó de un incremento anual de 11.42 por ciento en diciembre de 2011 a uno de 7.54 por ciento en el mismo mes de 2012; en particular, el crédito al sector industrial se redujo de 9.89 a 3.52 por ciento y, dentro de éste, el de la industria manufacturera transitó de un alza de 10.27 por ciento a una caída de 4.55 por ciento, en el periodo señalado.
Por su parte, el Banco de México documentó que al cierre de 2012, el 83.2 por ciento de las empresas que obtuvieron algún tipo de financiamiento lo obtuvieron de sus proveedores, no de la banca privada. Un año atrás dicha proporción fue de 81.9 por ciento. Y en el caso de la banca de desarrollo, cayó de 5.9 a 4.8 por ciento. Del total de empresas, apunta el banco central,
75.2 por ciento no recibió nuevos créditos, 68.1 por ciento reveló que no los solicitó, 3.9 por ciento de las empresas señaló que solicitó crédito y está en proceso de autorización y 1.6 por ciento indicó que solicitó crédito y no le fue autorizado. A su vez, 1.5 por ciento de las empresas indicó que aunque solicitó el crédito lo rechazó por considerar que era muy caro.
Entre las limitantes crediticias consideradas por las empresas se cuentan: la situación económica general (48.7 por ciento), las tasas de interés del mercado de crédito (43.9), las ventas y rentabilidad de la empresa (42.2), los montos exigidos como colateral (40.4), el acceso a apoyo público (39.2), las condiciones de acceso al crédito bancario (38.1), la disposición de los bancos a otorgar crédito (35.1), la capitalización de la empresa (33.8), las dificultades para pagar el servicio de la deuda vigente (27.3), y la historia crediticia de la empresa (26.6 por ciento).
¿Cuándo se realizará otro pomposo acto, con tintes monárquicos, para anunciar que el Estado retoma las riendas del sistema financiero que opera en el país? ¿Cuándo se modificará la ley para que la banca funcione como tal, contribuya al crecimiento del país y deje respirar a los usuarios de la banca?, porque todo indica que prisa, lo que se llama prisa, los pactistas no tienen en este capítulo.
Las rebanadas del pastel
Que hay nuevo Papa, presume el Vaticano, pero más tardó éste en alegrarse que el archivo fotográfico en ubicarlo en su exacta dimensión, junto al asesino Jorge Rafael Videla, dándole la hostia. Donde pone el ojo, la élite católica pone la bala (léase un fanático anticomunista, un nazi juvenil o un íntimo de la feroz dictadura argentina, para no retroceder más en la historia). Y para colmo, el apellido del nuevo inquilino de la presunta santa sede en nada ayuda en eso de
limpiarla imagen de una Iglesia cuyo mando se ha caracterizado por mantener impunes a los curas pederastas.
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