miércoles, 1 de abril de 2015

Semana Santa de 1873

Carlos Martínez García
E
n el siglo XIX en ningún otro país de América Latina se perpetraron tantos ataques violentos contra los protestantes como en México. Tan rotunda afirmación es de Hans-Jürgen Prien, especialista en historia de la diversificación religiosa latinoamericana.
Prien sostiene que en el siglo XIX el número de mártires protestantes se eleva a 59, entre los que vale la pena advertir sólo un extranjero. Se trata, pues, de protestantes mexicanos, victimados por católicos mexicanos. En efecto, el peso fuerte de la labor misionera evangélica descansaba desde fechas tempranas sobre los hombros de los mexicanos, de manera que en 1892, del total de 689 colaboradores que trabajaban en México, 512 eran mexicanos ( Historia del cristianismo en América Latina, Ediciones Sígueme, 1985, p. 775).
Para Prien, el único protestante extranjero (estadunidnese) víctima mortal de la intolerancia fue el misionero John L. Stephens, de la Iglesia congregacional. El hecho tuvo lugar en Ahualulco, Jalisco, el 2 de marzo de 1874. Junto con él, Jesús Islas cayó abatido por la horda linchadora.
En realidad fueron por lo menos tres los extranjeros víctimas de la intolerancia, motivada ésta por la idea de que era necesario defender la integridad religiosa católica romana del país. El primero fue un protestante estadunidense (de oficio zapatero), asesinado en agosto de 1824, caso acerca del cual escribió José Joaquín Fernández de Lizardi, El Pensador Mexicano. Otro crimen es el ya citado de John L. Stephens. Y el tercero que he localizado es el de Henri Morris, ultimado en el ataque sufrido por la congregación evangélica de Acapulco, el 26 de enero de 1875.
El Sábado de Gloria de 1873 a Primitivo A. Rodríguez (hijo adoptivo del ex sacerdote dominico Manuel Aguas, cuya conversión al protestantismo en 1871 generó encendidas polémicas en la prensa de la época) le toca vivir una experiencia terrible. De visita en el capítulo de la Iglesia de Jesús, en Capulhuac, estado de México, es perseguido y agredido, junto con otros visitantes e integrantes de la congregación, por un grupo de católicos. Resultan heridos cinco creyentes evangélicos de Joquicingo y es asesinado Luis Gonzaga, de Capulhuac.
El núcleo evangélico en Capulhuac se originó cuando el liberal Nicanor Gómez adquirió un ejemplar de la respuesta dada por Manuel Aguas a la excomunión que contra él decretó el arzobispo Antonio Pelagio de Labastida y Dávalos. La lectura de este material en 1872, junto con la del Nuevo Testamento, lleva a Nicanor Gómez a separarse de la Iglesia católica y hacer causa común en Capulhuac con otras personas que compartían sus ideas. Entonces apoya al grupo de la Iglesia de Jesús afincada en la ciudad de México, que tenía una congregación en el vecino pueblo de Joquicingo.
Los protestantes de Joquicingo, encabezados por Primitivo A. Rodríguez, llegaron a participar de una celebración especial de sus similares en Capulhuac el Sábado de Gloria de 1873. Al concluir el culto los visitantes son acompañados hacia la salida del pueblo por varios creyentes de Capulhuac, entre ellos Nicanor Gómez, su hijo Eulogio y Luis Gonzaga. Un grupo incitado por el párroco católico esperaba el momento de atacar a los protestantes, lo que ocurre cuando divisan que algunos de éstos emprenden la retirada de Capulhuac. Los agresores utilizan armas blancas y de fuego. Resultan heridos cinco de Joquicingo y muerto Luis Gonzaga, quien recibe un balazo y 27 puñaladas.
Nicanor Gómez sobrevivió al ataque en Capulhuac, después del cual no sólo se fortalece su liderazgo en la congregación evangélica de ese lugar, sino también en núcleos establecidos en otras poblaciones del estado de México. No saldría con vida de otro episodio trágico, que tuvo lugar en Almoloya del Río, el 26 de octubre de 1884, cuando él y sus hijos Néstor y Pánfilo, además de Procopio C. Díaz (convertido al protestantismo en Acapulco, Guerrero, en 1874 por la lectura del folleto Viniendo a la luz, de Manuel Aguas). Calixto Vega y Nicolás Muciño visitaron a los protestanrtes de Almoloya con el fin de reforzar su trabajo en el poblado.
Trescientos católicos rodearon el templo en que se hallaban 40 evangélicos, a quienes atacaron con machetes, armas de fuego y piedras. Nicanor Gómez recibió un balazo en la cara, fue auxiliado por familiares y correligionarios que lo trasladaron a Capulhuac para recibir atención médica. Durante ocho días estuvo entre la vida y la muerte. Finalmente, ocurrió su deceso el 2 de noviembre, tras ocho días de agonía. Por el ataque de los perseguidores también perdieron la vida Pastor Landa y Nicolás Muciño.
En una sencilla circular, el pastor presbiteriano Manuel Zavaleta informa sobre el deceso: En Capulhuac, ayer [2 de noviembre] a las ocho de la noche, pasó a mejor vida el ministro cristiano don Nicanor Gómez. Mártir por la causa del Evangelio de N. S. Jesucristo, y víctima del fanatismo católico romano. Oremos a nuestro amoroso Padre, por su afligida familia, y por los que le mataron.
Ante casos como el de Capulhuac y Almoloya del Río, bien cabe la observación de Carlos Monsiváis: “Al protestantismo lo nacionaliza, si el verbo tiene algún sentido en materia religiosa, el número de víctimas, o desde otra perspectiva, de mártires”.

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