Madres y maestros
Andrea Bárcena
E
ntre los personajes más importantes en la vida de un niño están su madre y su maestro, aunque a veces también el padre es imagen poderosa. Sin embargo, subrayo que varios millones de niños en México nunca llegan a tener ni escuela ni padre ni maestro. Estos hechos, de gran trascendencia para el país, parecen no tener ninguna importancia para un gobierno antihumanista y lacayo del capital que, como el que padecemos actualmente, ataca a los maestros y abandona a las madres. Comparto ejemplos que llegan de mis lectores.
La señora Julieta Sofía Mancilla Vargas, divorciada desde 2006, no ha logrado apoyo de autoridades para que el padre de sus dos hijos cumpla el convenio de divorcio de aportar 3 mil pesos mensuales para la manutención de los menores.
Como ella, hay miles de mujeres que o dedican su tiempo a trabajar y se quedan con toda la carga económica de los niños o a buscar de oficina en oficina apoyo legal que casi nunca consiguen. Hace falta una sólida política de gobierno para que los hombres cumplan su responsabilidad de padres y para exigir a agentes del Ministerio Público y subprocuradoras de violencia de género que atiendan cabalmente sus funciones. La señora Mancilla Vargas nos pide darle voz y con ella también la damos a miles de mujeres que se encuentran en la misma circunstancia.
Los maestros tienen la palabra. Hoy compartimos reflexiones del gran maestro Teutli:
Ninguna reforma educativa está en riesgo, porque no hay reforma educativa. Lo que está en riesgo es la profesión docente auténtica, la seguridad laboral de los maestros y la educación pública, por razones de poder y nada más.
Por su parte, el maestro Cresenciano observa: “Es casi seguro que en los próximos años los maestros democráticos y la mayoría de los mexicanos seguiremos padeciendo el autoritarismo, la represión con todas sus formas de violencia; la indolencia del gobierno federal con respecto del narcotráfico, la corrupción y las desapariciones forzadas, lo cual queda claro que se debe, más que a su incapacidad, a su complicidad con los intereses más oscuros y podridos del país.
Somos muchos los mexicanos que tenemos conciencia y valor para luchar por nuestra libertad, para sacudirnos el control que pesa y nos oprime. Pero es un hecho que también hay muchos que están conformes con ese control. Están como los animales domésticos encerrados: se sienten seguros dentro, porque la inseguridad de afuera los aterroriza. A los opresores les ha funcionado aplicar su terrorismo de Estado para mantener las cosas como les conviene. La educación pública es el camino de la justicia, la libertad y la igualdad.
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